A causa de enfermedades, inseguridad, falta de oportunidades y el deterioro de las condiciones de vida, los migrantes que habitan en el campamento de la Parroquia de la Santa Cruz y Nuestra Señora de la Soledad han comenzado a abandonar el lugar; en muchos casos, para regresar a sus países.

“Estoy planeando regresar la próxima semana a Venezuela porque la vida aquí se ha vuelto muy difícil. Ya casi la mitad de las casas del campamento están vacías”, dijo un migrante.

EL UNIVERSAL entrevistó a varios residentes del lugar, quienes estimaron una disminución de más de 50% de la población en el campamento en los pasados dos meses.

“Todos nos hemos enfermado del estómago y de la piel. El mes pasado hubo un brote y todos terminamos mal, sobre todo los bebés y los niños. La inseguridad ha empeorado mucho, hay prostitución, venta de drogas aquí y peleas constantes entre todos. Antes estaba más tranquilo, se ha perdido ese orden”, relató una mujer venezolana.

Algunos meses atrás, los callejones estrechos de entre las carpas improvisadas del campamento estaban repletas de actividad, con hombres, mujeres y niños viviendo en ellas; ahora, la mayoría están vacías y cada vez más deterioradas.

En entrevista con este diario, el comisionado para la Atención a la Movilidad Humana, Temístocles Villanueva, señaló que aun cuando muchos migrantes han optado por regresar a sus países de origen, no significa que el flujo de extranjeros a México se haya detenido.

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