Alianza crítica. La cadena de suministro de metales México-EU

Con una gran riqueza geológica, ubicación estratégica y el T-MEC, el territorio mexicano puede desempeñar un papel vital para fortalecer el abastecimiento de minerales clave

Un taller de CanSemi Technology Inc. en Guangzhou, provincia de Guangdong, sur de China. La ciudad de Guangzhou ha intensificado sus esfuerzos para impulsar el crecimiento de su industria de semiconductores y circuitos integrados.  Foto: Deng Hua/ AFP
Un taller de CanSemi Technology Inc. en Guangzhou, provincia de Guangdong, sur de China. La ciudad de Guangzhou ha intensificado sus esfuerzos para impulsar el crecimiento de su industria de semiconductores y circuitos integrados. Foto: Deng Hua/ AFP
Mundo | 23-06-25 | 04:37 | Duncan Wood | Actualizada | 23-06-25 | 04:37 |

A medida que se apresura para asegurar los minerales críticos esenciales para sus ambiciones tecnológicas, energéticas y de defensa, una verdad se ha vuelto cada vez más evidente: no podemos hacerlo solos. De los semiconductores hasta los vehículos eléctricos (VE), la infraestructura de energía renovable y los sistemas de armas avanzadas, los materiales que sustentan el poder del siglo XXI son demasiado importantes —y están demasiado concentrados en manos de China— como para dejar el tema en manos del mercado. Lo que Estados Unidos necesita es un socio de confianza. Mucho se ha dicho sobre la importancia de aliados cercanos, como Canadá y Australia. Pero se ha hablado mucho menos de nuestro vecino al sur de la frontera, y eso es un error.

Con una gran , una ubicación estratégica y una creciente alineación a través del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), México tiene el potencial de desempeñar un papel vital en el fortalecimiento de la cadena de suministro norteamericana de minerales críticos. Mediante la colaboración en minería, procesamiento, refinación y manufactura, Estados Unidos y México pueden construir juntos una base industrial más segura y resiliente.

Riqueza mineral, más allá de lo evidente

México ya se ubica entre los principales productores mundiales de cobre y zinc, dos metales fundamentales para la electrificación y la modernización industrial. También posee reservas significativas, aunque poco desarrolladas, de litio en Sonora, antimonio en Oaxaca y San Luis Potosí, y elementos de tierras raras (ETR) en Coahuila, Sonora, Oaxaca y Chiapas. Quizás lo más subestimado sean el uranio —en gran parte sin explotar, pero potencialmente valioso conforme la energía nuclear recobra importancia en la planificación energética limpia— y el antimonio, un mineral poco conocido, pero esencial para los retardantes de fuego, semiconductores y aleaciones de grado militar.

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Panorámica del pueblo, al fondo los cerros de Litio en Bacadéhuachi, Sonora.  Foto: Archivo/ EL UNIVERSAL
Panorámica del pueblo, al fondo los cerros de Litio en Bacadéhuachi, Sonora. Foto: Archivo/ EL UNIVERSAL

El antimonio, en particular, merece atención. Estados Unidos importa actualmente más de 80% de su antimonio, principalmente de China y Rusia. Este mineral es indispensable para aplicaciones que van desde semiconductores y baterías para vehículos eléctricos (VE), hasta paneles solares y municiones perforantes. Las reservas conocidas de antimonio en México podrían desarrollarse como una fuente estratégica, reduciendo la dependencia estadounidense de rivales geopolíticos.

Litio ycobre, el futuro de los VE

En ningún otro ámbito es más tangible la oportunidad EU-México que en la cadena de valor del litio a las baterías. El enorme yacimiento de litio en arcilla en Sonora representa uno de los más grandes del hemisferio occidental. Aunque su desarrollo ha sido ralentizado por la nacionalización del litio en México y la incierta función de la empresa estatal LitioMx, así como por los desafíos tecnológicos de separar el litio de los depósitos arcillosos en Bacanora, aún existe potencial para una asociación binacional. México también tiene potencial significativo en la producción de tierras raras, pero su desarrollo se ha visto frenado por las reformas mineras restrictivas impulsadas durante la presidencia de Andrés Manuel López Obrador.

Con claridad regulatoria, inversión conjunta y cooperación tecnológica, el litio mexicano puede integrarse a la cadena de suministro norteamericana de baterías —vinculando materias primas, procesamiento, fabricación de celdas y ensamble final— cumpliendo tanto con los requisitos de contenido del T-MEC como de la Ley de Reducción de la Inflación (IRA), y aprovechando la fortaleza del sector automotriz mexicano. De manera similar, el cinturón cuprífero de México —que abarca Zacatecas, Sonora y Chihuahua— es un activo subutilizado para la transición energética regional. El cobre es esencial no sólo para los VE y energías renovables, sino también para semiconductores y electrónica de defensa.

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Procesamiento y refinación

La mayor debilidad de EU en materia de minerales críticos no es el acceso a los recursos, sino la falta de capacidad de procesamiento y refinación. A medida que crece la demanda estadounidense, la proximidad de México y su base minera consolidada lo convierten en un socio ideal para desarrollar capacidad de refinación y producción intermedia. Actualmente, China controla más de 80% del procesamiento global de tierras raras, produce 48% del antimonio mundial, abastece 63% de las importaciones estadounidenses de antimonio y domina las cadenas de suministro de productos químicos de litio, sulfato de níquel y otros materiales clave. Aunque EU está invirtiendo en refinación doméstica, los costos y los obstáculos regulatorios ralentizan el progreso.

México podría ser un puente crucial. Con menores costos de producción, mano de obra calificada y proximidad geográfica, México puede albergar instalaciones de procesamiento intermedio, transformando minerales en productos químicos aptos para baterías y tierras raras listas para imanes. Parques industriales en estados como Nuevo León y Baja California, conectados con redes ferroviarias y carreteras hacia EU, ofrecen ubicaciones naturales para clústeres binacionales.

Procesar litio en hidróxido de litio, separar tierras raras para imanes y refinar antimonio en forma de trióxido o aleaciones son cosas que podrían realizarse en México, reduciendo la dependencia de China y acelerando los tiempos de llegada del producto al mercado.

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México ya refina zinc y cobre en fundiciones del norte del país. De hecho, US Antimony ha reactivado su fundición en Coahuila, trayendo concentrado desde Australia para ofrecer un suministro más seguro frente a los controles de exportación chinos. Las perspectivas de seguir desarrollando la capacidad de fundición en México merecen atención en serio en las conversaciones bilaterales.

Si México también logra colaborar con EU para desarrollar capacidad de procesamiento de tierras raras, el actual control chino sobre los imanes permanentes podría romperse. La importancia de esto ha quedado dolorosamente clara con los recientes controles de exportación impuestos por el gobierno chino.

¿Por qué esto tiene sentido?

Asegurar los suministros de minerales críticos es vital porque EU y México han construido una plataforma manufacturera altamente integrada que hace más competitivos a ambos países.

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Los sectores más importantes de esa plataforma requieren cadenas de suministro seguras, que no puedan ser interrumpidas por acciones de China. El objetivo final es garantizar que América del Norte pueda fabricar las tecnologías que estos materiales hacen posibles. Eso significa conectar la cadena de suministro de minerales con los principales sectores de uso final:

Semiconductores: requieren de cobre ultrapuro, tierras raras y antimonio para cableado, equipos de litografía y sistemas térmicos. Los esfuerzos de Estados Unidos para relocalizar la fabricación de chips se beneficiarían de insumos confiables procesados en México.

Vehículos Eléctricos: requieren tecnología REE (Red Eléctrica Inteligente), litio, cobre, zinc y antimonio en motores, baterías, cableado y sistemas térmicos. La minería y el procesamiento en México pueden alimentar gigafábricas norteamericanas, mientras que el ensamble final ocurre a través de la frontera.

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Infraestructura de Energía Limpia: especialmente turbinas eólicas y paneles solares, dependen de imanes de tierras raras, cableado de cobre y galvanización con zinc. Con cadenas de valor compartidas, ambos países pueden acelerar la transición energética.

Sistemas de Defensa: desde cazas hasta sistemas de guía de misiles, requieren tierras raras, uranio y antimonio. Un suministro norteamericano seguro es un imperativo de seguridad nacional.

Capital humano: México gradúa a más de 130 mil ingenieros cada año, un recurso escaso en Estados Unidos.

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Lo que tiene que ocurrir

Liberar este potencial requiere una acción coordinada:

1. Un diálogo binacional activo e inclusivo: Canadá y Estados Unidos han creado un Plan de Acción Conjunta sobre minerales críticos.

2. Alineación normativa: agilizar permisos y normas ambientales entre fronteras para atraer inversión privada y reducir riesgos.

3. Inversión público-privada: desplegar financiamiento de desarrollo de Estados Unidos, capital público mexicano y fondos privados en empresas conjuntas de minería y refinación.

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4. Desarrollo de infraestructura: mejorar transporte, energía y acceso al agua en regiones mineras de México, especialmente cerca de la frontera.

5. Formación de mano de obra: invertir en programas de capacitación en ambos países para construir una fuerza laboral especializada en procesamiento de minerales y manufactura avanzada.

Una visión compartida para cadenas de suministro seguras y competitividad conjunta.

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En el pasado, México era visto principalmente como una fuente de mano de obra barata o materias primas. Ese modelo ya no sirve a ninguno de los dos países. Hoy, México puede ser un verdadero socio en la construcción de una base industrial norteamericana resiliente, segura y limpia. Desde el antimonio hasta el zinc, del litio a las tierras raras, muchos de los cimientos de la economía del futuro yacen bajo el suelo mexicano. Más importante aún, México tiene el conocimiento y el potencial para refinar y procesar esos metales para alimentar las cadenas de suministro de ambos países y romper el dominio chino sobre los suministros globales.

Con cooperación estratégica y políticas con visión de futuro, Estados Unidos y México pueden pasar de la vulnerabilidad a la seguridad compartida y la prosperidad común, que son las bases de un futuro donde las cadenas de suministro no sean una debilidad, sino el cimiento de la competitividad norteamericana.

*CEO de Hurst International Consulting

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