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Tijuana.— Era abril de 2023 cuando Daniela llegó a Tijuana, tenía seis meses de embarazo. Desde ese entonces pidió asilo al gobierno de Estados Unidos y —nueve meses y un bebé de medio año después— por fin logró programar una cita para cruzar la frontera e iniciar su proceso como refugiada.
A casi un año de que comenzaron los cambios en el trámite de asilo y la política migratoria del gobierno estadounidense, con el uso de la aplicación CBP One, son miles de migrantes quienes aún esperan en la frontera, desde territorio mexicano, para lograr llegar a EU.
Daniela es una de las que lleva más tiempo esperando, viviendo en una casa de campaña dentro del albergue Movimiento Juventud 2000, donde permanecen alrededor de 100 personas, principalmente mujeres y menores, sin que haya logrado una fecha para cruzar.
“Ya hasta en broma les decía aquí que llegué embarazada y mi bebé va a llegar [a EU] caminando. Es duro esperar tanto, aquí me dejaron quedarme, pero en otros lugares pasa un tiempo y te tienes que ir, yo pensé que no lo iba a lograr”, cuenta Daniela mientras prepara sus maletas para cruzar el próximo 19 de enero.
Ella es salvadoreña y tiene 21 años, llegó embarazada, con su esposo y otras dos hijas.
Ellos lograron pasar en julio de 2023, pero Daniela tuvo que quedarse porque Milán, su tercer hijo, nació el 29 de junio de ese año y el gobierno de Estados Unidos le impidió cruzar con él sin haberlo registrado. “Tienes que hacer todo de nuevo”, le dijeron.
Así pasó casi un año, despertando de madrugada para ser una de las primeras en registrar su cita. Lo intentaba una y otra vez, pero no tuvo suerte hasta este enero, justo cuando ya empezaba a hacerse a la idea de quedarse en México, separada de sus otras dos hijas.“Nunca pensé que iba a durar tanto... no perdemos la esperanza de cruzar”, aseguró.
Era diciembre y había pasado más de un mes sin que alguna familia lograra concretar una cita en la aplicación CBP One, un requisito indispensable para migrantes latinos si quieren solicitar asilo bajo las reglas del gobierno estadounidense.
“CBP One es el verdadero muro digital”, explica José Maria García Lara, director del refugio, “porque antes mirábamos un flujo constante de migrantes que llegaban y cruzaban, y ahora es como si les hubieran levantado un muro gigante que los obliga a quedarse y los que sostenemos a esas familias somos las organizaciones civiles, muchas veces sin apoyo ni de ese ni otros gobiernos”.
Para el activista, la decisión de condicionar el asilo a un trámite digital que no está al alcance de todos no sólo viola un derecho internacional para migrar y recibir protección, sino que los expone a riesgos mucho más complejos, como su propia vida y de las infancias.
“Han muerto, los han secuestrado, hay quienes lucran con esa desesperación y esto no es culpa de las familias, sino del gobierno [estadounidense] que cambió su política, pero nunca propuso una solución al impacto que iba a tener”, lamentó.