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Xalapa.— Las tareas de limpieza en las zonas urbanas de Poza Rica y Álamo, afectadas por lluvias y desbordamiento de ríos, llevan un avance promedio de 80%, pero en zonas rurales, la limpieza, ayuda humanitaria y los trabajos de restablecimiento de caminos fluyen lentamente.
A 15 días de la tragedia que enlutó al norte de Veracruz, la euforia de las autoridades por el avance de limpieza en zonas urbanas contrasta con imágenes de zonas más apartadas y rurales.
En un estado en donde hasta el momento suman 35 muertos, las autoridades reportan que Poza Rica, el epicentro de los daños por el desbordamiento del río Cazones, registra 83% de avance en la limpieza urbana.
Mientras que en la región citrícola de Álamo las cuadrillas de la Marina, el Ejército y del gobierno estatal llevan un progreso de 80%.
Las imágenes difundidas por autoridades estatales con calles completamente limpias de los centros urbanos chocan con aquellas que provienen, por ejemplo, del municipio de Zontecomatlán.
El escenario en esta demarcación, ubicada en la región de la llamada huasteca baja, aún es de destrucción: viviendas deshechas, vehículos convertidos en un amasijo de fierros retorcidos y calles completamente destrozadas.
Si bien elementos del Ejército y de la Marina realizan tareas de limpieza, aún se observan amplias zonas intactas, con grandes daños, a 15 días de las intensas lluvias.
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En la cabecera municipal aún existen zonas devastadas y docenas de poblados incomunicados. Los caminos para llegar a Zontecomatlán están reabiertos parcialmente, ya que aún presentan deslaves y el terreno es de difícil acceso.
El paso a la cabecera está abierto por el camino que conduce a Chicontepec, pero se sigue trabajando en la zona porque el deslave es de proporciones mayores; el otro acceso, desde Huayacocotla, está abierto, pero sólo a Zontecomatlán.
Aunque los caminos están libres a localidades como La Pachitla, La Candelaria y Pahuatla, para poder llegar a otras comunidades como Ojita y Pino Suárez, que siguen incomunicadas, sus pobladores se ven obligados a caminar horas y entre veredas.

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La maquinaria mantiene labores diarias en distintos caminos, pero las condiciones del suelo mantienen intermitente el tránsito vehicular, lo que hace que algunas personas opten por cruzar el río en vehículos.
La ayuda por parte de la sociedad civil llega de todas partes del país, pero únicamente se distribuye en Zontecomatlán y pueblos cercanos, pues en el resto de la geografía los caminos aún son inaccesibles.
En las zonas lejanas, los pobladores deben caminar desde una hasta cuatro horas para bajar a las carreteras cercanas, y en los últimos días y horas es habitual observar a mujeres y hombres cargando con ayates donde meten la ayuda humanitaria para luego caminar durante horas por veredas para llegar a sus comunidades.
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En Llamatlán, municipio de la región Huasteca Baja, el panorama es similar o peor. Desde redes sociales son constantes los llamados de apoyo de comunidades rurales apartadas, en los que los pobladores afirman que es insuficiente la ayuda.
Las propias autoridades reconocen que este municipio y sus 23 comunidades todavía permanecen incomunicadas.
En las cabeceras municipales se mantiene maquinaria pesada, brigadas de auxilio y personal técnico. El alimento, despensas y servicios médicos se encuentran en la zona, no sólo por parte de autoridades, sino del altruismo de cientos de personas.
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