La pandemia de Covid-19 no sólo tuvo un impacto en la salud, también modificó los hábitos de consumo en la Ciudad de México. Uno de los con más afectaciones fue el restaurantero, que actualmente es muy distinto en las calles de la capital de como era antes de la .

Ver mesas y sillas en banquetas y cajones de estacionamiento, y gente tomando un café o comiendo en la vía pública ahora es habitual en colonias como Roma Norte, Juárez, el centro de Coyoacán o en el Centro Histórico, pero son imágenes que no eran comunes antes de la .

En junio de 2020, la entonces jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo, anunció el programa Ciudad al Aire Libre para contrarrestar los efectos de la emergencia sanitaria en este sector. La finalidad era reactivar la economía sin propiciar los contagios.

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Ahora es común observar a clientes degustar alimentos afuera de los establecimientos. Algunos refieren que es más cómodo. (26/03/2025) Foto: Carlos Mejía | El Universal
Ahora es común observar a clientes degustar alimentos afuera de los establecimientos. Algunos refieren que es más cómodo. (26/03/2025) Foto: Carlos Mejía | El Universal

Se dio oportunidad a los establecimientos de alimentos de colocar desmontables, sillas y mesas en banquetas y cajones de estacionamiento para que sus comensales pudieran consumir en el exterior. El aforo en los restaurantes se modificaba según los cambios en el semáforo epidemiológico.

Casi un año después, en abril de 2021, el Gobierno capitalino anunció que el programa sería permanente, y en diciembre de 2022, el Congreso local aprobó una reforma en la Ley de Establecimientos Mercantiles para legalizarlo.

“En su momento, en la pandemia, claro que los restaurantes se pudieron beneficiar por la venta de esas mesas, porque en el interior tenían aforos muy reducidos”, explica a EL UNIVERSAL Jack Sourasky, presidente de la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (Canirac) CDMX.

A cinco años de la pandemia, estos espacios permanecen en la vía pública de la Ciudad de México.

“La gente prefiere sentarse en terrazas y en el aire libre porque es mucho más agradable, y más con una ciudad como la nuestra, en la que tenemos un clima maravilloso. Obviamente, cuando llueve es imposible utilizar estas terrazas, pero en general ha sido beneficioso para la economía y para el sector restaurantero, que aún no se ha recuperado desde la pandemia, no estamos a niveles de 2019, teníamos mayores comensales que los que tenemos hoy”, expone Sourasky.

Lo que inició como un programa de reactivación económica es ahora parte de la cotidianidad de la Ciudad de México. Caminar en las calles de la colonia Hipódromo Condesa es encontrarse con comensales en plena banqueta disfrutando de un aperitivo, un helado en la nevería Roxy de la esquina de Tamaulipas 161 o gente haciendo home office en sus computadoras.

En algunos tramos, los cajones de estacionamiento en los que antes no había espacio para algo que no fueran automóviles, ahora están decorados con macetas y plantas que delimitan el espacio donde los restauranteros colocan tres, cuatro, cinco o más mesitas para sus clientes.

Julieta, una capitalina de la colonia Roma, disfruta de una bebida fría en la terraza de una cafetería en la esquina de la calle Durango.

Cuenta a esta casa editorial que le parece “muy bien que los restaurantes ahora tengan terrazas, hasta parece aburrido tomar algo adentro, ¿no?”.

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En otras partes de la capital también es habitual ver mesas en el exterior. Basta con echar un vistazo al corredor peatonal de Madero para encontrarse con negocios con mesas en las que la gente aprovecha para comer algo y recuperar energía.

A pesar de los beneficios, el sector restaurantero todavía no se ha recuperado de la pandemia de Covid-19, sostiene el presidente de la Canirac CDMX, pues aún no se alcanzan los niveles de comensales que se tenían en 2019.

Ahora que han pasado cinco años de la crisis sanitaria, Jack Sourasky recuerda la pandemia como “un reto muy fuerte. Hubo pérdida de empleos, pérdida de vidas humanas, lo único que podíamos vender era delivery [servicio de reparto a domicilio]. Entonces, el semáforo fue complicado para nosotros porque muchos, sobre todo los meseros que tienen salario mínimo, pero viven de las propinas, se vieron muy afectados, aunque estaban en sus casas y la industria les siguió pagando, no podían cubrir sus necesidades mínimas. Conforme fue avanzando el semáforo, fueron mejorando las condiciones. Es una industria muy resiliente, muy cambiante y es una industria muy rica, es generadora y motor del turismo”, enfatiza Sourasky.

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