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Edgar Santiago Álvarez, de 51 años, salió la mañana de este miércoles 10 de septiembre con la rutina de siempre: dejar a su hija en la preparatoria. Como de costumbre, planeaba volver a casa por la avenida Texcoco, pero un tianguis lo hizo cambiar de ruta. Esa pequeña decisión lo llevó a que su auto quedara detrás de la pipa de la empresa Silza que minutos más tarde explotaría en el Puente de la Concordia.
Hoy, Édgar permanece inconsciente en el Hospital Regional “Gral. Ignacio Zaragoza”, con quemaduras de tercer grado en el 90% de su cuerpo, contó su padre Juventino Santiago Olea, quien lo acompaña, con la esperanza de que su hijo de 51 años, se mejore pronto.
“Mi hijo se llama Édgar Santiago Álvarez. Yo soy su papá. Por el momento ahí va, evolucionando bien, nos dicen los doctores que le está echando muchas ganas. Yo creo en Dios y creo que le va a dar la oportunidad de seguir adelante, para que un día pueda contar su testimonio a su familia y a sus hijos”, dice con voz quebrada a este diario.
Juventino explica que el día del accidente, Édgar “venía solo, ya de regreso a la casa, y justo iba atrás de la pipa”. El estallido lo alcanzó de lleno, dice.
El señor Juventino asegura que desde que fue trasladado al hospital ubicado en la Calzada Ignacio Zaragoza, el personal de salud los ha atendido con gran dedicación.
“Nos han brindado mucho apoyo, tanto el director como las enfermeras y los doctores. De veras, mi respeto para todos”, dijo agradecido.
En cuanto a los responsables de la pipa siniestrada, Juventino afirma que hasta ahora no se han acercado ni los han contactado. “Por el momento mi nieto anda viendo los papeles para meter la factura del carro y otros documentos, pero los dueños de la pipa no se han presentado, no nos han contactado, nada todavía”, señaló.
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En cambio, comentó que el Gobierno de la Ciudad de México sí ha ofrecido apoyo jurídico y acompañamiento a la familia. Además, expresó que está conmovido y agradecido por las decenas de personas solidarias se han acercado al hospital con agua, comida y palabras de aliento. “Mis respetos, estamos agradecidos por ese apoyo que nos brindan, en verdad”.
Entre la incertidumbre y el dolor, Juventino se aferra a la fe: “Yo creo en Dios y creo que le va a dar (a Édgar) la oportunidad de seguir adelante, para que algún día pueda contar su testimonio a su familia y a sus hijos. Porque en verdad sí estuvo muy feo lo que pasó”.
aov/cr