La propuesta de la jefa de Gobierno, Clara Brugada, sobre tener un espectáculo taurino sin violencia hará que los festejos en la Ciudad de México tengan muchas similitudes con los que se llevan a cabo en Portugal, Estados Unidos y algunas regiones de Francia.
Uno de los siete puntos presentados por Brugada Molina estipula que “se prohíbe el uso de objetos punzantes que provoquen heridas, lastimaduras o muerte del toro, como banderillas, lanzas, entre otros; sólo se autoriza uso de capote y muleta”.
Así es como se llevan a cabo todos los festejos taurinos en Portugal, cuya legislación prohibió la muerte de los toros desde 1928. Sus corridas tienen como premisa preservar la vida del animal.
En Estados Unidos la ley estipula que sólo están permitidas “las corridas de toros sin sangre”, ya que —de lo contrario— se considera crueldad contra los animales, lo cual está fuertemente penado.
En California y Texas las corridas son en escenarios que no rebasan los 10 mil espectadores; el toro sale vivo y vuelve a su respectiva ganadería.
En Francia, en la región de Camarga, no se emplean toros tan grandes, como en los festejos donde se les da muerte. En ese caso, a los ejemplares mucho más pequeños, aunque rápidos y esbeltos, no se les mata, pero sí se les molesta. Cuando están en el ruedo, un grupo de jóvenes vestidos de blanco corren a su alrededor y tratan de tomar las cintas u objetos que les cuelgan en los cuernos, con el objetivo de sumar puntos. Al término de 15 minutos, el animal es liberado y vuelve a su ganadería.
Ecuador también se ha sumado al grupo de países que prohíben las corridas con daño a los toros.