Entre el 19 y 20 de agosto de 2024,vestidos con uniformes de color negro, “como los judiciales”, que se transportaban en camionetas todoterreno, irrumpieron en tres viviendas del municipio de Arriaga, en los límites con el estado de Oaxaca.

Se llevaron a cuatro adolescentes, tres hombres y una mujer.

A 10 meses de la de Martín Gustavo Ramos Cruz, de 15 años; Ángel Fabrizio Santiago Torales, de 15; Emmanuel Alemán Camacho, de 16, y Yuritzi Pérez Fericano, de 16 años, las madres deciden romper el silencio en el que vivieron por miedo.

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Explican que cuando iniciaron la búsqueda de sus hijos, funcionarios de la Fiscalía General del Estado de Chiapas les dijeron que no debían publicar “nada de la desaparición” en redes sociales porque los captores no los regresarían con vida.

El viacrucis

“Nos pedían que no hiciéramos nada de bulla. Si subíamos algo en redes nos pedían que lo bajáramos, porque los que se habían llevado a los niños se iban a enojar. No podíamos hacer alboroto, porque podían matar a los jóvenes”, narran las madres, que no se atreven a dar sus nombres.

El lunes 19 de agosto, Yuritzi caminaba hacia su casa en la colonia Infonavit. Se sabe que dos hombres bajaron de una camioneta, la tomaron del brazo y la obligaron a subir al vehículo. Cuando sus padres y hermanos notaron que la adolescente no llegaba, empezaron a llamar a sus conocidos.

Ese mismo día, Martín fue levantado por hombres armados cuando se encontraba en su casa, en el barrio Los Pocitos.

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El joven estudiaba y trabajaba como albañil para colaborar con su madre en la manutención de sus hermanos menores.

Ese lunes, Ángel Fabrizio había regresado a su casa, en el barrio Bella Vista San Isidro, tras su primer día de clases en la escuela preparatoria. Cuatro hombres armados ingresaron a la vivienda y se lo llevaron, sin que ninguno de sus familiares pudiera hacer algo.

Un vecino relata que lo subieron en un automóvil azul.

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En la madrugada del martes 20 de agosto, hombres armados irrumpieron en la casa de Emmanuel, en la colonia Infonavit San Isidro, y se apoderaron del joven.

Sus padres y hermanos no pudieron hacer nada. Uno de los hombres se llevó los teléfonos de la familia, que estaban conectados a la corriente.

Al día siguiente, las cuatro familias, que entonces no se conocían, emprendieron la búsqueda en los separos de la Policía Municipal, las oficinas del Ministerio Público y hospitales de Arriaga y Tonalá, pero no había rastro de sus hijos.

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Fueron a la Fiscalía de Distrito, donde les pidieron que esperan 24 horas para interponer la denuncia por la desaparición.

Hasta el 22 de agosto las fichas fueron subidas en la página web de la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas de Chiapas.

El miedo

Las familias pegaron las fichas en edificios públicos y terminales del transporte. Cuando extendieron la búsqueda en redes sociales recibieron mensajes de funcionarios de la fiscalía estatal que les decían que “no hicieran mucha bulla”.

“No querían que hiciéramos publicaciones en Facebook”, entonces los invadió el miedo y callaron.

El temor obligó a la familia de Yuritzi a abandonar Arriaga, temían que los hombres que se la llevaron podrían volver por los hermanos de la muchacha. Nadie sabe para dónde se fueron.

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Arriaga, un municipio de más de 42 mil habitantes, estaba sumido en el miedo. El 18 de agosto había sido ejecutado un adolescente identificado con el mote de El Cibernético, homicidio por el que otros dos adolescentes fueron detenidos y trasladados a Vila Crisol.

Antes de la desaparición de los cuatro muchachos ya habían ocurrido homicidios a plena luz del día y otras desapariciones forzadas como parte de la lucha que dos organizaciones criminales libraban desde la frontera con Guatemala hasta los límites con Oaxaca.

Rastreo sin resultados

Para las tres familias que aún buscan a sus hijos, han sido meses difíciles: “Hemos buscado debajo de las piedras sin ningún resultado. Hemos vivido una pesadilla día a día que no nos deja vivir en paz”, confiesan las madres.

Los padres, hermanos, abuelos y tíos de los muchachos han sido impactados por la desaparición, pero son las madres las que más sufren. Comentan que aún sueñan que sus hijos regresan a casa.

Hasta ahora, ninguna institución les ha brindado ayuda sicológica ni de ningún otro tipo.

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Las mujeres señalan que cuando acuden a la fiscalía para preguntar si hay algún avance en la búsqueda, la respuesta es: “Estamos trabajando”, pero ellas no ven avances.

“Ya van a cumplirse 10 meses y no hay ninguna noticia de ellos”, lamentan las madres.

Las familias aseguran que pueden meter las manos al fuego por sus hijos: “No eran chicos malos. No eran drogadictos. Eran chamacos de escuela, que a lo mejor llegaron a tener malos amigos”, explican.

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“Eran chicos educados, porque cuando están en malos pasos, uno se da cuenta inmediatamente”, explican las madres, quienes tienen fe en que los regresen con vida.

De acuerdo con Melel Xolobal, quien trabaja con niños y adolescentes, en Chiapas hay al menos mil 500 familias con algún desaparecido.

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