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La investigación periodística sobre las empresas fantasmas de Veracruz, que llevaron a la posterior caída del entonces gobernador Javier Duarte de Ochoa, se llevó un año y tres meses.
El periodista Víctor Hugo Arteaga, quien rastreó y encontró un camino de corrupción en el gobierno del priista, recordó que fue un trabajo meticuloso de escritorio, casi quirúrgico, con la revisión de miles de documentos oficiales. Y un trabajo de campo con visita a docenas de domicilios fiscales irregulares.
“Yo no iba por la cabeza de Javier Duarte, iba por el mecanismo que usaron para esto”, afirma.
Cuando Javier Duarte vuelve a estar en la palestra política por su posible liberación de prisión, recordó que fueron meses para descubrir que funcionarios cercanos al gobernador entregaron contratos a una red de empresas fantasma.
Arteaga había realizado el trabajo base de la investigación y entre el 26 de mayo y madrugada del 27 de 2016, recibió constantes llamadas de enviados del Gobierno de Veracruz, con quienes sostuvo un encuentro.
“Se fueron con la cola entre las patas”, recuerda, luego que les mostró carpetas con documentos que acreditaban la veracidad del reportaje que resquebrajó al PRI.
A la distancia y con la experiencia en el caso, ve lejano que Javier Duarte pueda salir de prisión, porque lo ve como esa cajita del extinguidor que aparece en edificios y que lleva la leyenda “rómpase en caso de emergencia”.
“Duarte es el extintor y la manguerita que están guardados detrás del cristal, en cualquier momento, para cualquier gobierno, llámese Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador o esta administración, lo van a dejar hasta que lo tengan que dejar y no creo que lo vayan a liberar”.
Si fuera así, ya estaría libre: cumplió el 97 por ciento de su condena por los delitos de asociación delictuosa y operaciones con recursos de procedencia ilícita y “cualquier otro preso ya estaría fuera con el 60 por ciento de su condena”.
Los periodistas –remarca- somos la última línea de defensa entre la democracia y la libertad de un pueblo, somos la última línea de defensa, puede fallar la Justicia de la Nación, pueden fallar los partidos, pueden fallar los senadores, pueden fallar los diputados, puede fallar la presidenta, pueden fallar los expresidentes, puede fallar todo el sistema político mexicano, pero los que no podemos fallar somos los periodistas.
afcl/LL
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