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La cerveza es una de las bebidas alcohólicas más consumidas a nivel mundial. Sin embargo, su límite de consumo suele generar dudas porque se elabora con procesos como la maceración y la fermentación.
Aunque no presenta una fecha de caducidad, debido a que sus ingredientes actúan como conservadores, es importante supervisar las condiciones en las que se encuentra antes de ingerirla, sobre todo si ha pasado tiempo almacenada.

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¿Cuál es la fecha de consumo de una cerveza?
La cerveza contiene lúpulo, un ingrediente que le aporta sabor y amargor. Pero sus funciones van mucho más allá, pues cuenta con una acción antiséptica que evita la reproducción de microorganismos en medios líquidos con azúcares.
Esta es la principal razón por la que no se echa a perder con el paso del tiempo. No obstante, en la industria de las bebidas alcohólicas hay normativa que obliga a las marcas a poner en las latas una etiqueta con la “fecha de consumo preferente”.
Es importante no confundirla con la fecha de caducidad. Cuando hablamos de consumo preferente, nos referimos al periodo en el que el producto conserva sus características originales (sabor, textura, olor y hasta la carbonatación).
A las anteriores cualidades se les conoce como "organolépticas". De acuerdo con un artículo del portal especializado Sabeer, todas estas propiedades se mantienen cuando la cerveza se almacena correctamente.
¡Buenas noticias! Una vez que se supera la fecha preferente de consumo, la cerveza puede seguir siendo segura. El único detalle es que su calidad disminuye, así que probablemente no te sepa igual.
En promedio, una lata sin abrir dura en perfectas condiciones de 3 a 6 meses; dicho intervalo depende de la cantidad de lúpulo, por ejemplo, las de mayor concentración son más sensibles a la luz y al calor, por lo que deben consumirse en menos de 2 meses, así lo explica el blog de la Cervecería Golden.

¿Qué pasa si consumes una cerveza "vencida"?
El consumo de una cerveza en una fecha posterior a la que indica su envase no representa un riesgo para la salud.
Siguiendo con la información de Sabeer, el entorno químico de la cerveza -bajo pH, contenido alcohólico, dióxido de carbono y ausencia de oxígeno— impide el desarrollo de microorganismos patógenos.
Aunque, como lo mencionamos anteriormente, una conservación incorrecta sí puede alterar el producto. Por ejemplo, la pérdida de gas, la reducción del aroma y el sabor "rancio" son indicadores de deterioro.
Y esto mismo puede observarse en las cervezas que fueron abiertas y que se quieren ingerir después.
Los factores que reducen la calidad de esta bebida son la exposición solar, las altas temperaturas y los sitios de almacenamiento poco frescos. Así que una opción es guardarlas en el refrigerador, justo en la parte media.
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