El Tren de Aragua es una organización criminal originaria de Venezuela que, en apenas ocho años, ha logrado expandir su presencia y operaciones a lo largo de América Latina, consolidándose como una de las estructuras delictivas más complejas y peligrosas de la región. Desde su nacimiento en la cárcel de Tocorón hasta su actual posicionamiento en al menos ocho países latinoamericanos, esta banda ha protagonizado un fenómeno de expansión sin precedentes. Este crecimiento ha sido impulsado por su capacidad de adaptarse a las dinámicas locales, establecer alianzas estratégicas y diversificar sus actividades delictivas, convirtiéndose en una amenaza transnacional.
Fue fundado a principios de la década de 2010 dentro del sistema penitenciario venezolano, específicamente en la cárcel de Tocorón, uno de los centros más emblemáticos en el país debido a la significativa influencia de los pranes (líderes carcelarios) en la vida interna de las prisiones. Su fundador y principal líder, Héctor Rusthenford Guerrero Flores, conocido como Niño Guerrero, ha sido identificado como el motor detrás de la expansión de esta organización, que comenzó como una banda local que extorsionaba a contratistas de obras públicas.
La estructura jerárquica del Tren de Aragua se caracteriza por un modelo piramidal altamente organizado. En la cúspide se encuentran los tres fundadores, quienes gestionan las decisiones estratégicas. En un segundo nivel se ubican los pranes, líderes de las distintas franquicias que operan en los países a los cuales se han expandido. Un tercer nivel lo ocupan los luceros, quienes se dividen en dos categorías: los de alta jerarquía, más cercanos a los pranes, y los de baja jerarquía, que desempeñan roles operativos y de seguridad. En el cuarto nivel se encuentran los gariteos, encargados de vigilar las rutas y proteger a los líderes. Finalmente, en el último escalón están los soldados, quienes realizan las tareas más peligrosas y rutinarias.
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La expansión del Tren de Aragua ha sido notablemente rápida y efectiva. Inicialmente, su estrategia se centró en obtener el control de otras cárceles venezolanas, estableciendo una red de influencia sobre los pranes de distintas regiones del país. Con el tiempo, el grupo trasladó su modelo a las comunidades, comenzando con el área de San Vicente, en el estado Aragua, que era un punto de concentración de expresidiarios de Tocorón. En este contexto, se estableció un régimen de gobernanza criminal que ofrecía bienes y servicios básicos, seguridad y justicia a las comunidades, lo que le permitió ganar la lealtad y cooperación de los habitantes.
La transnacionalización del grupo delictivo ha sido facilitada por tres factores principales. En primer lugar, el tráfico de migrantes se ha convertido en una de sus principales fuentes de ingresos, lo que les ha permitido expandirse hacia el sur de América Latina, especialmente hacia países como Colombia, Perú y Chile. En segundo lugar, la estructura organizativa, basada en pequeñas filiales unidas a un mando central, ha permitido al grupo operar de manera descentralizada, pero al mismo tiempo mantener un control firme desde Venezuela. En tercer lugar, el control sobre el territorio ha sido clave para su expansión, ya que les ha permitido establecer rutas de tráfico y zonas de influencia tanto en las fronteras como en centros urbanos clave.
Uno de los métodos empleados por la organización para expandir su control fue la creación de redes de coyotes, encargados de trasladar a los migrantes de un lugar a otro a cambio de fuertes sumas de dinero. Muchos de estos migrantes fueron víctimas del tráfico de personas, siendo explotados sexual y laboralmente. El control de las rutas migratorias no sólo permitió la expansión territorial del Tren de Aragua, sino que también se convirtió en una fuente significativa de ingresos.
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Una de sus actividades más relevantes es la trata de personas, especialmente mujeres quienes son explotadas sexualmente en diversos países de América Latina. Este tipo de actividad delictiva está estrechamente vinculada a su presencia en las rutas migratorias, que se han convertido en una de las principales fuentes de financiamiento para la organización. Además se dedica al narcotráfico y extorsión de migrantes, quienes son obligados a pagar sumas significativas por su traslado y, en algunos casos, por el derecho a vivir en determinadas zonas controladas por la organización.
La adaptabilidad de la banda criminal a las condiciones locales es uno de los factores que más ha contribuido a su éxito. A medida que la rentabilidad de un tipo de actividad disminuye, la organización tiene la capacidad de redirigir sus esfuerzos hacia otras áreas más lucrativas sin necesidad de reestructurarse. Además, su presencia se extiende en diversas capas sociales, lo que les permite insertar su influencia en distintos sectores económicos y sociales, generando una red de apoyo y protección que facilita su crecimiento.
El Tren de Aragua emplea diversas tácticas para contactar y reclutar a sus víctimas. Entre las principales estrategias se encuentran las redes sociales, como Facebook y Whats- App, donde se ofrecen paquetes de migración que incluyen transporte, alojamiento y alimentación. Las víctimas son principalmente personas de áreas rurales, que son trasladadas por tierra a centros urbanos donde, una vez allí, son sometidas a explotación laboral y sexual. La organización también utiliza amenazas de violencia directa contra las víctimas y sus familias para asegurar el cumplimiento de las cuotas exigidas.
Su expansión ha planteado serios desafíos para las autoridades de diversos países latinoamericanos. La organización ha logrado infiltrarse en territorios estratégicos, tanto en áreas urbanas como rurales, aprovechando la debilidad de los sistemas de seguridad y justicia locales. En México, por ejemplo, el Tren de Aragua ha sido identificado en varias zonas fronterizas y en la Ciudad de México, donde se han registrado detenciones de miembros vinculados a actividades de tráfico de personas y explotación sexual. Recientemente, las autoridades estadounidenses han ofrecido una recompensa de 5 millones de dólares por la captura de Héctor Rusthenford Guerrero Flores, conocido como Niño Guerrero.
La respuesta a la amenaza que representa el Tren de Aragua requiere una estrategia conjunta y coordinada entre los países afectados. Resulta imperativo que los gobiernos no sólo enfoquen sus esfuerzos en la inteligencia y persecución de los líderes de la organización, sino que también fortalezcan las instituciones locales encargadas de garantizar la seguridad y justicia. Además, es necesario fortalecer los mecanismos multilaterales de cooperación, tales como la colaboración entre fuerzas de seguridad, intercambio de información y la cooperación en políticas de migración, para hacer frente a esta amenaza transnacional de manera más efectiva.
Para enfrentar estos retos, la integración regional es fundamental. La creación de mecanismos de cooperación más sólidos y eficaces, que vayan más allá de las diferencias políticas e ideológicas entre países, es esencial para frenar la expansión de estas organizaciones. Sólo mediante un enfoque unificado y estratégico será posible desmantelar las redes criminales que afectan a millones de personas en América Latina y garantizar un futuro más seguro y próspero para la región.
Del CIALC-UNAM