Bruselas.— Los alemanes acuden este domingo a las urnas para decidir quién será el líder de la economía más grande de Europa en un momento en que la amistad trasatlántica no es más que una expresión vacía de significado frente a una Rusia que no duda en usar el ejército para alcanzar sus objetivos.
Las legislativas anticipadas son simultáneamente una elección entre dos proyectos. Uno conocido, de carácter europeísta y que procura respetar posiciones consideradas intermedias en el espectro político, a pesar de ser ideológicamente de izquierda o derecha, como ocurre con el Partido Socialdemócrata (SPD) y la Unión Demócrata Cristiana (CDU), que compite de la mano de su partido hermano en Baviera, Unión Social Cristiana (CSU).
La alternativa es un programa antagónico de todo lo que representa la Unión Europea, que ensalza el aislacionismo, el nativismo y las visiones de corto plazo, como es el caso de los ultraderechistas de Alternativa para Alemania (AfD).
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Las urnas abrirán con los sondeos colocando en la delantera al CDU/CSU, seguido por el AfD, que ha ganado cuatro puntos desde junio y aspira con dar la gran campanada en esta edición.
El SPD, del actual canciller Olaf Scholz, figura en tercera posición, mostrando un retroceso de 12 unidades con relación a las últimas elecciones federales. En el cuarto peldaño están los Verdes, seguidos por la izquierda. Detrás aparece Alianza Sahra Wagenknecht Por la Razón y la Justicia (BSW), agrupación formada por antiguos miembros del partido de izquierda.
Debido a diferencias irreconciliables al interior de la coalición de gobierno formada por socialistas, liberales y verdes, Scholz disolvió el gobierno el 6 de noviembre y decidió adelantar las elecciones que estaban programadas para septiembre.
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Se trató de una apuesta arriesgada, la tomó con altos índices de impopularidad y consciente de que había que remontar en las encuestas para alargar su mandato hasta 2029.
El antiguo alcalde de la ciudad de Hamburgo tuvo la opción de apartarse y ceder la candidatura socialista a su ministro de Defensa, Boris Pistorius, una figura sumamente popular entre los alemanes. Pero no concedió ni un ápice, con los riesgos que ello implica para Alemania y Europa.
Scholz optó por no apartarse esperanzado en repetir la hazaña de 2021, cuando dio la voltereta frente al candidato democristiano para convertirse en el sucesor de Angela Merkel, a cargo de la jefatura de gobierno durante 16 años.
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Sudha David-Wilp, subdirectora de la Oficina en Berlín del German Marshall Fund for the United States, recuerda que aquella remontada fue posible porque Scholz fue “la persona adecuada para el momento indicado”. Sin embargo, afirma que “hoy los contextos y tiempos son muy distintos a los de entonces”.
Eso no significa que la batalla esté perdida, aunque es muy remota la posibilidad de que Scholz repita y muy probable que el próximo canciller sea el líder del partido conservador, Friedrich Merz.
“Es muy difícil predecir el resultado, hay un número importante de personas indecisas. La gran incógnita es si van a votar y por quién, aunque parece claro que el AfD goza de una confortable segunda posición”.
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Una semana antes de la apertura de las casillas, las encuestadoras situaron el bloque de los indecisos en un cuarto del padrón.
La experta asegura que si bien el avance de la extrema derecha causa enorme ruido en Alemania por la profunda cicatriz que heredada por la Segunda Guerra Mundial, no es algo excepcional.
La ultraderecha ha ido ganando posiciones a lo largo de toda Europa y suele crecer en las contiendas en donde el debate central electoral es migración, como es el caso de Alemania.
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“Los alemanes están principalmente preocupados por la migración y la inflación, temas en los que la extrema derecha suele atraer votos. Eso explica su crecimiento, no la intromisión electoral por parte del [presidente estadounidense] Donald Trump y su círculo más cercano, Elon Musk y JD Vance”.
En la mente del votante además están los desafíos geopolíticos y la economía, incluyendo el elevado costo de la energía, la vivienda y el bienestar social, asuntos entrelazados y que se verán impactados por el combativo comportamiento de Trump, que amenaza con aranceles y desprecia el mundo basado en reglas.
“Los comentarios en Bruselas de Pete Hegseth (secretario de Defensa), el discurso en Múnich de JD Vance (vicepresidente) y el que Europa no tenga un asiento en las discusiones sobre Ucrania en Arabia Saudita son una preocupación de los alemanes; está por ver si lo manifiestan en las urnas”.
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Scholz llegó al poder acompañado de la denominada coalición “semáforo” y con una agenda trasformadora que proyectaba, entre otros, elevar el salario mínimo y las pensiones, construir 400 mil viviendas accesibles, ponerle límite a las rentas en bienes raíces y revertir la caída de la competitividad.
Pero el panorama se complicó, tanto por haber formado una alianza con socios con puntos de vista distintos, como por el estallido de la guerra en Ucrania, explica a este diario Almut Möller, director del Programa del European Policy Centre sobre Asuntos Europeos y Globales.
“Eso significó que sólo unos meses después de la firma del acuerdo de coalición, Scholz tuvo que conducir al país a través de este difícil punto de inflexión. Tuvo que independizar a Alemania de la energía rusa e invertir fuertemente en seguridad y defensa. Esto generó el desvío de políticas que ya se habían acordado dentro de la coalición. Hoy, entre los votantes existe la sensación de que, si bien el gobierno comenzó con ambición, no cumplió con su programa”.
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Al hablar del desenlace, dice que muy probablemente resulte en una coalición de tres partidos o incluso un gobierno minoritario, a pesar de en el país existe un deseo general de un gobierno estable.
Lo que sí está claro es que, aun quedando el AfD segundo, están descartados de que formen parte de una futura coalición.
“Friedrich Merz tuvo éxito en una votación sobre inmigración solo por los votos de la AfD, pero es previsible que no los deje formar parte de una coalición. En lo que respecta a acorralar a la extrema derecha, los otros partidos se muestran decididos a no involucrarse”.
De cualquier forma, el que los ultras escalen hasta el segundo puesto dejará a Alemania en estado de shock. “Los demás partidos se mantendrán unidos, pero será fundamental quitarle oxígeno a la AfD en los próximos años para evitar que tenga aún más éxito en futuras elecciones. Eso significa que el próximo gobierno dedicará mucha energía a este frente interno. Al mismo tiempo, tendrá que actuar con determinación en un entorno europeo y mundial desafiante”.
Rusia, la guerra en Ucrania y las relaciones trasatlánticas, ocuparán igualmente un lugar muy destacado en la agenda del próximo gobierno.