Juxtlahuaca, Oax.— “Se reza por la llegada de la lluvia que permita la buena cosecha del maíz y frijol. También por la paz y la tranquilidad para el pueblo y las familias de Yosoyuxi y los demás pueblos”, dice Baltazar González, uno de los rezanderos de Yosoyuxi Copala, pueblo Zee Xhanj'a denominado triqui, ubicado en el sur de México.
En una de las Casas de la Lluvia, espacio sagrado para las familias Zee Xhanj'a, Margarito, el rezandero principal, alza una jícara de tepache y comienza a hablar en su lengua, como si hablara con el viento, los árboles y el espacio donde se ha caminado en un sendero durante dos horas. Para este espacio sagrado se han llevado hojas, flores, velas, un borrego, cervezas, refrescos, cigarros y tortillas, para ofrendar al Dios del rayo, para pedir por las buenas lluvias y la armonía entre las familias.
Mientras Margarito se concentra en sus rezos, el resto de las personas se apuran a poner el agua para cocer el borrego que se ha llevado sobre los hombros desde el pueblo, otros descansan bajo las sombras de los árboles.
Baltazar dice que cada año va con su compañero a ofrendar, él ayuda a repartir los alimentos o sostiene lo que se ofrece al dios del rayo. Después de apuñalar al borrego, los jóvenes ayudan a pelarlo, para enseguida lavarlo con agua del río y cocerlo; en tanto transcurre el tiempo, Alberto, el mayordomo de San Marcos, acompaña a Margarito a otro espacio, más arriba, donde también se suele ofrendar cada año.
Cuando se ha cocido la carne, se corta en trozos en un plato especial adornado de hojas enrolladas, “son los espíritus cuidadores”, dicen los rezanderos; se baja a la cueva, donde sólo asiste don Margarito con las velas y el tepache. Después de servir el platillo especial al dios de la lluvia, se procede a compartir los alimentos entre todos, se come y se bebe, para descender hacia el pueblo.
Don Margarito acude desde 1998 a las Casas de la Lluvia a realizar las ofrendas. Son tres días de fiesta a cargo de dos mayordomos y seis diputados que acompañan con los gastos para las celebraciones.
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El pedimento de la lluvia es parte de la cosmovisión de los pueblos originarios, principalmente de los Ñu’u Savi (pueblo de la lluvia) nombrados como mixtecos y de Zee Xhanj'a (los originarios), nombrados como triquis por el Estado mexicano.
Las celebraciones se hacen principalmente en los días 23, 24 y 25 de abril, aunque muchos pueblos hacen sus pedimentos a principios de abril y otros hasta el 15 de mayo.
Yosoyuxi, un pueblo de fe
A diferencia de los otros pueblos triquis y mixtecos, en Yosoyuxi Copala no hay una capilla, templo o iglesia, sólo pequeñas imágenes que van de casa en casa de los mayordomos.
“Se ha querido construir capillas, pero siempre pasa algo y nunca se hace, así que hemos dejado de hacerlo, pero le festejamos a San Marcos, ese día vamos a las Casas de la Lluvia a celebrar, pero también en la casa de los mayordomos”, explica Abel, un joven que acompaña a los rezanderos y al mayordomo.
Los ritos inician desde la madrugada, un grupo de hombres se prepara para irse a hacer guardia mientras que otros esperan a los rezanderos. En un cuarto de concreto está la imagen de San Marcos, repleto de flores, veladoras y velas.
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Las mujeres hacen tortillas, y otras cuidan la carne del novillo que fue preparada especialmente para la fiesta. Afuera de la casa, dos jóvenes ayudan a echar los cohetes.
Alberto Martínez explica que se mataron dos novillos para la celebración, considerada una de las más grandes para el pueblo y la región. Este mismo día recibe el mayordomo que hará la fiesta del siguiente año.
Antes de salir hacia la Casa de la Lluvia, una de las mujeres sahúma con copal al grupo de hombres que acompaña a ofrendar. Se camina sobre un sendero estrecho por el bosque lleno de vegetación. Se sube, se baja hasta llegar en un pequeño río con agua cristalina, luego otra subida con el borrego sobre los hombros.
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El mayordomo para, el cansancio se le nota en las mejillas, mientras el sudor le escurre en el rostro. “No importa, espero que nos vaya bien”, contestó al preguntarle sobre su estado.
Mientras se camina, la vegetación cambia de color a un café con olor a ceniza, pues hace unos días un incendio alcanzó esta zona del bosque. El canto de las chicharras se escucha durante todo el recorrido hasta llegar a la Casa de la Lluvia.
Durante dos horas se camina hasta la Casa de la Lluvia, un espacio sagrado para las familias de Zee Xhanj'a. De regreso al pueblo, don Margarito, con flores que adornaban su cuello al igual que la imagen de San Marcos, fue recibido con una banda de viento, copal y bebida. “Así lo reciben porque él fue a pedir por nosotros, por eso se merece mucho respeto”, dicen sus compañeros.
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Para las familias de los pueblos originarios, el compartir los alimentos con la tierra es parte de su cotidianidad, sobre todo cuando se trata de agradecer a la tierra que permite que los alimentos crezcan en ella y así tengan que alimentarse.
“Aunque se trabaja para comer, es la tierra quien lo da, por eso se agradece, se ofrenda y se mantiene un respeto, desde ahí se tiene una relación cercana con ella” antes del inicio de las lluvias, por ello se pide al rayo para que llueva y que la tierra sea fértil, indican las familias.