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Con bases grafiteadas, placas rotas o piezas faltantes es como se encuentran decenas de esculturas que forman parte del mobiliario urbano en varios puntos de la Ciudad de México, deterioro que muestra la falta de mantenimiento de parte de las autoridades; pero también el descuido de la población, coinciden expertos.
En un rincón entre Río Consulado y Congreso de la Unión, en la alcaldía Venustiano Carranza, prácticamente en el olvido está una estatua de Charles Chaplin, rodeada de basura y excremento de animales. A la figura le hace falta una pieza del sombrero, mientras que la base está deteriorada y tiene un grafiti en letras azules.
En los alrededores del pequeño parque —que lleva el mismo nombre que la pieza metálica— impera el aroma a orines; un pedazo de colchoneta y ropa en una de las jardineras son muestra de que en este punto abundan los indigentes.
En una situación similar se encuentra el Monumento al Boxeador, en la colonia Morelos. Aunque la fuente de la escultura está en funcionamiento, la base tiene pintas al igual que los asientos de cemento, y un encharcamiento impide el acceso a una de las bancas metálicas que se colocaron para que la gente pueda sentarse.
El señor Ricardo, un vecino que ha vivido toda la vida a unos pasos de la estatua, advierte que la zona sufre maltrato desde hace varios años, por ello considera que debería “haber vigilancia” para tratar de evitar las pintas en el mobiliario y la proliferación de basura.
“No es sólo la escultura, es el parque, allá atrás hay un campamento de personas indigentes, ese predio era la Procuraduría, [era] zona federal, entonces están acampando ahí. Cada ocho días aquí se pone el tianguis de la Lagunilla y ponen puestos alrededor del parque, además de una banda que se pone a tocar aquí, es el resultado de eso. Cada ocho días hacen lo mismo: ensucian, pintan, maltratan”.
La realidad es que el deterioro de esculturas, ya sea por falta de mantenimiento, vandalismo o descuido de la misma población, es habitual en diversos puntos de la Ciudad de México.
Alejandro Leal Menegus, del Centro de Investigaciones en Arquitectura, Urbanismo y Paisaje de la UNAM, dijo a EL UNIVERSAL que los monumentos, además de colocarse como elementos para recordar algún hecho, suelen estar pensados para tener una relación muy importante con la ciudad.
Por ello, considera que los monumentos que encuentran una mejor relación con la ciudad “son los que están mejor vinculados con las vialidades, banquetas, con las perspectivas, que tienen una razón de ser”.
Advierte que cerca del último cuarto del siglo XX se comenzó a perder “el enfoque urbanístico de como emplazar los monumentos” en la capital y se empezaron a colocar, por ejemplo, en lugares con algún espacio residual, en un intento por resignificar esos sitios o, incluso, como una “ocurrencia política”, lo cual podría ser una de las razones por las que muchas esculturas y monumentos se encuentran tan deteriorados.
“Por ejemplo, en Tlalpan hay uno [monumento] al perro abandonado, cualquier tema es aceptable, no estoy criticando el tema, pero el nivel de temas puede ser muy diverso, y en esa diversidad también yo creo que está el cómo es aceptado a mediano y largo plazo y cuál es el destino del mismo”, señala.
Otra de las problemáticas que existen para este tipo de mobiliario está relacionado con que no existe una base de datos actualizada de todos los monumentos de la Ciudad de México, que a su vez permita etiquetar recursos para su mantenimiento; toda vez que el último libro que existe con este tipo de información data de hace varias décadas, en los años 70 o principios de los 80, precisó es especialista.
“Hasta hace unos 40 o 50 años todavía había idea de que había un número finito —es decir se tenían contabilizados— de monumentos, que se tenían bien ubicados y se pensaría que había una especie de presupuesto para mantenerlos. La primera cosa para darle mantenimiento a algo es que exista en términos presupuestales. (...) Estoy seguro que en la actualidad no debe haber una lista como tal, y en ese sentido creo que simplemente no hay una oficina encargada de conservar los monumentos”.
Otro ejemplo de esculturas olvidadas está en el Parque de los Periodistas Ilustres, en Fray Servando Teresa de Mier. De los bustos de personalidades como Jorge Garralda y Lolita Ayala sólo quedan las placas, los de Elena Poniatowska y Miguel Ángel Granados Chapa están manchados de blanco, mientras que la placa de Jacobo Zabludovsky está rota.
En una visita a la zona se encontró que en los alrededores de la rotonda hay basura, trastes y botellas vacías de cervezas, prueba de que hay quienes usan este espacio para pasar la noche.
En la esquina de Gorostiza 31, colonia Morelos, se ubica el Jardín del Santo El Enmascarado de Plata, que desde 2006 alberga una escultura del luchador, un espacio en donde vecinos piden mayor mantenimiento.
“Es cultura, uno no quiere que se pierda, pero sí han descuidado demasiado el monumento (...) más que nada vigilancia, porque al no haberla se acumulan personas de la calle, se descuida la zona y se vuelve insegura”, comenta Christian Zavaleta, quien pasa con frecuencia por este punto.
Frente al Centro Cultural Carranza hay un par de esculturas de Frida Kahlo y Diego Rivera a las que también les hace falta la placa, y la que tienen —en donde se lee una frase de la pintora mexicana— está rota.
Salvador Flores, especialista en arquitectura de la Universidad La Salle, explica que todas las esculturas se levantan “bajo el concepto de monumentos que sirven para rememorar algo”. Anteriormente, hasta una buena parte del siglo XX, era habitual que se erigieran esculturas de personajes para recordar algún acto importante que hubiera realizado la persona en cuestión, así como esculturas alegóricas; por ejemplo, el Monumento a la Madre. Sin embargo, el significado de las esculturas se modifica a través del tiempo y conforme a las transformaciones que experimenta la sociedad, por lo que en ocasiones son olvidadas o incluso retiradas.
“Por ejemplo, la escultura de Cristóbal Colón en el Paseo de la Reforma, que después la consideraron una escultura colonialista y se tuvo que retirar y resguardar porque había sectores de la sociedad que la consideraban agresiva y ofensiva. Entonces va cambiando el significado de que tiene que conmemorar un hecho, sigue manteniéndose un hecho histórico, pero ya esos hechos históricos en ocasiones tienen otra lectura conforme pasa el tiempo y hay cambios políticos”, advierte.
En entrevista, el especialista señala que las esculturas se hacen para conmemorar hechos importantes, pero sobre todo “para adornar la ciudad, para hacerla más agradable y más bella; se busca eso, lo que tenemos que considerar todos los ciudadanos es que son parte de nuestra ciudad”, menciona.
Continua, “en tanto nosotros las conservemos, estamos haciendo mejor nuestra ciudad. Si las dejamos vandalizadas, estamos deteriorando nuestra ciudad y calidad de vida”.
¿Quién se encarga de su mantenimiento?
Ana Francis López Bayghen, secretaria de Cultura de la Ciudad de México, considera que las esculturas, además de ser la imagen de la capital, forman parte de nuestra identidad; por ello, destaca la importancia de cuidarlas, pues “si se pierden, se pierde una parte de nuestra memoria”.
“La persona a la que se rinde homenaje, el estilo, los materiales, su emplazamiento, su estado de conservación, etcétera, son elementos que nos permiten reconocer la forma de vida y de pensamiento en determinada época de nuestra historia y entender cómo ha ido evolucionando al transcurrir los años. Un ejemplo muy claro es el Paseo de las Heroínas, en el Paseo de la Reforma —que se inauguró en 2020— que hoy en día reconoce el papel de la mujer en la historia de México, cosa que en 1889, cuando se colocaron las primeras esculturas, hubiera sido impensable”, asegura.
La secretaria indica que se está trabajando en el registro de esculturas y monumentos ubicados en espacios públicos y su estado de conservación, que permita la identificación de zonas más vulnerables, ya sea porque son lugares muy representativos y de mucha afluencia como Paseo de la Reforma o, por el contrario, espacios poco transitados que ante la falta de actividad se vuelven susceptibles de ser vandalizados, como ocurre con el Monumento a la Raza.
López Bayghen destaca que tanto el gobierno local como federal trabajan de manera coordinada en la implementación de un protocolo para la atención de monumentos.
“A través de esta coordinación se ha logrado la recuperación de espacios públicos como el Foro Lindbergh, el mural La Guerra y la Paz, del maestro Gilberto Aceves Navarro; (...) la columna de la Independencia, el monumento a Cuauhtémoc, el Hemiciclo a Juárez, las esculturas históricas del Paseo de la Reforma, entre otros”, señala la funcionaria.
Precisa que a la fecha, en coordinación con la alcaldía Cuauhtémoc, se trabaja en la recuperación del Monumento a la Raza y se tiene prevista la intervención en el Monumento a la Madre, a los pedestales de Paseo de la Reforma y algunas esculturas en Chapultepec.
En entrevista, Alejandro Encinas, secretario de Planeación, Ordenamiento Territorial y Coordinación Metropolitana (Metrópolis), señaló que hay un inventario de este tipo de obras de la Ciudad de México, mismo que se está actualizando y será dado a conocer una vez que esté terminado.
Lamentó los actos de vandalismo, que van desde el robo de alcantarillas hasta la mutilación de esculturas de bronce o robo de placas, y precisó que “si bien se ha ido disminuyendo la incidencia de este delito, lo cierto es que hay que fortalecer muchísimo más la vigilancia y la atención”, por lo que consideró que no basta con la intervención de la autoridad, también se necesita que la población ayude a preservar y proteger el patrimonio cultural; por ejemplo, por medio de la denuncia oportuna.