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Tlahuiltepa.— Este municipio es uno de los más pobres de Hidalgo, hace apenas unos meses la entrada a la cabecera municipal fue pavimentada, aquí está asentada la comunidad de Media Luna, sin electricidad, sin agua potable ni tiendas de abarrotes. A Maricela le tocó vivir aquí y si le preguntas cuáles son sus sueños te responderá, hacer un licuado de frutas y escuchar música.
Para la mayoría de las personas hacer estas dos cosas no representan mayor problema, ni siquiera se detienen a pensar que para alguien más es imposible, pero si vives sin electricidad, tu realidad es diferente.
Con 33 grados el sol quema a plomo, un camino difícil lleno de curvas, una parte pavimentada y el resto terracería, así se llega a la sierra y escondidas entre las montañas se encuentra Cieneguillas, Moxthe y Media Luna, pertenecientes a El Cardonal y Tlahuiltepa.
En estas comunidades sus habitantes no contaban con energía eléctrica, apenas a finales de febrero la Comisión Federal de Electricidad (CFE), empezó a colocar postes y cableado para llevar el servicio, pero hasta el momento el proyecto no está terminado. Sin embargo, desde hace unas semanas su vida ha cambiado gracias a los paneles solares que les han permitido hacer realidad esos pequeños sueños.
Vecinos de estas comunidades se han reunido en casa de la familia Camero Nava, Emiliano y Luisa son los anfitriones. En el patio se encuentra María de los Ángeles, Maricela, su tío Filemón, Emiliano, Jovita, Santos y su hijo Ángel entre otros. Ellos son beneficiarios de este programa de paneles y a un mes de su instalación han acudido a recibir una mayor capacitación.
Festejan la llegada de la luz
Luisa y Emiliano han vivido en Cieneguillas, en el municipio de El Cardonal. Aquí crió a sus cuatro hijos, entre ellos, María de los Ángeles con quien ahora viven.
Cuenta que la vida al lado de Emiliano ha sido buena, pero la carencia de servicios los ha complicado, acostumbrada a levantarse a las cuatro de la mañana para preparar los alimentos que Emiliano se lleva al campo. Durante muchos años utilizó “el aparato” que era una botella de vidrio con una mecha empapada de aceite para iluminarse. Al paso de los años adquirieron lámparas, así como baterías de automóviles. Ahora tienen dos paneles solares de 900 wats con lo cual, dicen, les ha cambiado la vida.
Para festejar la llegada de la luz en este domicilio, los hijos de María de los Ángeles le regalaron una lavadora, una licuadora y un molino para maíz. Ángeles muestra orgullosa su lavadora en la que ahora puede tener la ropa limpia no sólo de ella, sino también de sus papás.
El más feliz es Emiliano, de 85 años, a quien le brillan los ojos al contar que ahora puede levantarse en la noche e ir por agua sin tener que derramarla. “Corro para allá, corro para acá y ya no me tropiezo, además de bonito es más seguro”.
La música alegra su hogar
A sus 19 años, Marisela Espinosa tiene sentimientos encontrados, por un lado dice estar triste, ya que hace 10 meses falleció su madre, pero también está contenta ya que ahora la música no la lleva por dentro, sino en la bocina que alegra su hogar.
Al quedar huérfana, Marisela decidió ir a vivir con su tío Filemón. Ambos habitan una casa prestada. Una de las pocas cosas que más disfruta ella es la música, antes de la llegada de los paneles utilizaba una batería de auto, hoy dice, no hay límites para escuchar su pasatiempo favorito.
También recuerda que hasta hace unos meses tenía que salir a la localidad de Camarones a buscar dónde conectar su teléfono celular. Ahora, lo que más le gusta hacer es un licuado de frutas en su licuadora.
Prefiere su comunidad
Santos Ángeles es un albañil de 40 años de edad. Cuenta que ha sido migrante en Estados Unidos y también ha salido a la Ciudad de México donde ha trabajado. Sin embargo, asevera que prefiere regresar a Media Luna. Santos dice que ha conocido el primer mundo, pero nada se compara con la tranquilidad y el saber dónde está parado, que sólo le brinda Tlahuiltepa.
Él conoce bien lo que es vivir sin luz y lo complicado hasta para tareas sencillas como las labores escolares o dormirse tarde.
En la casa de Santos como en la de muchos más, las velas y las lámparas formaban parte de la cotidianidad. Con ellas se alumbraban para hacer todas las actividades.
Santos dice que él tampoco podía desarrollar sus habilidades, ya que no había posibilidad de utilizar sus herramientas como los taladros o cortadoras, ahora con los paneles, incluso puede ocuparse en un trabajo que le genere un sustento económico en su comunidad.
Paneles solares cambian la vida
Llevar energía eléctrica a las comunidades dispersas en la montaña es una tarea sumamente complicada, pero no imposible. Los paneles solares que cambian la vida de Tlahuiltepa fueron donados e instalados por TC Energía, IluMéxico y Concentrarte, que han hecho lo mismo en al menos seis comunidades. Por su uso, los beneficiarios pagan 80 pesos mensuales.
Atenea Salgado trabaja con Concentrarte, una asociación civil con más de 19 años de labor en diversas partes del país, y su actividad se basa en tres líneas: soberanía alimentaria, paz y resiliencia, y educación ambiental, en esta última es como dan acompañamiento a la instalación de paneles solares.
“Hacemos la vinculación de la ecotecnología y beneficiarios para que haya una mejor adopción de los paneles y sea de mayor provecho”. Para quienes creen imposible tener luz en algún momento de su vida, que además es un derecho, esta posibilidad es casi un milagro.