A cinco días de la explosión de una pipa de gas en el Puente de la Concordia, en la alcaldía Iztapalapa, que hasta ayer había dejado 13 fallecidos y al menos 40 hospitalizados, la espera de los familiares por saber sobre el estado de salud de su papá, hijo o hermano se hace eterna.
En el Hospital de Traumatología Dr. Victorio de la Fuente, mejor conocido como Magdalena de las Salinas del IMSS, se ha instalado una carpa para dar asilo a los familiares de los afectados por parte de la alcaldía Gustavo A. Madero.
Algunos esperan buenas noticias sentados en sillas, bancos, recostados en catres. Otros permanecen de pie, inquietos.
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La mayoría son interrumpidos con muestras de afecto de personas que vienen a regalarles comida como sándwiches, fruta, agua o palabras de aliento.
Sin embargo, Nitsia Díaz, hermana de Abril Díaz Castañeda, víctima de la explosión, cuenta a EL UNIVERSAL que entre desvelos, turnos en el hospital y la renuncia temporal a sus empleos, enfrentan prácticamente solos la tragedia que dejó a su familiar con quemaduras en 95% de su cuerpo.
Relata que han tenido que organizarse para acompañarla día y noche: “Yo dejé de trabajar por estar al pendiente de mi hermana… somos prácticamente mi mamá, otra de mis hermanas y yo quienes permanecemos aquí las 24 horas. Mis tías y primas vienen a echarnos la mano, pero después de trabajar”, explica.
Abril es madre soltera de cuatro hijos —uno en preescolar, otro en primaria, una en secundaria y otra que apenas pasará a la preparatoria— y, según su familia, no era derechohabiente de ningún seguro social. Por ello, los gastos y la atención han recaído en la promesa del Gobierno capitalino de cubrir su tratamiento.
Mientras, en el Hospital Rubén Leñero también la espera es larga para saber el estado de salud.
“Esto es lo más difícil, esperar y esperar, tener paciencia y no desesperarnos. No tenemos más que hacer que esperar a que todo salga bien y ya luego de eso, pensar qué vamos a hacer, no sabemos cómo va a quedar, si va a regresar a trabajar y esa incertidumbre también nos agobia”, expone Argelia, hermana de Adolfo, uno de los lesionados, quien resultó con quemaduras de segundo grado en 70% de su cuerpo.
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Los familiares dijeron que cada dos horas, más o menos, preguntan por el estado de salud de los heridos. Destacaron también la asistencia de distintas instituciones gubernamentales en lo que necesitan, han implementado albergues provisionales donde los dejan bañarse y descansar, pero algunos prefieren mantenerse en los camellones por si surge una emergencia.
Todos se han acercado, menos la empresa Silza, de grupo Tomza, aseguran. La firma dijo la semana pasada que se acercará a los afectados.
En tanto, ayer en el puente de La Concordia se registró una manifestación de personas que demandan la reparación del daño.
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Otro caso es el de Luis Alberto, de 34 años, quien al momento de que explotó la pipa, el fuego alcanzó a quemar una de sus piernas, pero se fue a su casa y no quiso ir a un hospital. Dos días después se le hinchó y fue llevado de emergencia al Hospital del ISSSTE de Zaragoza, donde permanece internado, explica su sobrino Bryan.
La Secretaría de Salud local emitió ayer por la mañana el último reporte con 13 muertos, pero se esperaba la actualización.