Washington. Los últimos desarrollos del caso Epstein, el abandono de la congresista Marjorie Taylor Greene o el intenso progreso de la (IA) en EU han ahondado estos días la brecha entre el presidente , y parte del Partido Republicano y el movimiento MAGA, algo que parecía imposible hace unas semanas.

La publicación de los archivos de la investigación sobre el pederasta ha sido el gran tema que ha generado división de opiniones entre las bases MAGA (siglas de "Hacer grande a EU de nuevo") y el mandatario neoyorquino desde casi el inicio de su segundo mandato en enero.

El caso, que el propio Trump llegó a vender en su momento como una conspiración para ocultar la conexión de Epstein con élites y que luego él mismo quiso aparcar, generó las primeras grietas acentuadas en verano, después de que el Departamento de Justicia dirigido por dijera que no planeaba publicar más información sobre el financiero acusado de promover el abuso de menores adolescentes.

Varios congresistas republicanos se unieron entonces a la iniciativa para lograr que el Comité de Supervisión de la Cámara Baja comenzara a publicar, pese a la contrariedad de Trump, parte de los archivos Epstein en julio, acción que acabó derivando en la ley que el Congreso aprobó -esta vez con un apoyo republicano apabullante- la semana pasada.

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Entre medias, Trump, que mantuvo durante años una amistad con el financiero neoyorquino y que aparece mencionado profusamente en los documentos del caso, se vio obligado a virar de postura viendo que el movimiento y su partido estaban decididos a que se publicasen los archivos de la investigación federal sobre el .

La ruptura con Taylor Greene

La última consecuencia directa de esta turbulencia fue la renuncia que anunció el viernes la congresista republicana de Georgia Marjorie Taylor Greene, antaño una valedora acérrima de Trump, que, tras apoyar la continuidad de los subsidios sanitarios o la publicación de los archivos Epstein, se ganó la enemistad del presidente, quien la llamó "".

El abandono de Taylor Greene, alguien que sigue defendiendo los principios fundacionales de MAGA, visibiliza lo que comienzan a pensar algunos miembros republicanos del Congreso, que ven como los sondeos subrayan el amplio descontento con las políticas de Trump y las muy malas perspectivas para el partido en las elecciones de medio mandato, que podrían costar escaños a republicanos en circunscripciones vulnerables.

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Hay aún otro tema que está revelando desavenencias entre Trump, las bases MAGA y muchos legisladores republicanos; la gran apuesta por la en Estados Unidos.

Legislar por encima de los estados

Todo comenzó a aflorar la semana pasada cuando la Casa Blanca meditó la firma de una orden ejecutiva que permita al Gobierno Federal circunvalar cualquier regulación local relacionada con la inteligencia artificial.

Esto llega en un momento en el que los estados, incluidos los republicanos, están legislando sin descanso para poner coto a una tecnología que sus ciudadanos temen por su potencial para destruir empleo y que encarece su factura eléctrica o expone a sus hijos a capaces de aconsejarles sobre salud mental.

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La problemática subraya la pinza en la que se halla Trump, que ganó la presidencia con una campaña centrada en mejorar las condiciones de vida de las clases trabajadoras con el apoyo inestimable, a su vez, de muchos empresarios tecnológicos.

Estos últimos están cumpliendo sus promesas de invertir a lo grande en centros de datos en EU y esperan, como mínimo, que el presidente elimine la mayor cantidad de cinta roja posible, algo que puede aumentar la fisura entre el inquilino de la y aquellos que empeñados en revivir los años dorados de la economía y la clase media estadounidense.

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ss/mcc

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