El 2.4% de los estudiantes de primaria del Estado de México ha consumido alguna vez un tipo de droga; 1.5% ha sido marihuana; 1.7%, inhalables y 1%, otra sustancia, de acuerdo con datos de la Secretaría de Seguridad estatal.
Estas cifras han llevado a las autoridades a implementar medidas preventivas de una manera diferente, como es el baile y los cánticos.
“Implementamos diferentes actividades, talleres, cursos, programas, pláticas acerca de la prevención del delito, de accidentes en la vía pública, esta situación ya lleva varios años y los resultados han sido favorables y ya los podemos palpar”, afirmó Apolinar Mejía Reyes, instructor de educación vial de la Secretaría de Seguridad del Estado de México (SSEM).

Una vez que los elementos llegan a la institución educativa hacen contacto con los menores, quienes en un principio evaden mirarlos directamente. Sin embargo, la confianza se va generando una vez que los uniformados comienzan a contar historias, logran que los menores participen, que manifiesten si han sido víctimas de algún delito o han consumido alguna droga.
Tras varios minutos, los policías y los estudiantes salen a los patios y ahí comienza la “magia”: los policías bailan junto a una botarga que hace alusión a los uniformados.
“La mayoría de los compañeros que trabajamos en estas áreas nos sentimos muy empáticos con los niños, nosotros trabajamos, pero no nada más trabajamos, sino bailamos, cantamos, hacemos dinámicas en las que nos sentimos parte de, y generamos en la conciencia del niño que el policía no se lo va a llevar a la cárcel, que el policía no es malo, al contrario, generamos ese contacto con el niño para que sepa que en caso de que se llegue a extraviar o pase algún otro delito, que sepa que el policía es una persona que tiene todas las posibilidades, como vehículos, líneas de comunicación para poder regresarlo a su casa. Entonces, generamos esa conciencia a través del juego”, detalló Mejía.

Los bailes generan confianza entre autoridad y estudiantes, ya que muchos de los menores una vez que culmina la actividad comienzan a manifestar los delitos que llegan a afectarlos.
“Los preparamos les decimos que todo inicia con una probada como es el tabaco, que por lo regular la primera vez se ahogan, pero sucesivamente si no lo sueltan se convierte en medio tabaco, en un tabaco y en el futuro la persona adulta ya se está fumando una cajetilla, entonces generamos conciencia”, resaltó el instructor de educación vial de la SSEM.
Además de los estudiantes, los padres de familia también se involucran en este tipo de dinámicas que llevan más de 20 años siendo impartidas por los elementos estatales, y que tienen como finalidad recuperar los valores que se han perdido en algunos hogares.
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“Un padre de familia nos menciona que si no puede con dos o tres hijos un maestro cómo le hace, entonces somos una herramienta fundamental para los padres de familia, ya que buscamos la transmisión y práctica de los valores, hablamos bastante de los valores que se han perdido y de que los padres de familia hemos dejado de ser autoridad y no autoridad como una persona que domina, sino como una persona que sabe guiar a los que están detrás de él”, señaló Apolinar Mejía Reyes.
A través del programa mi Escuela segura se han obtenido resultados como apoyar a un menor de edad en temas de consumo, o bien lo acercamos con las autoridades correspondientes para que pueda denunciar algún tipo de delito del que haya sido víctima.