El Papa muestra una leve sonrisa en el rostro. Es el último adiós de Francisco al mundo. Tiene un hematoma en un lado de la cara, que todavía refleja el sufrimiento de las últimas horas causado por el derrame, pero también confirma que el cuerpo no ha sido manipulado. Sin embargo, la imagen que perdura es esa sonrisa tenue de quien se despide de este mundo con serenidad.
Están presentes los signos litúrgicos previstos para el sepelio de un sumo pontífice: la casulla roja, el palio, la mitra blanca en la cabeza. Finalmente, las manos entrelazadas en un rosario de cuentas negras, tal vez uno de aquellos que él mismo solía regalar a quienes lo visitaban, junto con el anillo de plata que llevó desde sus tiempos en Argentina.
Con estos signos de fe, el Papa Francisco se presenta, antes del último adiós, el sábado, en los funerales.
Papa Francisco no fue embalsamado tras su muerte
En esta capilla, el cuerpo sin vida de Jorge Mario Bergoglio yace dentro de su féretro, ataviado con una casulla roja y mitra blanca, sosteniendo un rosario entre las manos, mientras dos guardias suizos lo escoltan, según las primeras imágenes oficiales tomadas el lunes y difundidas este martes, que ya dieron la vuelta al mundo.
Según la prensa italiana, se espera la asistencia de medio millón de fieles al funeral, junto a jefes de Estado y monarcas de todo el mundo.
El diario Corriere della Sera informó que los restos mortales de Francisco no han sido embalsamados, como es tradición, sino sólo preparados con inyecciones para ralentizar su descomposición.
Varios elementos simbólicos lo acompañan en su despedida.

El féretro donde yace el cuerpo del papa Francisco
Su cuerpo, por expreso deseo de Francisco, fue colocado en un sencillo ataúd de madera y zinc y no en el catafalco ni en los tres ataúdes utilizados para los pontífices anteriores.
El féretro es simple, de color marrón, sin decoraciones. En la muerte como en la vida, todo está marcado por la absoluta sencillez. Así como su habitación de hotel se convirtió en su departamento, hoy su última “casa” es un ataúd de madera como el de cualquier persona común.
La casulla roja
El Papa viste una casulla roja, cuyo color simboliza el amor y también la sangre derramada por Cristo, que los sacerdotes suelen usar el Domingo de Ramos, el Viernes Santo, la Fiesta de la Cruz y Pentecostés.
Las vestiduras rojas, previstas por la tradición, parecen, a simple vista, demasiado regias para un Papa que desde el inicio eliminó todos los adornos, incluso en su ropa papal y en las vestimentas litúrgicas. Pero, en un estilo verdaderamente “franciscano”, se trata de ropas ya usadas y no confeccionadas para la ocasión.
“Francisco —revela el diseñador Filippo Sorcinelli— yace, tal como él lo estableció, del mismo modo en que vivió: con sencillez, pero respetando las antiguas normas vaticanas. La casulla roja, que no fue confeccionada por nosotros, ya formaba parte del repertorio y era usada regularmente en la sacristía“.
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El palio y la mitra blancas
Francisco también viste el palio, o estola blanca (en este caso con cruces negras) que los sacerdotes generalmente se colocan sobre los hombros para manejar la custodia con el Santísimo Sacramento, durante las exposiciones y bendiciones.
Según la tradición, las del Papa fueron realizadas con la lana de dos corderos de los monjes trapenses de Tre Fontane y tejidas, siempre según las costumbres vaticanas, por las monjas de clausura de Santa Cecilia en Trastevere.
En la cabeza lleva una mitra blanca, la episcopal. En el pasado, para ocasiones solemnes, los Papas llevaban la tiara, el tocado de metales preciosos compuesto por tres coronas superpuestas para indicar su triple poder: “Padre de príncipes y reyes, Rector del mundo, Vicario de Cristo en la tierra”. Pero la tiara fue abolida por Pablo VI .
“La mitra hecha por nuestro taller también ha sido usada anteriormente”, reveló Sorcinelli.

El anillo de plata y el rosario
En el dedo anular de su mano derecha, Francisco lleva el anillo de plata que siempre usó, desde la época en que estaba en Buenos Aires. No es el Anillo del Pescador, que el Papa recibe en memoria del “Te haré pescador de hombres” , dicho por Jesús a Pedro, en la Misa solemne al inicio de su pontificado y que se rompe a su muerte, para simbolizar el fin de su poder temporal.
Entre sus dedos también hay un rosario. El Papa siempre ha sido muy devoto de la Virgen, tanto que quiso ser enterrado en Santa María la Mayor, junto al ícono “Maria Salus Populi Romani”, pintado del natural según la tradición por el evangelista Lucas.
También debe colocarse en el ataúd, encerrado en un tubo metálico, la “escritura”, es decir, el documento que contiene un breve resumen de su pontificado, además de la medalla y las monedas acuñadas durante su reinado.
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Desde anoche, tras el rito de constatación de la muerte, Francisco yace en el ataúd, abierto al principio para el homenaje de sus colaboradores y, desde mañana, para todos los fieles que deseen despedirse. Nada de catafalco, según su indicación, porque, como él mismo dijo, quería ser sepultado dignamente, como un “cristiano”, pero no como un rey.
La capilla está en la planta baja de la Casa Santa Marta. Al fondo, custodian dos guardias suizos con alabardas. Uno de ellos es de piel negra, testimonio de la ‘pluralidad’ que caracteriza hoy a la sociedad suiza y, en consecuencia, también a la Guardia Pontificia: un aspecto que, sin duda, no habría disgustado al papa Francisco.
sg/mcc