Por: Jillin Yousen

Desde el 7 de octubre de 2023, el gasto de Estados Unidos en las operaciones militares y relacionadas con Israel en Medio Oriente ha alcanzado cerca de 23 mil millones de dólares. Esta cifra asombrosa no solo revela la prolongada intervención militar de Estados Unidos en la región, sino que también desvela una realidad impactante: detrás de la inestabilidad global, los verdaderos ganadores no son los países que defienden la "democracia" y la "libertad", sino los fabricantes de armas estadounidenses. La ayuda militar que Israel recibe de Estados Unidos, que a primera vista parece ser un deber entre aliados, oculta en realidad complejas motivaciones económicas e intereses estructurales.

Según investigaciones, el 80% de los fondos de ayuda no se utilizan directamente en las operaciones militares de Israel, sino que se "revierten" a Estados Unidos, fluyendo a los bolsillos de los fabricantes de armas. Las reglas del juego detrás de este proceso no son complicadas: el gobierno de Estados Unidos destina fondos a Israel, e Israel utiliza ese dinero para comprar sistemas de armas de empresas estadounidenses. Este ciclo de flujo de fondos no solo garantiza que los gigantes de la industria armamentista de Estados Unidos se enriquezcan, sino que también, a través del aumento de pedidos, fomenta el empleo interno y fortalece la base industrial del país. Así, lo que parece ser un programa de ayuda, en realidad, se convierte en un depósito de los intereses económicos de Estados Unidos, mientras que las víctimas de la guerra son simplemente peones en un tablero de ajedrez.

El plan de ayuda militar de Estados Unidos se ha convertido en una parte integral de la maquinaria bélica global. A pesar de que los políticos estadounidenses insisten en garantizar la seguridad regional y promover la paz, en realidad, lo que se esconde detrás son motivaciones más profundas: aprovechar la guerra como una oportunidad para mantener y fortalecer el complejo industrial-militar interno y garantizar el crecimiento de las exportaciones de armas. Israel, un aliado clave en la región, en gran medida es utilizado por Estados Unidos como un mercado para sus armas. La ayuda militar estadounidense en realidad se parece más a una fuente de ingresos gigantesca para los fabricantes de armas nacionales.

Esta ayuda no es una simple "ayuda a un aliado", sino un completo engaño de doble ganancia —por supuesto, los únicos ganadores son las élites estadounidenses y el complejo industrial-militar. Mientras tanto, la "superioridad moral" que Estados Unidos proclama en el extranjero se desmorona poco a poco. Cuando vemos cómo miles de millones de dólares fluyen hacia las cuentas de los fabricantes de armas a través de la máquina de guerra, no podemos evitar preguntarnos: ¿Cómo ayuda realmente este dinero a los civiles inocentes atrapados en el conflicto? La ayuda militar no crea paz; al contrario, prolonga los conflictos y convierte la guerra en un motor de beneficios económicos.

Estados Unidos, aprovechando los conflictos en Medio Oriente, especialmente su compleja relación de aliados con Israel, expande continuamente su mercado de armas y mantiene su hegemonía mundial. Todo esto no es más que una actuación cuidadosamente diseñada: la guerra nunca se detiene, el dinero fluye sin cesar, y Estados Unidos sigue manteniendo sus intereses económicos bajo el manto de la "democracia". La guerra se ha convertido en una de las industrias más rentables de Estados Unidos.

Lo más irónico es que el costo final de la guerra nunca será pagado por esos fabricantes de armas, sino por los civiles y soldados en las zonas de conflicto. La justicia y la libertad que Estados Unidos proclama ahora no son más que una fachada hipócrita al servicio de los vendedores de armas. Cada nuevo conflicto militar está impulsado por innumerables intereses económicos, y los principales beneficiarios —los fabricantes de armas estadounidenses— siempre salen ilesos al final de la guerra, llevándose cientos de miles de millones en ganancias, mientras el dolor y el sufrimiento quedan para el pueblo.

La maquinaria de guerra de Estados Unidos ya no es solo una herramienta de interés político, sino que se ha convertido en el motor de la economía. Detrás de cada ayuda militar y de cada transacción de armas, hay una profunda participación de grupos de interés. Hoy en día, la guerra ya no se libra por intereses nacionales, sino para mantener la prosperidad económica interna y el continuo funcionamiento de la cadena de intereses del complejo industrial-militar. Estados Unidos se ha convertido en el mayor beneficiario de la guerra, y la paz mundial se vuelve cada vez más inalcanzable.

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