
Para el presidente estadounidense, Donald Trump, no hay mayor enemigo ni rival, que China. Desde su regreso a la Casa Blanca, ha intentado marcar un “con nosotros o con China”, imponiendo restricciones y sanciones a quienes negocien con el gigante asiático. Pero el acercamiento de Beijing, particularmente con Sudamérica, ha sido un trabajo de años, y el alcance es hoy de tal dimensión, que los esfuerzos del republicano llegan demasiado tarde.
De la soya al litio, de los autos a la infraestructura, incluyendo puertos, de las energías renovables al sector eléctrico, las relaciones comerciales de China con Sudamérica son extensas y profundas.
Del lado sudamericano, las exportaciones principales a China son minerales, petróleo, soya y carne bovina. Pero también es cada vez más común ver cerezas chilenas en las celebraciones del Año Nuevo chino, o café brasileño en cafeterías del país asiático, o mariscos latinoamericanos en los mercados chinos.
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Ya desde 2022, China se convirtió en el primer destino de exportación desde países como Brasil, Chile, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela. Y es el origen principal de las importaciones de Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Perú, Venezuela. Y sí, también de Argentina, pese a la cercanía reciente del presidente Javier Milei con Trump, y de Ecuador, pese a los esfuerzos de Daniel Noboa por entrar en el “circulo íntimo” del mandatario estadounidense.
De acuerdo con datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), a inicios de siglo los negocios de China en Latinoamérica y el Caribe apenas si llegaban a los 14 mil millones de dólares. En 2023, de acuerdo con un informe de la BBC, que usó datos de la administración china de Aduanas, el intercambio de mercancías superó los 480 mil millones de dólares.
En 2024, el volumen total de comercio bilateral entre China y América Latina y el Caribe alcanzó los 518 mil 467 millones de dólares, con importaciones que superaron los 241 mil 460 millones, un crecimiento de 46% en comparación con 2019, según cifras de Administración General de Aduanas de China.
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“El peso global de China ya no se limita al comercio y la inversión; ahora está moldeando activamente las políticas económicas de regiones enteras”, convertido en “el mayor socio comercial de Sudamérica”, señala Angel Saz-Carranza, profesor en la Esade Business School, en el artículo La opinión sobre China está remodelando el sector energético de Sudamérica.
La relación comercial es tal que, frente a las amenazas arancelarias de Trump, en Brasil resaltan que la economía brasileña no depende ya de Washington y destacan el superávit comercial de 30 mil mdd con China.
En Perú, el exministro de Economía José Arista dijo que los aranceles estadounidenses tendrían un impacto “mínimo”, dado que su mayor socio comercial es China, que devora el cobre peruano, y que construyó un puerto enorme en la costa peruana para impulsar el comercio bilateral.
En Panamá, la empresa CK Hutchinson Holdings es dueña de los puertos de Balboa y Cristóbal, a ambos lados del canal, un asunto que tiene particularmente enfurecido a Trump. En el puerto de Paranaguá, en Brasil, China Merchants Port Holdings es accionista.
En el Caribe, China tiene inversiones en el estratégico puerto de Freeport, en Bahamas, y en Kingston, en Jamaica.
“En los últimos 20 años, China aumentó sus conexiones marítimas en más de 60%. Hoy, es el país mejor conectado a nivel global por vía marítima. Tiene 95 puertos en todo el mundo. Y seis de ellos figuran en el ranking de los 10 mayores del mundo”, dijo a DW Agustín Barletti, autor del libro El hambre del dragón: el plan de China para comerse el mundo, publicado en 2022.
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La cereza del pastel es el puerto peruano de Chancay, construido por la naviera china Cosco. “Los peruanos piensan que China le hizo un puerto al Perú; pero no; China se hizo un puerto en Perú, que es muy diferente”, afirmó a DW Daniella De Luca, jefa de carrera en la Escuela de Negocios Internacionales de la Universidad de Valparaíso, en Chile.
En Bolivia, los chinos han firmado acuerdos para la industrialización del litio, pero también buscan financiar un tren bioceánico que uniría Brasil y Perú atravesando territorio boliviano.
En Brasil, China está apostando en sectores como el del transporte ferroviario, los vehículos eléctricos y la energía.
El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva “ve a China como un socio para reequilibrar el poder mundial, no sólo como un socio comercial, sino como un contrapeso geopolítico a la hegemonía estadounidense”, dijo al The New York Times Matias Spektor, profesor de Política y Relaciones Internacionales en la Fundação Getulio Vargas, una universidad brasileña. “La estrategia de Lula es clara: diversificar las alianzas de Brasil, reducir la dependencia de Washington y reafirmar a Brasil como un líder influyente en un mundo cada vez más multipolar”. Y así lo dejó claro el brasileño con su impulso de los BRICS y en el reciente foro China-CELAC.
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China también es el principal proveedor de Colombia de maquinaria electrónica, productos electrónicos, pero también vehículos, ropa y productos farmacéuticos.
La apertura de una ruta marítima comercial que conecta Shanghái con Buenaventura, y la incorporación formal de Colombia a la iniciativa de la Franja y la Ruta, en el marco del foro China-CELAC, son un ejemplo de la creciente influencia china en el país sudamericano.
China se ha convertido también en un destino importante de las exportaciones chilenas (37%).
Si en el pasado las relaciones comerciales con China se centraban en materias primas, hoy la situación ha cambiado. El país asiático está afianzando sus inversiones en energías renovables, sistemas 5G y baterías recargables, además del sector de los vehículos eléctricos.
“China busca fortalecer sus empresas mientras avanza en sistemas sostenibles”, señaló a El País Evan Ellis, especialista sobre América Latina del Colegio de Guerra de los Estados Unidos. “China es consciente de que el futuro está en los vehículos eléctricos, por ello está posicionándose para que sus compañías se consoliden en la región”. BYD, Beigi Foton y Chery tienen particularmente en la mira a Brasil y Argentina pero, fuera de Sudamérica, también a México.
China destaca también en la producción de paneles solares. Y aunque en Latinoamérica la adopción de fuentes de energía renovable avanza a paso lento, China está aprovechando el monopolio que tiene en el sector, indica la revista Foreign Affairs.
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China es un ávido comprador de minerales y otros recursos de países como Brasil, Perú y Chile. Pero las compras se han diversificado
Por ejemplo, Chile es ya el segundo mayor exportador de frutas frescas para China; el mango peruano ha encontrado buen destino en Guangzhou; el camarón blanco de Ecuador encabezó la “lista de camarones más vendidos” en China, según la plataforma de comercio electrónico DJ.com.
“Flores como las rosas ecuatorianas, las hortensias colombianas y las amarilis peruanas han ganado popularidad en China. Durante el Año Nuevo Lunar de este año, más de 40 mil rosas ecuatorianas se vendieron en el mercado mayorista de flores Xinfadi en Beijing, para satisfacer la alta demanda de las festividades”, señaló el diario colombiano El Tiempo.
Frente a los aranceles, y en general la política comercial de Trump, China ha abierto los brazos a Latinoamérica, particularmente Sudamérica. La guerra Estados Unidos-China y el proteccionismo de Trump pueden empujar más a la región hacia el gigante asiático. Sin embargo, expertos como Jorge Blázquez-Lidoy, Javier Rodríguez y Javier Santiso lo advirtieron ya: China puede ser un “ángel o un demonio” para la región. “Para América Latina, el crecimiento chino constituye a la vez una amenaza y una oportunidad”, dijeron en el texto “¿Ángel o demonio? Los efectos del comercio chino en los países de América Latina”. Falta ver cómo termina la historia.
¿Y México?
De acuerdo con la Secretaría de Economía, la inversión extranjera directa de China en México sumó 2 mil 549 millones de dólares entre 2006 y septiembre de 2024.
Las principales inversiones chinas en México se concentran en la industria manufacturera, particularmente el sector automotriz y electrónico, pero también ha aumentado la inversión china en energía, transporte e infraestructura. BYD, Beigi Foton y Chery están invirtiendo en la fabricación de automóviles y baterías.
También hay participación china (encabezada por CRRC Zhuzhou Locomotive Co. Ltd) en la modernización de la Línea 1 del Metro de la Ciudad de México, así como en la adquisición de autobuses eléctricos (trolebús).
Además de nueve unidades de Tren Ligero para el Servicio de Transporte Eléctrico de la Ciudad de México, CRRC fabrica 29 trenes para la Línea 1 del Metro.
China también cuenta con terminales en los puertos de Manzanillo, Ensenada, Lázaro Cárdenas y Veracruz.
De su lado, la principal exportación de México a China son minerales como el cobre o el hierro (constituyen alrededor de 30% del total de exportaciones mexicanas a China), pero también maquinaria eléctrica, autopartes y hasta cerveza (México se ha convertido en el principal exportador de cerveza a China, superando a Alemania. Para este año, se tiene proyectado superar los 7 mil millones de dólares en exportaciones de cerveza).