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E l sábado 7 de octubre, Luis entendió por primera vez lo que significa una guerra. Lo supo luego de escuchar con terror las sirenas que anunciaban una lluvia de cohetes, pasar más de tres horas encerrado en un búnker con su esposa y sus tres hijos y vivir la incertidumbre y el miedo que dejó una jornada de ataques en Israel, el país que lo acogió desde hace nueve años y donde formó una familia en Jerusalén.
“Es la primera vez que vivo algo así, había atentados, pero nunca algo como lo que pasó el sábado. Hasta el israelí entró en shock. Mi esposa pregunta cómo es posible que nos hayan sorprendido cuando estábamos durmiendo y cómo se metieron hasta nuestros hogares”.
Luis, su esposa Leah y sus tres hijos se refugiaron en el búnker de 30 metros cuadrados, o cuarto de seguridad, con el que cuentan su casa y que todas las viviendas de la ciudad deben tener por orden de la municipalidad.
“Nunca lo habíamos usado. Es un escudo, un cuarto hecho especialmente para resistir un ataque de misiles. Tiene ventanas, pero se cierran completamente y sólo queda un espacio pequeño para la respiración. Tienes un minuto para correr y jalar víveres, porque uno no sabe qué es lo que va a pasar. La tensión e incertidumbre se vivió todo el día, desde la mañana y hasta la noche”.
El oaxaqueño cuenta que lo más complicado fue mantener entretenidos a sus hijos y no comentar entre él y su esposa la situación que se estaba viviendo, como forma de protegerlos, aunque su hijo mayor, de ocho años, sí se dio cuenta de que “algo está mal, que estamos en riesgo”.
Luis, quien al igual que el resto de su familia tienen la nacionalidad israelí, no ha pensado dejar Israel. Pero sí ha comprado víveres por si se extendiera la emergencia.
“Me han adoptado como un hijo más. No me regresaría a México, aquí me han cobijado. Salir de Israel sería darle la espalda a mi gente, ya es mi pueblo”.
Luis explica que los israelíes tienen claro que ésta no es una guerra entre dos países, ni es un conflicto contra Palestina y su gente, quienes también son víctimas, sino que se combate a un grupo terrorista. “Los israelíes están conscientes de que el causante es el terrorismo y el Estado de Israel con quien está confrontándose es con ese grupo. Los palestinos no están involucrados como tal, sino que los ocupan como escudo, para que cuando Israel ataque ellos estén al frente. Es un conflicto muy complejo, pero lo tratamos de analizar. El atacante tiene nombre y se llama Hamas, no son los palestinos”, dice.
Dueño de un restaurante a menos de cinco minutos de la Ciudad Vieja de Jerusalén, que desde 2018 trajo el sabor de los tacos de México a Israel, Luis es uno de los al menos 5 mil mexicanos residentes en Israel, según cifras del gobierno mexicano.
Él y su esposa decidieron abrir este espacio, que nombraron Tacos Luis, como un homenaje a los sabores y tradición mexicana, negocio que ha sido muy bien aceptado en Jerusalén y que siguió prosperando, a pesar de que cerró año y medio durante la pandemia de Covid-19.
“Hemos tenido clientes de Palestina y de Israel, hasta en forma de broma he dicho que los tacos pueden hacer la paz en un país”, dice orgulloso. Hoy, la taquería de Luis está cerrada, tanto por su seguridad como la de sus empleados. La ciudad misma está paralizada, a la espera de que pase la violencia.