En Guatimozín, una pequeña ciudad del sudeste cordobés, en , una docente de secundaria se alarma por los comentarios que escucha en los pasillos del colegio. El universo de las apuestas online es parte de la conversación de sus alumnos y la profesora resalta la peligrosidad que esta situación supone para los adolescentes.

No es un caso aislado. Coinciden con ella los especialistas en psicología y psiquiatría consultados por La Nación, quienes también advierten sobre un crecimiento del fenómeno, sobre todo en sus consultorios, destacan que la pandemia dinamizó el desarrollo de los sitios de juegos en línea y apuntan a fortalecer las herramientas para controlar la edad de quienes acceden a ellos.

“Los alumnos lo hablan de forma muy abierta y hasta bromean entre ellos con frases como ‘este debe plata’, ‘él ganó’, ‘con lo que obtuve, salí todo el finde’”, detalló a este medio Ana Paula Casalengo, profesora de Historia en la provincia de Córdoba.

La docente enfatizó que lo que más le preocupa de esta situación es que los adolescentes lo ven como algo que no presenta riesgos: “Ya sabemos las consecuencias terribles que las adicciones pueden provocar, mucho más si hablamos de menores de edad con una conducta y personalidad en desarrollo”.

Casalengo trató de hablar con sus alumnos para que tomen conciencia de la situación de peligro a la que se exponen. Sin embargo, señala que los adolescentes lo toman como una actividad de entretenimiento. “Para ellos solo es diversión y se jactan de lo que ‘ganan’. Yo trato de que entiendan que siempre es más lo que se pierde. El ingreso al círculo de apuestas a una edad tan temprana puede ser determinante para el futuro”, subraya.

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Por ley, los menores de 18 años no pueden participar de juegos de apuestas. La Asociación de Loterías, Quinielas y Casinos Estatales de Argentina (ALEA) precisa cómo se regula el ingreso a este tipo de sitios.

“Cada apostador debe identificarse para acceder y jugar en las plataformas de juego oficiales. No hay anonimato posible y no está permitido el registro de menores de edad”, indican a La Nación y destacan que cruzan los datos de identificación, domicilio y residencia con las bases del Registro Nacional de las Personas (Renaper).

Si un menor, no obstante, accede con la información de sus padres, un hermano mayor o un amigo que tenga más de 18 años, ALEA no tiene forma de verificar la adulteración de identidad. “Es algo que depende de la responsabilidad parental”, señalan desde la asociación que nuclea a todos los organismos estatales que regulan, administran y controlan la actividad lúdica en la Argentina.

Un estudio presentado en octubre de 2019 por ALEA y confeccionado por la consultora Zuban Córdoba y Asociados, identificó que el 1.6% del total de los mil 200 encuestados es jugador patológico; 2.6% es un jugador en problemas; 6% es un jugador en riesgo; 17% jugador social, y 70.8% no participa de estas actividades.

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Según los datos aportados por ALEA, hoy las jurisdicciones que cuentan con un juego online regulado, reglamentado y operativo son: Chaco, Entre Ríos, Misiones, Río Negro, San Luis, la Capital, Tucumán, La Pampa, Santa Cruz, Neuquén, Buenos Aires, Formosa, Santa Fe, Jujuy, Salta, Chubut y, las más reciente, Catamarca y Mendoza.

Hace tres años, solo tres provincias tenían habilitado el juego online: Tucumán, Misiones y San Luis. La pandemia, con el cierre de salas y agencias, aceleró el proceso de regulación.

¿Ganancia sin riesgo?

Los jóvenes son más propensos a ilusionarse con esta situación de ganancia sin riesgo. No tienen tanta conciencia de la realidad, de lo que es ganar, perder, y del valor del dinero. Ponen expectativas mágicas en ganar y son más vulnerables”, señala Diana Litvinoff, psicoanalista de Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y autora del libro El sujeto escondido en la realidad virtual.

Litvinoff cuestiona, además, cómo estos alumnos consiguen financiar sus apuestas en línea. “Un chico que ingresa a estos sitios de juego seguramente cuenta con una tarjeta de crédito y es importante indagar cómo tiene acceso, a partir de qué y cuál es el manejo que hace. Probablemente no tiene conciencia de los límites, de los riesgos, de lo que significa cuidar y robar una tarjeta y eso indica que estamos ante un problema familiar”, resalta.

Geraldina Peronace, psiquiatra y especialista en adicciones, precisa que en la adolescencia el cerebro está en una etapa plena de desarrollo neurobiológico y no llegó a a formarse completamente, algo que se logra a los 24 o 25 años. “Esto hace que los jóvenes sean mucho más temerarios en las decisiones que toman, más impulsivos y atrevidos, y que no piensen tanto las cosas”, destaca. Y enfatiza que antes de entregarle un celular a un chico hay que ocuparse de la vida offline. “Es muy importante trabajar sobre la realidad de las cosas, en la emocionalidad de las personas, en las relaciones humanas y en el contacto con la naturaleza para después pasar a la vida online”.

“No llama la atención el incremento de problemas de adolescentes con las apuestas online si se tiene en consideración que Argentina aparece en un estudio de Unicef como el país de la región en el que los jóvenes pasan más tiempo en internet, un promedio de cuatro horas por día”, completa Peronace.

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Adolescencia perdida por la adicción a las apuestas

Carlos tenía 14 años cuando ingresó por primera vez a un casino. Lo llevó su padre, junto a su hermana y su cuñado. “Siempre tuve una contextura física grande y nunca me pidieron identificación”, explica. Hoy, con 27 años y casi cinco de abstinencia del juego, revisa su pasado, recuerda el desarrollo de su adicción y cómo se introdujo al universo de las apuestas online.

Empezó a ir solo. Al principio con el poco dinero que le daban sus padres para moverse, y luego con lo que juntaba con trabajos esporádicos. “Siempre fui muy audaz. Los fines de semana le sacaba el auto a mi mamá y me iba a trabajar de taxista con 16 años”, detalla Carlos. La remisería se ubicaba al lado de una casa de juegos y, según recuerda, muchas noches de trabajo estaban mezcladas con apuestas.

“Yo no me daba cuenta de que mis problemas eran emocionales, de que mis papás estaban separados y yo no estaba casi nunca con mi papá, solo con mi mamá. Pero yo no dimensionaba que el problema era ese”, señala el joven, que hoy es parte parte de JA.

Hacía calor y estaba de ojotas y pantalón corto. Por eso, no lo dejaron ingresar al casino ese día, pero sí le permitieron comprar una tarjeta para hacer apuestas en línea. Fue ese día que se introdujo a ese mundo digital. Tenía 18 años y no paró hasta los 22.

En octubre de 2018, luego del Mundial de futbol y de haberse endeudado con apuestas deportivas, Carlos pidió ayuda. “Tenía créditos mensuales y semanales que pagar y estaba desesperado. Mi mama tiene un kiosco y mi abuela es jubilada, no es que tengamos una muy buena situación económica. Yo no sabía cómo hacer para no trasladarle mi problema a ellas. Quería hacerme cargo. Fue ahí que entré a JA”, señaló.

Después de una recaída en noviembre de ese año, el joven pudo controlar su compulsión. “Veía que mis amigos eran felices y yo no disfrutaba de mi vida. Estoy convencido de que perdí casi toda mi adolescencia por el juego. Tengo borrados buenos recuerdos de mi juventud porque en ese momento yo estaba jugando”.

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