Más Información

Putin califica de "constructivas" y "útiles" las negociaciones con Trump; llegaremos a una solución en el conflicto con Ucrania, afirman

Detienen en Jalisco a sacerdote colombiano acusado de abusar de una adolescente; venía en un vuelo proveniente de Panamá

Detienen a Isadora Lagos, Miss Guerrero 2024, por portación de arma de fuego de uso exclusivo del Ejército; viajaba en la autopista del Sol

Incidente en Línea 2 del Metro se debió a equipo obsoleto, lluvias y falta de mantenimiento: Sindicato; arco eléctrico causó daños severos, dice

Sheinbaum anuncia Corredor Gran Selva Maya Belice-Guatemala y México; buscan preservar 5.7 millones de hectáreas

Desmantelan narcolaboratorio en San Blas, Nayarit; aseguran cerca de 12.8 toneladas de metanfetamina

Riña entre comerciantes ambulantes deja una mujer muerta y un herido previo al partido del Puebla; peleaban por espacios para instalarse

Zhi Dong Zhang, el chino que se fugó al estilo de "El Chapo"; ahora es buscado por la Interpol en 190 países
Rabat.— El mes de Ramadán que comienza este fin de semana será radicalmente distinto, sin visitas familiares ni rezos masivos en la mezquita, y sin la animación callejera que caracteriza este periodo especial para todos los musulmanes.
“Jamás en la historia del islam se ha vivido algo similar, ni en la extensión geográfica de las medidas de confinamiento ni en su carácter organizado, porque en el pasado sólo algunas epidemias muy localizadas habían obligado a encerrar a la población durante el mes sagrado”, dice el historiador marroquí Nabil Mouline.
El Ramadán es un mes de ayuno y oración; sin embargo, también es un periodo en el que cambian las costumbres sociales, multiplicándose las reuniones familiares y de amigos, así como las salidas a la calle y a la mezquita. Toda esta dimensión social va a desaparecer por el confinamiento.
En los pasados días muchas voces se han preguntado por la situación que plantea el coronavirus, pero “el miedo a la infección del virus no autoriza al incumplimiento, a menos que la persona apoye su demanda en un informe médico que indique que puede caer enferma”, indicó la pasada semana en una fetua la Unión Internacional de Ulemas Musulmanes. El virus ya ha hecho tambalearse uno de los pilares del islam, como es la oración colectiva, y amenaza otro de sus pilares, la peregrinación a La Meca.
El Ramadàn es principalmente un tiempo de reencuentros familiares. El confinamiento, vigente desde hace un mes en casi todo el mundo musulmán, va a obligar a que este año el iftar (la primera comida del día, con la puesta del sol) se practique solo junto a la familia nuclear. “Es como si desapareciera una marca nuestra: la hospitalidad”, dice el sociólogo Ali Chaabani. Sin embargo, hay un aspecto específico ligado al Ramadán que es la tensión y la irritabilidad que provoca el ayuno. Para Rachid Jarmouni, profesor de Sociología de las Religiones en la Universidad Moulay Ismail de Meknés, el encierro dentro de las casas puede hacer explotar los casos de violencia.
Hay otra cuestión definitoria, como es la oración del tarawih. La oración individual no tiene en el islam el mismo valor que la colectiva. “En el Ramadán las mezquitas se transforman en residencia secundaria para aquellos que van a rezar, dormir o simplemente huir de las preocupaciones familiares o laborales”, dice Jarmouni. Además, en las calles sólo la policía tendrá ahora derecho al paseo.