, Tamaulipas.- El 27 de marzo será recordado como la fecha en que la ciudad de Reynosa, a consecuencia de las lluvias que la inundaron en su totalidad, pero también como el día en que sus habitantes se convirtieron en ángeles terrenales, superhéroes y hermanos.

Lo que parecía ser una simple lluvia se convirtió en un tsunami que poco a poco fue devorando la ciudad hasta dejarla anegada.

A esta frontera tamaulipeca, le han pegado huracanes como el Beulah en 1967 que, con vientos de hasta 218 kilómetros por hora, dejó cuantiosos daños materiales en diversas colonias de Reynosa.

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Fuertes lluvias provocan inundaciones en Reynosa, Tamaulipas. (28/03/2025) Foto: Especial
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O el Alex en 2010, que incluso inundó los patios fiscales de la Aduana de Reynosa y desbordó el rio Bravo.

Sin embargo, lo que parecía ser una simple lluvia, en cuestión de minutos, paralizó la ciudad, generó caos y pánico entre los ciudadanos.

Autos varados en calles convertidas en ríos, personas tratando de salvar su vida mientras la corriente en algunas calles amenazaba con devorarlos, canales y drenes desbordados.

Hogares en los cuales el agua acabó con el patrimonio de las familias, daños en negocios, maquiladoras, empresas y comercios que tuvieron que cerrar sus puertas al comenzar a inundarse.

Personas buscando a familiares que salieron de sus casas o trabajos justo al momento del chubasco y hasta entrada la noche, no podían localizarlos.

Fuertes lluvias provocan inundaciones en Reynosa, Tamaulipas. (28/03/2025) Foto: Especial
Fuertes lluvias provocan inundaciones en Reynosa, Tamaulipas. (28/03/2025) Foto: Especial

Lo increíble, lo nunca visto, lo que jamás un huracán había provocado: toda la ciudad inundada.

Y fue precisamente esto lo que movió corazones, lo que generó que quienes pudieron, quisieron y tuvieron los medios salieran a las calles a salvar a quienes más lo necesitaban.

En camiones, lanchas, maquinaria pesada, con cuerdas, salvavidas, Jeeps y trailers, los reynosenses rescataron a familias que lograron guarecerse en los techos de sus casas, a quienes se encontraban en sus autos a punto de ser arrastrados por la corriente, a alumnos que no podían salir de las escuelas y a trabajadores de maquiladoras.

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La desesperación fue tanta que algunas personas, al sentir el peligro, se arrodillaron a plena calle para elevar una oración.

Elementos de tránsito poniendo a salvo a personas que quedaron en medio de las corrientes de agua, el Ejército Mexicano que implementó el Plan DNIII, activistas sociales gestionando unidades, hospitales, lanchas y brigadistas voluntarios, trasladando a familias en sus camionetas hasta los albergues disponibles.

El 27 de marzo, la ciudad se detuvo; no así la empatía de sus habitantes.

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jacg

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