Ixmiquilpan.— En lo alto de la montaña de Ixmiquilpan se encuentra Cuesta Colorada, una comunidad migrante de apenas unas 300 personas.
Aquí las lluvias dejaron a su paso destrucción y miedo, el cual prevalece entre sus pobladores. El riesgo de un nuevo derrumbe es alto y la gente lo sabe. Aquí todos se cuidan entre sí.
Para llegar a este sitio hay que subir por la montaña norte de Ixmiquilpan, colindante con Nicolás Flores, en la Sierra Gorda.
A lo largo del camino están las huellas de los deslaves ocurridos el jueves: rocas, tierra y árboles caídos cubren la carretera.
En algunos tramos, el lodo sepultó el camino por completo, pareciera que no hay pavimento, sino terracería.
Entre las curvas, el panorama cambia. Atrás quedan las viviendas de lugares como Orizabita o El Olivo. A medida que se asciende, el clima se enfría y el cálido sol de Ixmiquilpan se desvanece, dando paso a la neblina y a la amenaza de lluvia, que ahora se ha convertido en sinónimo de miedo.
Así lo relata Octaviana Mejía, vecina de Cuesta Colorada, quien al preguntarle cómo ha estado, responde: “Un poco mal”.
La tranquilidad que reinaba durante el pasado jueves 9 de octubre se rompió en la noche. Pobladores de esta región fueron despertados por el ruido de las piedras y el lodo que descendían de las laderas, debido a la intensa lluvia que cayó desde un día antes.
Lee también Caminos destrozados complican el rescate y envío de ayuda a personas atrapadas en Hidalgo
Ayer martes, los hombres trabajaban en la limpieza del deslave, que abarca unos 200 metros; troncos y piedras se apilan a un costado de la carretera. Llevan cinco días trabajando y poco a poco han despejado el camino, ya se encuentra habilitado un carril.
Con una sierra, los hombres cortan los árboles caídos.
Octaviana cuenta que su casa fue dañada por el agua y el lodo.
Dice que durante tres días permanecieron incomunicados, sin luz ni alimentos. Con lo poco que tenían pasaron esos días.
“Al final sólo comíamos gordas con salsa, pero gracias a Dios estamos aquí todavía”, expresa.
En la carretera todavía corre agua, y Octaviana admite que el miedo persiste. Ayer subió a la ladera para revisar cómo está el terreno, pues la amenaza de nuevas lluvias la mantiene en alerta.
“Si vuelve a llover, tenemos que salir de aquí, porque puede venir otro deslave y no hay seguridad en casa. Estamos pendientes día y noche; apenas sube la neblina y decimos: ¿a qué hora, a qué hora?
“La parte de abajo es la más fea, pero aquí donde estamos. Mi vecina me dice que sí escuchó el ruido de las piedras. Imagínese cómo se vinieron”, relata la mujer.
“A quién vamos a culpar”
“Mientras los de arriba estén bien, los de abajo no importamos”, dice Pedro, otro poblador que reconoce que está molesto.
Afirma que lo que se necesita son manos que trabajen. Desde temprano salió de su casa, en la parte baja de la ladera, para limpiar un poco la calle. Se distrae unos momentos de sus labores y subraya que no hay ayuda.
Lee también Julio Menchaca realiza balance de la situación de Hidalgo tras 3 días de intensas lluvias
“Sólo el gobierno municipal vino y nos echó la mano, pero somos nosotros, los vecinos, los que tenemos que organizarnos para salir adelante”, señala.
Reconoce que hay comunidades más afectadas, pero insiste: “Nosotros también contamos”.
Dice que no se puede culpar a nadie. “¿A quién vamos a culpar? La mano de Dios es la que manda aquí, pero si ya pasó [el deslave], ahora hay que ayudarnos”. Su casa no se perdió, pero algunos vecinos sí lo perdieron todo, “por eso aquí todos nos necesitamos”, agrega.
Ya es mediodía, aunque en Cuesta Colorada parece que la tarde ha caído. La neblina confunde los horarios. En la calle no hay gente; la primaria Cuauhtémoc permanece cerrada.
Afuera del pueblo hay dos cuatrimotos: “Es la única manera de bajar”, comenta Moisés Cecilio Acosta, delegado de la comunidad, quien explica que no se puede descender de la montaña por la inestabilidad del terreno.
Moisés, junto a otro vecino, dialoga con el conductor de una retroexcavadora contratada por los siete delegados comunitarios de la zona para limpiar los caminos. Saben que Hidalgo está mal, que hay lugares que permanecen incomunicados y con hambre, por eso, no quieren distraer la ayuda, aunque también la necesitan.
Noticias según tus intereses
[Publicidad]
[Publicidad]