Más Información
Donald Trump está, hoy más que nunca, en donde siempre quiso estar: en el centro de necesidad de todos los países del mundo. Todos hablan de él, todos piensan sobre él, todos intentan acercarse a él. No a Estados Unidos, a él. El presidente norteamericano es en partes iguales un empresario transaccional que exige un rédito tangible e inmediato a cualquier acción y un showman que está siempre ávido de atención y elogios.
Nada lo ha dejado más claro que los aranceles con los que el mandatario quiere reformular la economía global, repotenciar la capacidad industrial de su país, acomodar las cuentas públicas norteamericanas y saldar cuentas con las naciones que, según él, saquearon a Estados Unidos.
Los aranceles le dan algo que hasta ahora no había tenido: centralidad total y decisiva en más de 180 países.
Lee también Más de 50 países piden negociar aranceles con Trump; impuestos entraron en vigor el sábado 5 de abril
Ya no es un solo mandatario que provoca espantos o fanatismos más allá de su país, o la principal cara de las batallas culturales del siglo XXI o el líder de la potencia preponderante de la historia contemporánea. Ahora es un dirigente que, al replantear la relación comercial de Estados Unidos con cada nación del mundo por separado, se mete de lleno en la economía y la política de esos países e interpela a sus propios presidentes.
Hoy los ciudadanos de cada nación están atentos y vigilantes a cómo sus líderes le responden a Trump; de esa reacción depende una porción de sus economías domésticas.Muchos de esos jefes de Estado o de gobierno, como el presidente argentino, Javier Milei, buscaron hacer valer su amistad con el mandatario norteamericano para proteger los intereses comerciales de sus países. A pocos les funcionó por ahora.
Otros, menos cercanos y más recelosos de Trump, optaron por la distancia mientras buscan la fórmula adecuada para responder a los aranceles. Aunque su éxito está por verse, siguen el camino de dirigentes que se plantaron ante la Casa Blanca y algo ganaron. Entonces, ¿qué es mejor?
Los súper amigos: de Milei a Netanyahu

El presidente norteamericano cuenta entre sus pares, actuales y pasados, con un club de fans. Milei, Nayib Bukele, Jair Bolsonaro y Benjamin Netanyahu lo integran desde que el magnate inmobiliario llegó por primera vez al poder. Hoy, cada uno tiene un lazo único con Trump.
Milei se mimetiza con Trump en sus modos, su batalla cultural y su ideología y busca su respaldo salvador ante el FMI. Jair Bolsonaro aspira a que el regreso de Trump a la Casa Blanca pese a sus causas judiciales le ayude a él a resucitar su futuro político en Brasil.
Nayib Bukele explota la condición de outsider de ambos y, mientras tanto, ofrece sus prisiones para migrantes criminales a cambio de unos cuantos dólares. Netanyahu comparte su vocación autoritaria y necesita el aval sin críticas de la Casa Blanca en su ofensiva contra Hamas. Todos lo necesitan al presidente norteamericano y le prodigan sus alabanzas cada vez que pueden.
Lee también Donald Trump, la era de la purga federal
Para Trump, sin embargo, donde hay negocios, no hay amistad. A todos –al menos a los que son presidentes– les impuso aranceles.El peor bochorno recayó sobre el mayor de los súper amigos de Trump, Netanyahu. El martes pasado, su gobierno ordenó cancelar todos los aranceles sobre importaciones norteamericanas en anticipación del anuncio del miércoles. “Además de los beneficios económicos que traerá, esta medida nos permitirá fortalecer la alianza entre Israel y Estados Unidos”, dijo el comunicado del gobierno de Netanyahu. Esa decisión alcanzó solo al 4-5% de las importaciones; el resto está exenta de tarifas desde que ambas naciones firmaron un acuerdo hace 40 años.
El guiño de Israel fue ignorado doblemente por Trump. No solo le impuso aranceles sino que el nivel superó el umbral básico del 10% y llegó al 17%.El líder israelí recibió ayer una ayuda para salvar la cara. El presidente norteamericano lo convocó mañana a la Casa Blanca para discutir su plan de paz y los aranceles.
De nada sirvió el viaje y la voluntad de Milei; el primer mandatario en negociar en persona un nuevo arreglo comercial con Trump será Netanyahu.
Lee también Muere segundo menor en EU por causas relacionadas al sarampión; se trata de una niña de 8 años
Nadie ni nada importa más que los negocios, pero algunos amigos son más relevantes que otros: Netanyahu conduce un país central en el ajedrez geopolítico y estratégico de Estados Unidos; Milei, no.
Los pragmáticos: De Macron a Sheinbaum

Cuando el presidente norteamericano ganó las elecciones de noviembre pasado, Pierre Poilievre no dudaba en decirse fan del dirigente republicano. El líder del Partido Conservador de Canadá buscaba repetir el fenómeno electoral de Trump en su país. Su objetivo parecía cercano: le sacaba casi 30 puntos de ventaja al Partido Liberal, debilitado por la caída de popularidad de su entonces jefe y primer ministro, Justin Trudeau.
Pero la imprevisibilidad de Trump se metió en el camino. Una vez en el poder, el presidente norteamericano comenzó con su ataque expansionista y arancelario contra Canadá. Golpeado como nunca, Trudeau renunció y fue reemplazado por el economista Mark Carney, que, con su estilo seco e imperturbable, apenas tardó minutos en desafiar a Trump y amenazarlo con una contraofensiva arancelaria.
Lee también Zelensky lamenta falta de "respuesta" de EU tras rechazo de Putin a cese el fuego; "esperamos que responda"
Carney rivalizó con el presidente norteamericano y se disparó en los sondeos, tanto que hoy le lleva a Poilievre una ventaja de ocho puntos porcentuales, según el último sondeo de Angus Reid, para las elecciones del 28 de abril próximo.
Trazarle límites a Trump también les sirvió a dos líderes de castigada popularidad para recuperarse en los sondeos.
El presidente francés Emmanuel Macron y el primer ministro británico Keir Starmer son las caras visibles de una Europa que no quiere saber mucho de Trump, pero que necesita a Estados Unidos, su socio estratégico irremplazable desde el fin de la Segunda Guerra. Ambos navegan la ofensiva comercial de Trump con tácticas similares: cautela en los modos, firmeza en los límites. Ambos fueron premiados en los sondeos de aprobación.
Lee también Netanyahu parte rumbo a Washington; se prevé que dialogue sobre aranceles con Trump
La mayor lección de cómo negociar con Trump vino, tal vez, de una dirigente que está en las antípodas ideológicas del líder republicano pero que lo necesita tanto como Starmer, Macron y Carney.
La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, apeló a su estilo de siempre –sin adornos, seco y preciso– para negociar con Trump, que apenas asumió comenzó con los aranceles a México y Canadá, bajo acusación de que no detenían el tráfico de drogas y las olas de migrantes en las fronteras.
La mandataria dialogó una y otra vez con Trump e hizo y obtuvo concesiones, tanto que el propio presidente norteamericano le dedicó varias alabanzas.
Otra vez, los sondeos la premiaron. Sheinbaum es la presidenta mexicana con mayor popularidad (80%) en sus primeros seis meses de gobierno, muy por encima incluso de predecesor directo y padre político, López Obrador (70%). El empujón se lo dio precisamente su postura con Trump. Cuando la consultora Enkoll le preguntó a los mexicanos en febrero qué era lo mejor que había hecho la presidenta, el 3% dijo que “su posición frente a Trump”. La semana pasada, ese número alcanzó el 10%.
Los archirrivales: Petro y Lula

Para México, Canadá, Francia e Inglaterra, Estados Unidos es un socio ineludible. Por seguridad, comercio, cooperación estratégica, lo necesitan. El insulto a un Trump volátil puede comprometer los intereses de esos países y sus líderes, todos adversarios ideológicos del mandatario norteamericano, lo saben.
Gustavo Petro, también en las antípodas políticas, intentó polarizar con Trump apenas el republicano volvió a la Casa Blanca y bien no le salió. El presidente norteamericano lo amenazó con una lluvia de aranceles si no recibía los aviones de migrantes deportados que el mandatario colombiano había rechazado.
Petro tuvo que dar marcha atrás para salvar la relación bilateral, crítica para Colombia pese al abismo ideológico que separa a sus presidentes.
Consciente de los intereses y necesidades de su país, otro representante de la izquierda regional también optó por bajar el tono ante los aranceles. Lula y Trump poco tienen en común y, pese a que el presidente brasileño ensayó algunas críticas en voz alta tras el “día de la liberación”, su gobierno evalúa no retribuir al arancel del 10% que recibió Brasil.
Las necesidades políticas de Lula son más fuertes que retórica antiTrump. La popularidad del mandatario cae desde hace meses, sobre todo en el Nordeste, el clásico bastión del Partido de los Trabajadores. ¿La razón? La inflación de los alimentos rozó, en 2024, el 10%, casi el doble que el índice general. El gobierno de Lula teme que la imposición de aranceles retributivos contra Estados Unidos acelere la inflación de alimentos.
Con Trump, enemistades ideológicas y amistades fanatizadas son un riesgo que conspira contra las necesidades políticas y los intereses nacionales.
*El Grupo de Diarios América (GDA), al cual pertenece EL UNIVERSAL, es una red de medios líderes fundada en 1991, que promueve los valores democráticos, la prensa independiente y la libertad de expresión en América Latina a través del periodismo de calidad para nuestras audiencias.
aov