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Gracias a las estrategias para ampliar la vacunación contra el virus del papiloma humano (VPH), combinadas con pruebas de detección de VPH innovadoras y tratamiento precoz, el cáncer cervicouterino podría ser el primero del mundo en ser eliminado.
Esta semana, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) se reunirá con gobiernos, donantes y la sociedad civil en Cartagena, Colombia, para celebrar el Foro mundial para la eliminación del cáncer cervicouterino, una oportunidad para que las Américas, una vez más, asuman el liderazgo en la aceleración del progreso hacia la eliminación de la enfermedad.
El cáncer cervicouterino, causado por la infección persistente con cepas de alto riesgo del VPH, es una de las principales causas de muerte relacionada con el cáncer en las mujeres de América Latina y el Caribe, con más de 63 mil casos diagnosticados cada año y 33 mil vidas perdidas. Además, es una enfermedad que afecta de forma desproporcionada a mujeres en situación de pobreza y vulnerabilidad, y la gran mayoría de las muertes se producen en países de ingresos bajos y medios.
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El camino hacia la eliminación es ambicioso pero sencillo: Los países deben vacunar al 90% de las niñas antes de los 15 años; brindar al 70% de las mujeres pruebas de detección del VPH antes de los 35 años, y de nuevo antes de los 45; y tratar al 90% de las mujeres con lesiones precancerosas y cáncer.
En lo que respecta a la vacunación, las Américas van por delante de otras regiones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya que 48 de sus 51 países y territorios ya han incorporado la vacuna contra el VPH en sus calendarios nacionales. Sin embargo, los progresos han sido desiguales, ya que algunos países han alcanzado altos niveles de cobertura mientras que otros se han quedado rezagados.
Si bien la pandemia de Covid-19 ha desempeñado un papel en ello, el elevado costo de las vacunas contra el VPH, así como la falta de acceso a los servicios de vacunación, en particular en las zonas remotas, y la insuficiente vacunación en las escuelas, han obstaculizado la cobertura de la vacunación contra el VPH en la región.
Las dudas sobre la vacunación también siguen apuntalando las bajas tasas de vacunación. Desarrollada al comienzo de la era de las redes sociales, la vacuna contra el VPH fue blanco del movimiento antivacunas, que la relacionó con la esterilidad, la promiscuidad y el inicio precoz de la actividad sexual. Aunque son totalmente infundadas, estas acusaciones han hecho que muchas niñas se hayan quedado sin esta herramienta que salva vidas.
Para abordar estos desafíos, la OPS recomienda la aplicación de vacunas de dosis única para facilitar la cobertura, en particular entre los grupos de riesgo, y optimizar el uso de los escasos recursos. Los países también deben reforzar las estrategias de distribución de vacunas y colaborar con los ministerios de Educación para fomentar la vacunación en las escuelas. También son fundamentales las campañas que aborden las preocupaciones de las comunidades locales, derriben mitos y promuevan la vacuna contra el VPH como una herramienta esencial en la prevención del cáncer cervicouterino.
En lo que respecta a las pruebas, la OPS recomienda una transición del Papanicolaou, que requiere un examen ginecológico en un entorno clínico, a las pruebas biomoleculares de detección de VPH, que pueden descubrir un número significativamente mayor de mujeres con riesgo de cáncer cervicouterino.
Las nuevas pruebas de VPH también permiten que las mujeres se tomen ellas mismas la muestra mediante un hisopo vaginal, que puede realizarse en cualquier lugar, incluso en el hogar de la mujer, eliminando así las barreras culturales y de acceso que impiden que muchas mujeres se realicen las pruebas de detección.
Las vacunas contra el VPH y las pruebas de detección del VPH de alta calidad están disponibles para su compra a través de los mecanismos de adquisición conjunta de la OPS, los Fondos Rotatorios Regionales, que siguen trabajando con los productores para abogar por mejores precios para la región. El desarrollo regional de pruebas y vacunas también podría repercutir positivamente en la asequibilidad.
A medida que se amplía el tamizaje, también deben hacerlo los servicios que tratan a las mujeres con VPH de alto riesgo y con lesiones precancerosas. Un tratamiento sencillo y eficaz en el nivel de atención primaria es la mejor manera de garantizar el acceso a las mujeres con mayor riesgo de desarrollar la enfermedad.
Las Américas ha sido durante mucho tiempo un líder mundial en la eliminación de enfermedades infecciosas. Con compromiso y esfuerzo, también podemos eliminar exitosamente el cáncer cervicouterino.
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* Jarbas Barbosa es director de la Organización Panamericana de la Salud