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San José.- Más de un millón 300 mil colombianos de 148 de los mil 120 municipios de Colombia consumieron agua contaminada con inviabilidad sanitaria y alto riesgo para su salud en 2023. El 90 % de las fuentes acuíferas de Guatemala están contaminadas, en un círculo de deterioro social. Miles de pobladores de Tumbes, un departamento (estado) en el extremo noroccidental de Perú, protestaron este mes por el continuo desabasto de agua.
Más de 10 millones de los 661 millones de latinoamericanos y caribeños defecan al aire libre, en una zona en la que el acceso y el control de los recursos naturales, como el agua, son fuentes potenciales de tensiones transfronterizas en un contexto de condiciones climáticas y de lluvias.
Chile podría encabezar el escalafón latinoamericano y caribeño de estrés hídrico: el 49% del territorio chileno sufre sequías y en 58 comunas hay carencia de agua.
El Corredor Seco Centroamericano, que se extiende por Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, mostró una alta vulnerabilidad al impacto del cambio climático y, en particular, con largos períodos de sequía combinados con lluvias excesivas e inundaciones severas.
En el contexto de que el viernes se conmemoró el Día Mundial del Agua, proclamado en 1992 por la Organización de Naciones, una realidad daña a América Latina y el Caribe: la contaminación y la escasez del agua.
Los distintos casos de Colombia, Guatemala, Perú, Chile y Centroamérica sólo evidenciaron la profundidad de un conflicto de carácter hemisférico.
Una advertencia que el jefe de la Unidad de Cambio Climático y Determinantes Ambientales de la Salud de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Daniel Buss, lanzó en un encuentro internacional en Costa Rica el 12 de este mes desnudó la realidad y cuyos detalles fueron compartidos a EL UNIVERSAL.
“América Latina y el Caribe es la región más inequitativa del mundo, con más de 10 millones de personas que practican la defecación al aire libre, que en general son impactados por un conjunto de efectos negativos, entre ellos la mala calidad del aire y la contaminación”, adujo.
“Se hace necesario el aumento de financiamiento para que haya servicios para todas las personas, para enfrentar enfermedades trasmitidas por el agua con un fuerte foco en el área local”, explicó.
Argentina se precipitó desde 2022 en una de las peores sequías de su historia y casi el 55% de sus más de dos millones 780 mil kilómetros cuadrados enfrentó la falta de lluvias, con estrés hídrico y pérdidas económicas por unos 20 mil millones de dólares acumuladas a 2023.
Argentina registró en 2023 un desplome aproximado del 28% de sus exportaciones agrícolas frente a 2022, con el mayor deterioro en la sanidad de sus cultivos desde prácticamente 1983 con una onda expansiva en trigo y soja… por la falta de agua.
El Servicio Meteorológico de México anticipó en febrero anterior que el 81.87% del territorio mexicano registró el golpe de la sequía, en un inquietante contexto parecido al que mostró el resto de América Latina y el Caribe en 2024.
“Hay preocupación por la disponibilidad del recurso”, dijo el colombiano Carlos Camargo, jerarca de la (estatal) Defensoría del Pueblo de Colombia, al confirmar el hallazgo de que 148 municipios consumieron agua contaminada.
Al insistir en que se trata “de un derecho humano del que deben gozar las personas en el territorio nacional, y en cualquier parte del mundo”, Camargo instó a las instancias nacionales, departamentales y locales a garantizar “el suministro efectivo de agua y su mínimo vital bajo los criterios de calidad, disponibilidad y accesibilidad”.
Tras confirmar en 758 de los mil 120 municipios “no fue evaluada la calidad del agua”, reveló que significaría que más de 8 millones 889 colombianos—en un país de unos 52 millones de habitantes—quedaron afectados por la calidad del agua para consumo humano.
Chile, entre tanto, se habría convertido en la nación del área con mayor conflicto hídrico. La (estatal) Universidad de Chile alertó que ese país transitó por una fallida gestión del agua, con mayor demanda que oferta del líquido para consumo humano o para usos agroindustriales y de otras actividades.
Sobre la situación en Guatemala, y basada en datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), la agencia española de noticias EFE reportó esta semana que, a pesar de que ese es un país con abundancia de recursos hídricos, “6 de cada 10 hogares no tienen agua potable y 5 de cada 10 no están conectados a la red de drenajes”. El 90% de sus fuentes están contaminadas, recalcó.
En otro foco centroamericano de controversia, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés) describió al Corredor Seco como “una zona altamente vulnerable a eventos climáticos extremos, donde periodos largos de sequía son seguidos de lluvias intensas que afectan fuertemente los medios de vida y la seguridad alimentaria de las poblaciones locales”.
“El 80% de los pequeños productores viven en pobreza, y muchas personas se ven obligadas a migrar”, informó.
Del total aproximado de 48 millones de habitantes en esos cinco países, en el Corredor residen unos 10 millones que “se dedican a actividades agrícolas, en especial a la pequeña a la pequeña producción de granos básicos”, según la FAO.
En el área de Tumbes, la (estatal) Defensoría del Pueblo informó este mes que la falta de agua “de manera continua” perjudicó, entre muchos otros sectores, a ciudadanos e instituciones educativas.
“Se evidenció la falta de agua suficiente en dichos planteles debido a que sólo hay suministro de agua por algunas horas y no diariamente, situación que impide cubrir las necesidades de aseo básico de los estudiantes”, reportó.
Entre tanto, el Canal de Panamá entró en crisis por la escasez de agua, en un proceso que se agravó desde 2016 y que llevaría a reducir la cantidad de embarcaciones que cruzan en ambas rutas entre los océanos Atlántico y Pacífico.
La crisis hídrica en Panamá ocasionó que el paso por el Canal, abierto en 1914 y por el que transita más del 5% del transporte marítimo mundial, fue restringido y se prevé que habrá más restricciones y con variantes en el calado permitido.
América Latina y el Caribe se precipitaron en 2024 a una aguda crisis por la sequía, que continuó azotando azota desde México, por el norte, a Uruguay por el sur, pero también por el ineficiente manejo de los recursos hídricos, la falta de lluvias y los fenómenos de La Niña, El Niño y las consecuencias generalizadas y combinadas del cambio climático.
El Niño—Oscilación del Sur (ENOS) definió al calentamiento anómalo del mar, humedad, fuertes aguaceros e inundaciones y debilitamiento de los vientos alisios con arrastre de lodo, piedras, grava, sedimento, arena y arcilla en el hemisferio sur del Pacífico.
La Niña identificó a la etapa fría o contraria a ese proceso, al descender las temperaturas ecuatoriales. Ambas fases se insertaron en el panorama del cambio climático, provocado por la intensificación del efecto invernadero ante las emisiones industriales por la quema de combustibles fósiles, entre otros factores.
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