En los últimos años, la uva Marselan tomó un enorme impulso en el mercado global. Propagada y promovida por los países del Nuevo Mundo, especialmente China, esta singular cepa está ganando reputación gracias a su capacidad para integrar vinos altamente aromáticos, cargados de taninos suaves y armónicos. ¡Sí!, en México también brilla cada vez más, especialmente entre productores del Bajío.
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Hace algunas semanas tuve la oportunidad de catar las nuevas añadas de Puerta del Lobo junto a su enólogo, Cayo Armas. De entre todas las muestras analizadas, nada me sorprendió más que la gran expresión cualitativa de su Marselan. Pero no es algo nuevo, ¡no!, hace meses tuve la misma impresión después de probar las barricas de Juan Manchón, enólogo de Cuna de Tierra, en Guanajuato; lo mismo hoy al recatar varias etiquetas de Freixenet de México y De Cote Casa Vitivinícola, únicas bodegas realmente convencidas en llevar al varietal al terreno de los tintos monovarietales. ¿Casualidades?, no existen querido lector.
Desarrollada en 1961 por el ampelógrafo francés Paul Truel, como parte de la colaboración entre el Instituto Nacional para la Investigación Agronómica (INRA) y la Escuela Nacional Superior Agronómica de Montpellier (ENSAM), la Marselan nació del cruce entre Cabernet Sauvignon y Grenache, con el propósito de obtener una variedad de alto rendimiento y calidad moderada. Su nombre, lógicamente, se otorgó en honor a la ciudad de Marseillan, en la costa mediterránea de Francia.
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Si bien heredó la estructura y elegantes aromas de la Cabernet Sauvignon, así como la fuerte resistencia de la Grenache, sus pequeñas bayas y jugos limitados frenaron su propagación a gran escala en Europa, llevándola a ser literalmente archivada. No fue hasta finales del siglo pasado que esta uva tinta experimentó un renacer, impulsado por su capacidad para resistir a enfermedades y ofrecer buenos resultados en zonas de clima extremo.
Como otras grandes uvas, la Marselan refleja notablemente el terruño del que procede… Se trata de una cepa de maduración media, que prospera en climas fríos pero que también posee una acidez atractiva para los productores de regiones cálidas. Tiene una notable capacidad para “encapsular” las influencias de suelos, madurez del viñedo y variaciones climáticas mínimas de un año a otro. ¡Es una uva capaz de resumir añadas, a la par de origen!
Si bien se enlistó entre las variedades francesas con denominación de origen desde 2011, sólo algunos pocos vitivinicultores apostaron por propagarla en Languedoc, Provenza, el valle del Ródano… De hecho, no fue hasta 2019 que esta uva tinta fue autorizada como variedad Bordeaux AOP.
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Sin embargo, la cepa demostró un encanto único en el Nuevo Mundo, atrayendo a seguidores en Estados Unidos, China e incluso el centro de México. Contrario a China, donde ya se cuenta como una variedad emblemática en regiones de gran prestigio, como Ningxia, en el Altiplano mexicano la Marselan apenas va iniciando un historia de consolidación. Una y otra vez escucho de los enólogos locales decir que el futuro de la producción vitivinícola en la zona, está en la Marselan.
¿Sus vinos en México…? Ofrecen tanto complejidad como potencia, explotan en aromas de frutos rojos, menta y eucalipto, y desarrollan taninos suaves y equilibrados tras una minuciosa crianza en roble. Su gran potencial de envejecimiento también los hace perfectos para añadirse a mezclas con Malbec, Merlot, Syrah, Tempranillo…
* Carlos Borboa es juez global de vinos y destilados.
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