.— Momentos después de que las aguas torrenciales irrumpieran por la puerta de su casa, Mari Carmen Pérez recibió un mensaje de texto de alerta de las autoridades regionales españolas advirtiéndole sobre la posibilidad de inundaciones repentinas. Para cuando el teléfono de Pérez vibró, el agua ya había inundado su cocina, sala y baño, obligando a ella y a su familia a huir al piso superior.

La limpiadora de 56 años, del Barrio de la Torre en Valencia, fue una de las afortunadas. Más de 150 personas murieron, muchas atrapadas en vehículos o en la planta baja de sus casas, cuando los cauces de los ríos alimentados por la tormenta se desbordaron y arrasaron docenas de localidades en las afueras del sur de la ciudad de Valencia.

“En este momento, y de forma provisional, la cifra de víctimas mortales asciende a 155 personas”, indicaron en un comunicado por la tarde los servicios de emergencia de la Comunidad de Valencia, la más afectada por las lluvias torrenciales que cayeron entre martes y miércoles. Otras dos personas fallecieron en la vecina Castilla-La Mancha y una más en Andalucía.

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Al total se suman “decenas y decenas de desaparecidos”, indicó el ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres, en rueda de prensa la noche del jueves. Esto hace temer que siga aumentando el saldo, que ya es el más elevado por un desastre meteorológico en España desde las inundaciones que dejaron 300 fallecidos en octubre de 1973.

El enorme número de muertos ha suscitado preguntas sobre cómo esto pudo suceder en un país de la Unión Europea (UE) que destaca en seguridad pública.

Al tiempo que los rescatistas continuaban sacando cuerpos del barro y los escombros el jueves, también comenzó a crecer la ira entre las familias y amigos que lloran a los seres queridos perdidos y muchos más miles cuyos medios de vida han sido destrozados por el diluvio. Los pobladores salieron en busca de suministros básicos, con sus autos arruinados y las calles intransitables debido al barro y los escombros.

El gobierno regional valenciano está siendo criticado por no enviar advertencias de inundación a los teléfonos móviles hasta las 8 de la noche del martes, cuando las inundaciones habían comenzado en algunos lugares y mucho después de que la agencia nacional de meteorología emitiera una alerta roja indicando lluvias intensas.

Carlos Mazón, presidente regional de Valencia del conservador Partido Popular, defendió la gestión de la crisis de su gobierno, al afirmar que los supervisores se ajustaron al protocolo estándar coordinado por el gobierno central de España. El Ministerio del Interior de España dijo en un comunicado que los gobiernos regionales son responsables de enviar alertas para advertir a la población sobre posibles inundaciones y otros desastres naturales.

Mazón también está bajo fuego por su anuncio a la 1 de la tarde del martes de que el frente de tormenta perdería fuerza para las 6 de la tarde. Ocurrió lo contrario.

La magnitud y violencia del evento meteorológico extremo fue impactante y extremadamente difícil de preparar y predecir para cualquier gobierno. Pero Valencia, en la costa mediterránea de España, tiene un historial de tormentas otoñales que producen inundaciones, aunque de menor magnitud que esta monstruosa tormenta. La agencia nacional de meteorología de España había alertado a autoridades y a la población a través de su sitio web y redes sociales el domingo, dos días antes que ocurriera la tragedia, que había 70% de posibilidades de lluvia torrencial.

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La agencia luego emitió una alerta roja, el nivel más alto de advertencia, por mal tiempo tan temprano como a las 7:30 de la mañana del martes, cuando ya se avecinaba el desastre. Andreu Salom, alcalde del pueblo valenciano de L’Alcudia, dijo a la cadena nacional RTVE que su pueblo perdió al menos a dos habitantes, una hija y su madre anciana que vivían juntas, y que la policía sigue buscando a un camionero desaparecido. Se quejó de que él y sus conciudadanos no tuvieron advertencia del desastre que ocurrió cuando el río Magro se desbordó.

La emergencia meteorológica “continúa”, advirtió en una visita a la región el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, quien pidió a los habitantes de Valencia quedarse “en casa” para “salvaguardar” vidas. La agencia estatal de meteorología, Aemet, decretó en la mañana alerta roja por lluvias en Castellón, una zona de la Comunidad Valenciana al norte de las partes más afectadas, pero en la tarde rebajó su peligrosidad a naranja.

Los científicos advierten desde hace años que fenómenos meteorológicos extremos como olas de calor o este tipo de tormentas son cada vez más frecuentes e intensos por el cambio climático. Las lluvias torrenciales que azotaron España fueron 12% más intensas y dos veces más probables que cuando el clima no se había calentado, estimaron los científicos de la red World Weather Attribution, que evalúa la relación entre los fenómenos meteorológicos extremos y el cambio climático.

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