No hay sondeos confiables sobre quién puede imponerse en la segunda vuelta presidencial en Bolivia este domingo. Lo único cierto es que, gane quien gane, será el fin de décadas de gobierno de izquierda en el país sudamericano, sumido en una profunda crisis política.
Los dos candidatos que pasaron a la segunda vuelta, Jorge Quiroga y Rodrigo Paz, representan a la derecha liberal y centroderecha, respectivamente, y un giro respecto de los gobiernos del Movimiento Al Socialismo (MAS), del socialismo del siglo XXI que hoy rige el destino del país.
Será la primera vez en la historia que haya segunda vuelta en Bolivia, donde la división entre las dos grandes figuras del MAS, el presidente Luis Arce y el exmandatario Evo Morales, no sólo provocó la fractura del partido, sino la debacle de la izquierda.
Paz, del Partido Democrático Cristiano, llega tras haber quedado primero en las elecciones del 17 de agosto, con 32.14% de los votos. Quiroga, del partido Libertad y Democracia, quedó segundo, con 26.81%.
De acuerdo con la encuesta de Ipsos-Ciesmori, hoy Quiroga encabeza la intención de voto, con 44.9%, frente a 36.5% de Paz. Pero en Bolivia, como en varios otros países, las encuestas son cada vez menos confiables.
Quien sea que gane heredará de Arce un Estado saturado y abultado. De acuerdo con las proyecciones del Banco Mundial, la economía boliviana pasa por una recesión. La inflación interanual supera 23%.
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Arce casi agotó los dólares de sus reservas para sostener su política universal de subsidios a los combustibles. De hecho, en los días previos a la elección hubo advertencias de que el desabasto podría complicar el traslado de urnas y provocar otros problemas electorales.
No abona el clima político, con diversos sectores políticos cuestionando cómo se llegó a esta segunda vuelta y denuncias de intento de evitarla. Aunque Bolivia es rica en litio, el país no ha sabido explotar este recurso y la población crece en pobreza.
Países como Estados Unidos se mantienen atentos al resultado de la elección precisamente porque, con el viraje a la derecha, se podrían abrir las puertas a la inversión en ese recurso crítico.
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Pero primero, el ganador tendrá que sortear un escenario por demás complicado.
“Hay una desesperación, la mayoría de la gente vive del día a día (...) Acá no nos va a ir nada bien”, dijo a la agencia AFP Pamela Roque, instrumentadora quirúrgica de 29 años que está considerando emigrar por falta de empleo.
Quiroga, quien ya fue presidente de Bolivia entre 2001 y 2002, propone frente a la crisis inyectar 12 mil millones de dólares a través de préstamos con organismos multilaterales.
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Según él, en tres meses regresarán las divisas al sistema financiero, que hoy no puede devolver su dinero a los ahorristas.
“Los dólares, los washingtones, vienen de afuera. Si no se hace eso, no hay solución”, sostiene. Promotor de un “choque económico” en su primer gobierno —una jugada que no le salió bien—, ahora se cuida mucho de hablar de cualquier cosa que suene a un cambio radical, y que lo pueda hacer perder votos.
Para Paz, economista e hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, la solución pasa por reestructurar los presupuestos del Estado, antes de endeudarse más.
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Actualmente, la deuda externa de Bolivia ronda 30% del PIB.
“El problema es (...) pedir crédito sin ordenar la casa (...) Otro está yendo a extender la mano, a ver que les llegue la plata en condiciones muy duras”, dijo, en declaraciones que retomó AFP.
Paz promueve cerrar empresas estatales deficitarias, eliminar las barreras de importación a productos que Bolivia no fabrique. Aunque ha llamado a eliminar gradualmente los subsidios a los carburantes, no propone su eliminación total, sino que busca mantenerlos para el transporte público y sectores vulnerables, y mantener los programas sociales y bonos. Quiroga va por la misma idea.
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Los dos saben que intentar eliminar los subsidios no es tarea fácil, como ya quedó claro en Ecuador, donde la decisión del presidente Daniel Noboa ha sido recibida con rechazo y una ola de protestas, y donde, en el pasado, el intento ha tumbado presidentes.
Al preocupante escenario económico se suma el político. Pese a la debacle del MAS en las elecciones (no sólo se quedó sin posibilidad de retener la presidencia, sino que además fue ampliamente derrotado en las elecciones para el Congreso), Morales sigue siendo una figura política poderosa, y hará sombra a Quiroga o a Paz, quien sea el ganador.
Morales, además, tiene un amplio control del movimiento indígena en Bolivia, por lo que se prevén protestas y bloqueos.
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Arce intentó en su momento dejar a Morales fuera de la jugada, pero ni las denuncias por abuso de menor pudieron detenerlo.
“A ver si esa derecha aguanta”, advirtió ya el líder cocalero.
En el Congreso, si bien el partido de Paz es el que cuenta con la mayor cantidad de senadores y diputados, no tiene mayoría como para gobernar solo; en segundo lugar está, justo, Alianza Libre.
Así que, gane quien gane, deberá forjar alianzas para poder gobernar y sacar adelante proyectos.
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A nivel internacional, la llegada de Quiroga o de Paz a la presidencia representará una reconfiguración de alianzas. Bolivia, por años socio de los líderes de izquierda de la región, ahora se inclinaría más hacia el centro o la derecha, por lo que se estima habrá esta vez más sintonía con gobiernos como el de Daniel Noboa, en Ecuador; el de Nayib Bukele, en El Salvador, y con Donald Trump, en Estados Unidos.
Entre los dos candidatos, la sorpresa para Bolivia ha sido el centrista Paz, que no figuraba en ninguna encuesta. Si podrá repetir la hazaña, está por verse. Una de las claves en su victoria fue su selección de compañero de fórmula: el expolicía Edman Lara, quien se hizo popular en Bolivia en 2022, cuando fue detenido y luego echado de la fuerza por sus denuncias sobre la corrupción imperante en la Policía Nacional.
Convertido en influencer, la gente lo reconoce y eso podría darle un empuje a Paz. Pero para otros, una figura con tanto alcance en los últimos meses podría hacerle ruido a Paz y generar una división tipo Arce/Morales, con Paz como el gran desconocido que tiene más qué perder.
Quizá pensando en ello, Morales anticipó su apoyo no a Paz, sino a Lara, quien no ha dudado en decir que si el propio Paz incurre en corrupción, “lo metería preso”.
Los bolivianos, en todo caso, acuden a las urnas desencantados, principalmente por la realidad económica que enfrentan día a día.
“No tengo confianza en ninguno de los dos (...) ¿Qué me dan ellos? El sueldo que tengo no alcanza para nada”, dijo a AFP Jorge Serrano, un exconstructor de 73 años.
Las propuestas tampoco convencen. “No se puede tener ambas cosas a la vez”, mantener subvenciones y bonos, y estabilizar la economía, dijo la politóloga Ana Lucía Velasco a AFP. “Con cualquiera de las dos [propuestas], si no dan soluciones rápidas, el costo social y el riesgo” de protestas “van a ser altos”, advirtió.
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A decir del analista político Jorge Dulón, “el programa de Paz Pereira es mucho más gradual que el de Quiroga. Si asume el candidato de Alianza Libre va a haber un cambio radical del actual modelo económico y de Estado. Es una propuesta más cercana a la de Javier Milei”, explicó en declaraciones a La Nación. Con información de La Nación, GDA y AFP
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