Miami. Un indicio bancario anómalo en Estados Unidos destapó una compleja red de contrabando de petróleo crudo robado a Pemex. Lo que inició como una investigación de rutina de la División de Investigación Criminal del Servicio de Impuestos Internos de Estados Unidos (IRS) en Texas y destapando redes de huachicoleo binacional al mando del Cártel Jalisco Nueva Generación (), el Cártel de Sinaloa y el Cártel del Golfo, con empresas fachada y en la que hay estadounidenses implicados.

En abril de 2025, una empresa familiar en Brownsville, administradora de una instalación llamada Arroyo Terminals, cerca de Rio Hondo, quedó en la mira de las autoridades estadounidenses. Este recinto recibía barcazas cargadas con ‘aceite de desecho’ procedentes de México a través de pipas. Sin embargo, “la frecuencia inusitada de los envíos y el volumen importado no cuadraban con el negocio declarado” subraya a una fuente del Departamento de Justicia de los Estados Unidos. Para entonces, ya era claro que las barcazas transportaban petróleo crudo robado de Pemex; camuflado como residuo industrial para burlar aduanas. El modus operandi empezaba a emerger: miles de barriles de crudo hurtado cruzando la frontera bajo la apariencia de desechos. Las autoridades estadounidenses montaron vigilancia sobre los involucrados.

El 23 de abril de 2025, agentes federales detuvieron en flagrancia a los operadores de Arroyo Terminals. En un operativo simultáneo, marshals federales en Utah arrestaron a los propietarios de la empresa, un matrimonio de empresarios que vivía en una mansión de 27 mil pies cuadrados, acusados de lavar más de 300 millones de dólares (6 mil millones de pesos) derivados del esquema de contrabando, y a sus dos hijos. Con estas detenciones se confirmó la hipótesis: una red transfronteriza estaba introduciendo petróleo mexicano robado a los Estados Unidos a gran escala, operando por al menos tres años con casi 2 mil 881 embarques ilícitos de crudo desde mayo de 2022.

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Por este caso, la Red de Control de Delitos Financieros (FinCEN) emitió una alerta señalando que ciertos importadores de “waste oil” o materiales peligrosos en la frontera suroeste son realmente empresas fantasma ligadas a cárteles mexicanos.

Más empresas bajo investigación

A partir de esta investigación, la detención de los involucrados y de acuerdo con la fuente del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, las autoridades estadounidenses tienen en la mira a varias compañías ubicadas también en la frontera sur que estarían actuando como importadoras “cómplices” dentro de esta red de huachicol internacional. La alerta de FinCEN subraya que los cárteles venden el crudo robado a “pequeñas compañías estadounidenses de combustibles” operando cerca de la frontera con México. Según este organismo, tales importadoras sospechosas se concentran en regiones petroleras fronterizas, especialmente en Texas, como Valle Bajo del Río Grande (extremo sur de Texas), la zona del Eagle Ford Shale en el sur de Texas y la Cuenca Pérmica en el oeste de Texas (esta última abarcando también el sureste de Nuevo México). Áreas energéticas más alejadas como Houston y Dallas, también en Texas, también podrían albergar empresas involucradas.

Además del caso de Arroyo Terminals y de acuerdo con la fuente de DoJ, las agencias federales estadounidenses mantienen bajo vigilancia activa a otras empresas en distintos puntos de la frontera. Aunque muchos detalles permanecen confidenciales, ya que las pesquisas continúan y no todas las compañías identificadas han sido formalmente acusadas, el FinCEN ha recabado información de transacciones bancarias sospechosas que apuntan a varios negocios en Arizona, Nuevo México y California potencialmente involucrados en esquemas similares de importación fraudulenta de hidrocarburos.

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Estos estados fronterizos, aunque con menor infraestructura petrolera que Texas, podrían servir como rutas alternas o puntos de entrada para el combustible robado. En todos los casos, “las autoridades estadounidenses están cruzando datos aduaneros, registros empresariales y reportes bancarios para identificar a cualquier empresa que reporte importaciones de “aceite usado” en volúmenes atípicos o con inconsistencias” asegura la fuente; “ya que eso podría delatar el encubrimiento de crudo ilegal”. De hecho, el FinCEN ha instruido a los bancos a prestar atención a pagos internacionales vinculados a compañías de residuos petroleros ubicadas cerca de la frontera, dado que se han detectado flujos de dinero inusuales regresando a México bajo conceptos aparentemente legítimos.

“Muchas personas y empresas están siendo observadas -del lado estadounidense- discretamente sin que sus nombres hayan sido divulgados públicamente aún” asegura la fuente; “aunque, del lado mexicano, los cárteles Jalisco Nueva Generación, Sinaloa y del Golfo están en la lista”. Las agencias como IRS-CI (Investigaciones Criminales del Servicio de Impuestos) y FinCEN están analizando patrones de enriquecimiento inexplicable en ciertos empresarios del sector energético fronterizo, con el objetivo de documentar posibles delitos fiscales y de lavado.

Del ducto de Pemex al mercado negro

La investigación reveló que el esquema del para robar y contrabandear petróleo crudo operaba con un alto nivel de organización y corrupción. Todo inicia en México, en los campos petroleros y ductos de Pemex. Ahí, células del CJNG aprovechan la existencia de tomas clandestinas, perforaciones ilegales en los ductos y la complicidad de funcionarios locales para extraer el hidrocarburo. “El punto de partida del esquema es el robo de crudo directamente de la infraestructura de Pemex, mediante tomas clandestinas perforadas en ductos, así como sobornos a empleados de la empresa estatal”, detallan documentos del Departamento del Tesoro de Estados Unidos a los que EL UNIVERSAL tuvo acceso. Zonas como Veracruz y regiones estratégicas del Golfo de México se identificaron como focos rojos donde el CJNG mantiene redes de perforación clandestina y cooptación de personal.

Tras la extracción viene la fase logística. El crudo robado se almacena inicialmente en tanques clandestinos controlados por el cártel en sus territorios. Desde allí, caravanas de pipas (camiones cisterna) mueven el producto hacia el norte de México. “El hidrocarburo es transportado hacia zonas fronterizas, especialmente Tamaulipas, que funcionan como corredor logístico para el contrabando hacia Texas”, explican los reportes oficiales del gobierno estadounidense. En Tamaulipas, el operativo cuenta con un aliado clave: César Morfín Morfín, alias ‘Primito’, identificado por la OFAC como líder del CJNG en ese estado. ‘Primito’ y sus hombres tienen bajo control varios cruces fronterizos estratégicos entre Tamaulipas y Texas. Esto les permite garantizar el paso de las pipas cargadas con crudo robado. Incluso cuando el petróleo es extraído por otras facciones criminales, si quieren usar ‘sus’ rutas, deben pagarle peaje.

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“Primito controla los cruces clave […] y exige el pago de cuotas a los operadores de camiones cisterna que transportan crudo robado”, señala el informe al que este diario tuvo acceso. Además, supervisa personalmente la falsificación de documentos aduaneros, haciendo pasar el petróleo robado por ‘aceite usado’ u otros materiales regulados. “Esta treta, simple pero muy eficaz, les permitió evadir inspecciones y restricciones fiscales y ambientales en ambos lados de la frontera” asegura la fuente. Un comunicado del Departamento del Tesoro de Estados Unidos lo confirma, los cargamentos de crudo hurtado “cruzan la frontera suroeste y son comercializados en el mercado estadounidense como ‘aceite usado’ para evadir controles y regulaciones”.

Una vez del lado estadounidense, el crudo pasa casi desapercibido. Las pipas se dirigen a lotes discretos y almacenes en zonas petroleras de Texas, como la Cuenca Pérmica, Dallas y Houston. Muchos son terrenos aparentemente vacíos equipados con tanques móviles de almacenamiento, una infraestructura temporal que dificulta el rastreo del producto. Estas instalaciones son operadas por empresas que el CJNG controla desde las sombras o por importadores ‘legales’ que actúan en complicidad. “Se descubrió que el crudo robado se mezcla con flujos de combustible legítimos y luego se revende a precio reducido a refinerías o a comercializadores de petróleo y gas -en Estados Unidos-” describe la fuente del Departamento de Justicia.

Las investigaciones federales revelan que parte de ese crudo es luego revendido y exportado a terceros países con apariencia de legalidad. Desde terminales privadas en Texas, como las ubicadas en el canal de navegación de Río Hondo, en Houston o en Corpus Christi, se han rastreado embarques que zarparon rumbo a destinos tan dispares como India, Japón, Marruecos, Emiratos Árabes, Nigeria o Turquía. En general, se envía disfrazado como “residuo refinado”, “mezcla técnica” o incluso “aceite reciclado para proceso” a países donde los controles de origen son más laxos o donde el interés económico supera la diligencia debida.

No se trata de grandes petroleras multinacionales, sino de intermediarios energéticos, brokers privados y empresas pequeñas en Asia, África o Medio Oriente, que compran cargamentos con descuento sin necesariamente verificar el historial del hidrocarburo. En muchos casos, el crudo robado se mezcla con producto legítimo antes de embarcarlo, lo cual hace aún más difícil su rastreo.

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La FinCEN, en su alerta de mayo de 2025, advirtió que estas operaciones de exportación representan una forma de lavado transnacional, ya que el crudo se convierte en ingreso legal una vez vendido a precios internacionales. En esa misma alerta, FinCEN instó a bancos y aseguradoras navieras a verificar con más rigor el historial de carga y los documentos de origen cuando se trate de empresas nuevas, con movimientos atípicos, o que declaren mercancías ambiguas como “mezclas procesadas de aceites residuales”.

Para el Departamento de Justicia de Estados Unidos permitir la salida de este crudo fuera del país implica una segunda violación federal, ya que consolida la legitimidad comercial de un producto robado mediante fraude aduanal. “Hablamos de petróleo robado que termina en refinerías legales en el extranjero, comprando sin saber, o prefiriendo no saber”, declaró en audiencia judicial el fiscal adjunto Mark Dawson, quien coordina parte de la investigación en Texas.

De esta manera, el petróleo robado a Pemex por el CJNG y otras organizaciones criminales no sólo alimentó gasolineras clandestinas en México o refinerías pequeñas en Texas, sino que llegó a puertos internacionales como un producto legalmente vendido por empresas fachada registradas en Estados Unidos, algunas sin historial comercial previo. El crimen organizado, entonces, no sólo cruzó la frontera: entró al mercado global, con toda la infraestructura formal de un trader energético multinacional.

Finalmente, el dinero regresa a México. La trama financiera identificada por las autoridades muestra que, tras la venta, las ganancias son repatriadas a las arcas de los cárteles mediante transferencias, empresas fantasma y movimientos de efectivo.

Junto a ‘Primito’ fueron sancionados sus hermanos, Álvaro Noé Morfín Morfín (46 años) y Remigio Morfín Morfín (33 años). Álvaro, alias “El R7” según algunos reportes, fue quien inicialmente tendió puentes entre el Cártel del Golfo y el CJNG en Tamaulipas. Remigio, el menor, operaba en el estado de Hidalgo supervisando a jefes de plaza y, particularmente, suministrando crudo robado desde esa región central a ‘Primito’ en Tamaulipas. Los tres hermanos estaban ya fichados en 2021 en la lista de los 10 criminales más buscados en la frontera Texas-Tamaulipas, pero habían logrado eludir acciones contundentes hasta ahora.

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La maquinaria del contrabando

Un componente vital de la operación de Arroyo Terminals eran las empresas fachada tanto en México como en Estados Unidos. El Departamento del Tesoro identificó a dos compañías mexicanas como piezas clave del esquema: Servicios Logísticos Ambientales, S.A. de C.V. y Grupo Jala Logística, S.A. de C.V. Ambas operaban en Tamaulipas, registradas formalmente como transportistas de materiales peligrosos (residuos, hidrocarburos, etc).

En apariencia legal, estas firmas obtenían permisos de traslado de sustancias reguladas y servían de fachada para mover el crudo robado a través de la frontera. De hecho, la OFAC confirmó que transportaban petróleo crudo entre y actuando directa o indirectamente para ‘Primito’. En otras palabras, eran el brazo logístico del cártel para el huachicol transfronterizo.

“De acuerdo con nuestras investigaciones, durante casi tres años, esta instalación y otras similares en Texas sirvieron de puente entre el mercado negro mexicano y compradores en Estados Unidos y el mundo” concluye la fuente.

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