Las elecciones en Venezuela parecen desde 2013 un ciclo sin fin: el chavismo se declara ganador, en medio de dudas en el país y en el mundo.
La oposición desconoció los resultados anunciados por el Consejo Nacional Electoral (CNE) y proclamó como presidente electo a Edmundo González Urrutia. ¿Será el nuevo Juan Guaidó?
En enero de 2019 se autoproclamó Presidente encargado, desconociendo la presidencia de Nicolás Maduro. De la Unión Europea a Estados Unidos lo reconocieron como presidente… hasta 2021. Después de eso, Guaidó se quedó solo.
La oposición, después de desairar elecciones señalando que el gobierno hacía fraude, optó esta vez por formar un frente común que le plantara cara a Maduro.
La opción opositora más fuerte era María Corina Machado, pero el gobierno de Maduro la inhabilitó y fue así como González Urrutia, un exdiplomático, tomó la estafeta.
Encuestas le daban el triunfo por más de 30 puntos porcentuales, pero a la medianoche del 28, el CNE dio por ganador a Maduro.
Vino entonces una lluvia de críticas no sólo de la oposición, sino de parte de la comunidad internacional, y los reclamos de transparencia.
Hasta ahora, nada ha funcionado. Los países reaccionan con sanciones, manazos y regaños al estilo: “eres malo, malo, malo”. Pero todo es pasajero, algo de lo que Maduro y el chavismo son perfectamente conscientes. América Latina, además, está dividida ente extremos, y carece del liderazgo y la unidad necesarios como para ejercer realmente influencia o presión sobre Maduro.
Europa, ocupada como está con la guerra entre Rusia y Ucrania, y ante la posibilidad de regreso de un Trump que no es precisamente proeuropeo y que podría mermar a la OTAN, tiene otras prioridades.
Para millones de venezolanos que han tenido que salir del país por la crisis económica, social, de salud, que existe en Venezuela, las elecciones de este domingo eran la esperanza de poder volver a su patria. En cambio, lo que se prevé ahora es un nuevo éxodo masivo, facilitado, sí, por el resultado de las elecciones, pero también por la situación en Estados Unidos, que en noviembre va a las urnas, con la posibilidad de que Donald Trump, con sus políticas antiinmigrantes y amenazas de deportación masiva, regresen a la Casa Blanca.
Todo eso significará más presión para los países receptores y/o de tránsito, incluyendo México.
Los venezolanos saben lo que viene: más represión hacia la oposición, más dificultades económicas, más terror a enfermar por la falta de medicinas y la situación hospitalaria… Más de lo mismo… o peor.