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“Los mexicanos son especiales, hay que saber cómo tratarlos, porque son un poco delicados”, dice entre risas Bennet, un migrante haitiano que a dos meses de llegar al país consiguió trabajo en el mercado de Cuemanco, en Xochimilco; ahí, poco a poco y con mucho esfuerzo, ha aprendido a identificar las flores y a ofrecerlas con su español mocho, que causa risa entre los clientes y compañeros de trabajo.
Para él y su familia, la discriminación que a diario padecen es algo “normal”, la gente los ve de arriba abajo por cómo se visten y su color de piel. “Nos ven feo, porque somos negros y de otro lado”, dice Bennet mientras limpia y acomoda las flores de cempasúchil.
“Por todos los lugares que hemos pasado es lo mismo, nos miran feo, nos dicen de cosas, la gente abraza a sus niños, agarra sus cosas, porque creen que los vamos a robar cuando pasamos junto a ellos, pero no es así, nosotros sólo queremos tener una vida decente, una mejor vida.
“(...) Somos personas normales y trabajadoras que sólo buscamos una oportunidad; ahora nos ven feo porque creen que les quitamos el trabajo a los mexicanos, pero nosotros agarramos lo que sea, hasta nos pagan menos”, comenta.
“A los mexicanos hasta que les ganas su confianza se hacen tus amigos, pero eso tarda mucho. Mientras no sean tus amigos, no podemos hacer bromas o jugar con ellos, se molestan y nos dicen cosas, por eso mejor luego ni les hablamos, aunque trabajemos juntos. No todos son así, pero sí son difíciles (...)”, agregó una haitiana que pidio anonimato.