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Fueron largas horas de espera, primero bajo el sol y luego de la sombra gélida que marcaban los edificios sobre Reforma y avenida Juárez. Muchas familias arribaron al primer cuadro de la capital desde muy temprano para tener un muy buen lugar, pero pronto la desesperación comenzó a crecer.
Entre los presentes había quienes se preguntaban si el evento había sido cancelado. “No se ve nada, ¿para eso vine?”, le dijo Roberto a su pareja, un tanto molesto porque apenas se veía a la distancia un alebrije montado en un carro.
Los primeros contingentes comenzaron a desfilar frente a la multitud ubicada a un costado del Ángel de la Independencia, causando furor y entusiasmo en los asistentes. Mientras sonaban los primeros tambores, acompañados de danzantes caracterizados con trajes prehispánicos, los miles de presentes alzaron sus teléfonos para grabar y tomar fotos a la vez que gritaban y aplaudían.
Una nube con intenso olor a copal e incienso inundó la avenida mientras que uno de los contingentes, con danzantes caracterizados de blanco y rojo, y portando tambores, tocaron con fuerza y ritmo, animando a las familias.
A las 15:00 horas en punto, el jefe de Gobierno, Martí Batres, había dado el banderazo de salida de los contingentes en la Puerta de los Leones del Bosque de Chapultepec, acompañado por el secretario de Turismo federal, Miguel Torruco, y autoridades capitalinas.
“Este desfile es expresión de tradición, pero también de renovación. Aquí se expresa la creatividad de los jóvenes, de los Pilares, de los Faros, de los centros culturales y de miles y miles de artistas; se expresa la diversidad y la búsqueda de nuestras raíces con los rostros de las nuevas generaciones. Este es el Desfile del Día de Muertos, esta es la tradición, esta es nuestra cultura, este es México”, expresó.
Horas previas al inicio del desfile, el ánimo era grande, las familias se fueron acomodando frente a las vallas metálicas, afianzándose para no perder el lugar.
Mandaban a una comisión a comprar víveres a tiendas de conveniencia o se acercaban a los comerciantes ambulantes que ofertaron helados, papas, refrescos, tacos y, por supuesto, maquillaje para caracterizarse como calaveras.
“Los que más se maquillan son niños y turistas, no sé por qué será, pero son los que más se animan, (...) pues haz de cuenta que de 10 que pinto, seis o siete son extranjeros”, comentó Martha, quien colocó su stand de maquillaje sobre Reforma.
A los que les vino bien la espera fue a los vendedores de sillas y bancos de plástico, pues cuando inició el desfile ellos ya habían vendido la mayoría de su mercancía.
“De a 60 el banco”, gritaban y la gente no dudaba en comprar uno y subirse y estirar su celular para registrar el paso de los bailarines, xoloitzcuintles y calaveras de cartón.
Entre los espectadores se encontraba una gran cantidad de turistas nacionales y extranjeros, listos para disfrutar del espectáculo, como fue el caso de Anthony, originario de Las Vegas, Estados Unidos, quien destacó su gusto por esta festividad.
“En América sólo festejamos Halloween, pero no es nada comparado con la variedad cultural que podemos ver aquí en México (...) es mi primera vez y es un lugar hermoso y lleno de colores y vida”, dijo.
Ante la alta afluencia de personas, muchos espectadores optaron por subirse a los hombros de sus acompañantes, arriba de las sillas de piedra a un costado de Reforma e incluso a los árboles para tener una mejor vista del desfile.
“Porque cantando se alegran, cielito lindo, los corazones”, sonó sobre avenida Reforma, a la altura del Senado de la República, cantado tanto por grupos de regional mexicano como por cientos de espectadores alegres por el desfile.
“Es hermoso ver tantos colores y la enorme variedad cultural de nuestro país en un sólo desfile, este tipo de celebraciones no ocurren en otros países y somos afortunados de tenerlas aquí en México”, opinó Clara, una de las miles de personas presentes en el festejo.
Las personas ubicadas sobre avenida Juárez vitoreaban cuando veían pasar batucadas, catrinas y carros alegóricos, gritaban, levantaban sus celulares, pero del otro extremo los espectadores aún se mantenían a la expectativa.
Minerva llegó hasta la calle 5 de Mayo para ver el Gran Desfile de Día de Muertos al lado de sus tres hijos y sus dos comadres.
Llegaron antes de las 13:00 horas para lograr tener un buen espacio, para eso llevaron pizza, refrescos. “[Que] no venga la gente porque no me va a dejar ver”, expresó, pero enseguida sonrió, porque en el fondo sabía que era broma, pues sería inevitable.
El último carro alegórico salió de la Puerta de Los Leones a las 17:00 horas, para efectuar un recorrido de ocho kilómetros con destino al Zócalo. A lo largo del desfile se presentaron diversos grupos musicales de diferentes entidades de la República, así como los vehículos de Los Miranda y Sonido La Changa, en alusión a las declaratorias del Día del Bolero en la Ciudad de México y la Cultura Sonidera como Patrimonio Cultural Inmaterial.
Además de La Calavera Cocodrilo de La Maldita Vecindad en homenaje a los barrios populares.
Un total de 65 carros alegóricos recorrieron Reforma, Juárez y 5 de Mayo, así como grupos caracterizados de los principales elementos que definen a la cultura mexicana, como el maíz, mariposas monarca, magueyes, chinelos y papel picado, entre otros.
También estuvieron presentes músicos, marching bands, bailarines de danza folclórica, mariachis, charros, danzantes tradicionales, curanderas, comparsas de los carnavales de Martín Carrera y Peñón de los Baños.
Entrada la noche, los carros alegóricos se fueron posicionando en la plancha del Zócalo, para finalizar el desfile con la presentación musical de La Maldita Vecindad.