Mientras Alejandra despachaba a una familia en su puesto de cobijas, en el pasillo 15 del Mercado de la Merced, en la alcaldía Venustiano Carranza, escuchó la alerta sísmica; levantó ligeramente la cabeza para corroborar que se trataba del Simulacro Nacional 2025 y continuó mostrando su catálogo de edredones.

“Alerta sísmica; alerta sísmica”, decía una voz que retumbaba entre los pasillos de las frutas, verduras, tenis, licuadoras y condimentos.

A unos metros de Alejandra, al escuchar la grabación robotizada y femenina, algunos de los locatarios ignoraban las indicaciones; otros se burlaban entre sí. “Ahora sí ya nos cargó la ver..”, repetía uno de los comerciantes entre risas.

“Na’mas es el simulacro”, le contestaba una vendedora de tortillas que se encontraba frente a su local, mientras acomodaba algunas salsas y extendía sobre el estante de metal algunas hojas de papel estraza.

Durante el minuto que duró la alerta, los locatarios que dan vida al Mercado de la Merced siguieron con su rutina: acomodaban los zapatos en las rejillas; colgaban los cinturones de cuero; pesaban los dulces a granel y volteaban las quesadillas en el aceite.

“No quisimos salir porque sabíamos que era un simulacro, pero, de todas maneras, si fuera un sismo real, no vamos a salir porque pensamos que hay más peligro allá afuera”, dijo Alejandra, quien vende ropa en el mercado.

Los diableros, con bolsas de fruta y verdura apiladas sobre la carretilla, avanzaban por enmedio del pasillo principal, que va de la sección 11 a la 21. “Voy, voy”, advertían a las personas que hacían su mandado, y que se movían hacia las orillas para dejarlos pasar.

Detrás de ellos, cargadores con hasta dos cajas de verduras sobre el hombro se dirigían a los negocios para descargar; hasta pequeños asadores y estufas eléctricas traían sobre ambas manos.

Las entradas de los locales, que también sirven como salidas, y que miden menos de un metro, estaban tapadas con bancos, bolsas y cajas, mientras los comerciantes continuaban apilando la verdura, aún con el sonido del simulacro de fondo.

Incluso, al sonar la alerta, algunos clientes se voltearon a ver entre sí, pero al ver la normalidad con la que los vendedores actuaban, seguían comprando.

Minutos antes, un vendedor de artículos tecnológicos en una de las entradas del Mercado de la Merced aseguró que “no vamos a hacer nada [en el simulacro], ni que fuera de verdad. ¿Cómo crees que vamos a salir? ¿para qué?”.

Y así fue: el espacio que personal de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) habilitó, mediante cierres viales, sobre José María Pino Suárez, como punto de reunión, estaba vacío. Únicamente era cruzado por comerciantes que llevaban mercancía del Mercado de las Flores a la Merced.

Ni los clientes ni los comerciantes que se encontraban entre los pasillos del mercado ensayaron en el Simulacro Nacional 2025, pues en la Merced la alerta sísmica pasó desapercibida entre el bullicio, las pilas de fruta y los fajos de dinero.

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