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Elementos del Ejército mexicano liberaron a 93 migrantes centroamericanos, entre ellos 17 niños de diferentes edades, que estaban dentro un domicilio en la capital de Durango. Se presume que ya tenían muchos días secuestrados por parte de los grupos delictivos que operan en esa entidad.
De acuerdo a los reportes preliminares de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), el rescate de los migrantes se logró por medio de una denuncia anónima recibida desde el estado de Zacatecas, en la cual se alertaba la posibilidad de que personas habrían sido secuestradas en el estado de Durango.
Tras la denuncia, se realizaron los trabajos de inteligencia militar y efectuaron un operativo en la colonia 16 de Septiembre, donde se logró ubicar un domicilio, donde estaban privados de la libertad 7 niñas, 10 niños, 21 mujeres y 55 hombres de diferentes nacionalidades, quienes fueron trasladados al Instituto Policial, para que se les practicaran los exámenes médicos, así como para realizar las entrevistas y protocolos correspondientes, para después entregar su custodia a la autoridad federal investigadora y migratorias.
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Dentro de las versiones que EL UNIVERSAL logró obtener de algunas de las víctimas, se refiere que muchos de esos migrantes fueron viajando de pueblo en pueblo desde el estado de Zacatecas, debido a que la situación de viajar arriba de los trenes se complicó, ya que el ferrocarril quedaba varado por días en zonas semidesérticas, lo que los obligó a buscar otras alternativas de viaje para seguir avanzando.
Las versiones refieren que el objetivo de muchos de los migrantes era salir del territorio zacatecano para acercarse a Torreón, Coahuila, porque unos buscaban en ese lugar volver a subirse a los trenes, mientras que en otros tenían la intención de seguir rutas por carreteras hasta Ciudad Juárez, Chihuahua, hasta arribar a la zona fronteriza para lograr su sueño de cruzar a Estados Unidos.
Sin embargo, en el municipio de Cuencamé, Durango, muchos fueron interceptados “por sujetos que llevaban vestimentas de policías”, quienes los detuvieron, pero, aseguran que luego los uniformados los entregaron a sujetos armados y fue cuando comprendieron que estaban en manos del crimen organizado.
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Dentro de los relatos es que estuvieron durante muchos días secuestrados y sufriendo diferentes tipos de torturas, además, los delincuentes obligaron a muchos migrantes a contactar a sus familias que viven en sus países de origen para solicitar el pago de su rescate a cambio de su liberación.
Una de las víctimas refiere: “Ha sido terrible tratar de cruzar y avanzar por México, pero, estar secuestrados ha sido lo peor que hemos vivido, es un infierno, parecía que vivíamos una película de terror, días terribles, de tortura, en condiciones sumamente críticas, pensábamos que nos iban a matar a todos, no les importaba que había niños y niñas”.
sg/cr