
Después de permanecer en el abandono y padecer del deterioro y vandalismo, el Monumento a la Raza, una de las estructuras más emblemáticas del norte de la Ciudad de México, fue recientemente restaurado como parte de un esfuerzo integral por conservar el patrimonio histórico urbano. La intervención duró alrededor de cuatro meses y reunió a especialistas en restauración, herrería, albañilería y conservación.
La obra, según comentaron a EL UNIVERSAL algunos de los implicados en los trabajos de restauración, incluyó limpieza, conservación estructural, reintegración de materiales, así como reparación de esculturas y elementos decorativos, muchos de ellos gravemente dañados o, incluso, robados.
La primera etapa consistió en la eliminación de pintas vandálicas. Esta limpieza debía realizarse con sumo cuidado, ya que el monumento presenta elementos originales como la cimbra, una serie de líneas visibles que forman parte de la construcción original y que debían respetarse como parte del diseño histórico.

Después se realizó la restauración integral de los conjuntos escultóricos monumentales ubicados al oriente (grupo de la fundación de México) y al poniente (grupo defensa de Tenochtitlan), que se encuentran en la base del monumento, así como la conservación y reintegración de los llamados tableros, elementos decorativos en forma de grecas que suman 24 en total.
El Monumento a la Raza está compuesto por una pirámide escalonada tipo talud-tablero, diseño prehispánico que fue reinterpretado en esta construcción moderna. Las alfardas (estructuras tipo barandal en las escalinatas) y los retablos de los tlatoanis, que actualmente son réplicas en fibra de vidrio y que coronan la cima del monumento, también fueron objeto de restauración.

Uno de los desafíos más importantes fue restaurar el águila que corona el monumento. La pieza de lámina de cobre presentaba severos daños: corrosión, pérdida de partes como la cabeza de la serpiente y los nopales y agujeros posiblemente provocados por aves y el paso del tiempo.
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El trabajo implicó la instalación de un andamio multidireccional especializado, cuya complejidad representó un reto adicional.
Ubicado en un punto limítrofe entre las alcaldías Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero e Iztacalco, el Monumento a la Raza ha sufrido históricamente por el abandono institucional y el vandalismo.
La puerta original, que daba acceso al interior del monumento, desapareció y fue sustituida por una réplica pintada para parecer bronce, en el sitio incluso se encontró a personas en situación de calle.
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La restauración involucró a cerca de 20 personas por etapa, incluyendo restauradores egresados de la escuela de restauración, técnicos en conservación, herreros, soldadores y maestros de obra.
La restauración fue promovida por la Secretaría de Desarrollo y Vivienda (Seduvi) que pertenece al Gobierno de la Ciudad de México, mientras que la alcaldía Cuauhtémoc colaboró brindando tapiales, seguridad perimetral y acceso al suministro de agua. Los trabajos de restauración del monumento comenzaron en diciembre de 2024.
Para el equipo de restauración, el objetivo no fue sólo conservar el monumento como pieza histórica, sino devolverlo a la comunidad.
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