Para apagar un incendio en el Zócalo capitalino, en la alcaldía Cuauhtémoc, Selene tuvo que lidiar con el peso de su traje de bombero que le llegaba hasta las rodillas, un casco amarillo que apenas le permitía asomar sus ojos cafés y una manguera que abrazaba con ayuda de sus costillas.
Pero al llegar a la emergencia, levantó su cabeza y, apoyada en ambos pies, apagó con éxito el primero de muchos incendios que a sus cuatro años sueña con controlar.
“Quiero apagar los fuegos de la Ciudad y salvar a los gatitos que se asustan en los árboles”, dijo.
Así como ella, miles de niñas y niños jugaron a ser bomberos o policías en el “Zocalito de las Infancias”, en el último día de las vacaciones de Semana Santa.
Casi 40 minutos esperaron los pequeños bomberos en la fila para enfrentarse al fuego que provenía de tres edificios de cartón construidos en el stand de bomberos, y que personal de esta institución les enseñaba a sofocar.
A pesar del sol que pegaba en cada rincón de la Plaza de la Constitución, desde afuera, los papás veían a sus hijos jugar, mientras los grababan con celular en la mano y, con la otra, sostenían un paraguas, paleta de hielo, agua fresca, congelada o cualquier alimento que los ayudara a sobrellevar el calor.
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Al salir de una actividad, inmediatamente guiaban a sus papás de la mano para ir a la otra, que podía ser desde, el juego del avioncito, cancha de fútbol, rally atlético, caja de bateo, tiros de baloncesto, boliche, malabares y una biciescuela, así como un espacio de adopción de animales de compañía, el Foro Ajolote y el Teatro de Bolsillo.
A unos metros de la escuela de bomberos, personal de Pilares colocó sobre el pavimento colchonetas para enseñar a los infantes defensa personal. Era una de las actividades más demandadas por los niños, quienes golpeaban los costales con todas sus fuerzas y gritaban en cada impacto que conectaban.
Al otro extremo, una fila de asistentes descalzos llegaba casi hasta las instalaciones de la estación Zócalo del Metro: niñas, niños, papás, mamás y hasta abuelos se habían quitado los zapatos para subirse a un inflable en forma de dinosaurio, que tenía como regla ir acompañado por un adulto.
Al interior de la atracción color amarilla, con capacidad para 250 personas, los niños corrían, saltaban, se empujaban y, algunos más intrépidos, se estrellaban contra las paredes acolchonadas.
En el centro del inflable, los más pequeños pasaban corriendo y repetían hasta agotar los 10 minutos que, a causa de la demanda, tenían como límite.
El Gobierno capitalino informó que 230 mil personas, la mayoría niñas, niños y adolescentes, han asistido al “Zocalito de la Infancias” durante los primeros tres días de actividades en la Plaza de la Constitución. Se estimó que tan sólo el domingo se hayan reunido 120 mil personas. El evento culminará el miércoles 30 de abril. Con información de Omar Díaz
jf