Jiménez del Teúl.— Cuando se escucha ese peculiar sonido que parece un largo lamento emanado de un cuerno de vaca acompañado del retumbar de una tambora, se anuncia a los habitantes de San Andrés, en el municipio de Jiménez del Teúl, que llegó el y formalmente ha iniciado La Judea, una festividad religiosa única en Zacatecas, bajo una representación teatral muy colorida de la Pasión de Cristo con diferentes episodios evangélicos celebrados durante toda la .

En entrevista con , el investigador académico Asaf Guevara Sánchez, de 38 años, oriundo de este lugar, admite que hasta que salió de su pueblo a estudiar a la capital se dio cuenta que esta festividad no se hacía en ningún otro lugar de Zacatecas por ser una simbiosis de dos culturas que surgió ante el asentamiento indígena en esa zona y la evangelización católica de los españoles que dio origen a una fiesta multicolor.

De niño la vivió como habitante, pero desde hace más de 15 años ha estudiado a y a su pueblo, desde su licenciatura hasta la tesis de su doctorado en Estudios Culturales en El Colegio de la Frontera Norte, tras percatarse que eran pocos los análisis sobre los orígenes y simbolismo; incluso escribió un libro sobre esta celebración.

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En Jiménez de Teúl se realiza una representación teatral muy colorida de la Pasión de Cristo, con diferentes episodios evangélicos, durante toda la Semana Santa. (14/04/2025) Foto: Kris Flores
En Jiménez de Teúl se realiza una representación teatral muy colorida de la Pasión de Cristo, con diferentes episodios evangélicos, durante toda la Semana Santa. (14/04/2025) Foto: Kris Flores

En la investigación inicial recurrió a entrevistar a los adultos de su pueblo para tratar de conocer los orígenes, incluido a su tío Ponciano Guevara, cronista vitalicio de San Andrés, pero en el análisis documental encontró que La Judea se distingue en la región conocida como zona Huicot, comprendida por los estados de Jalisco, Durango y Nayarit, donde se asientan grupos de huicholes, coras y tepehuanos; hay representaciones similares en Huejuquilla, Jalisco, y pueblos nayaritas.

Celebración con 400 años de historia

“La Judea es doblemente especial para mí, porque me abrió las puertas al conocimiento y a mis estudios de posgrado (…) como habitante todos la llevamos impregnada en el corazón, en la piel, en los pensamientos, es algo nuestro que nos hace únicos, nos marca y nos acompaña a donde vayamos”, expresa Asaf Guevara.

Este año busca retratar nuevamente La Judea, ya que actualmente vive en la frontera norte y refiere que el pueblo todo el año luce vacío por el fenómeno de la migración; muchos radican en Estados Unidos y regresan en Semana Santa, otros en las fiestas patronales de San Andrés Apóstol o en Navidad.

Esta festividad tiene más de 400 años y refiere que ha sabido que sólo se ha suspendido en dos ocasiones: en la pandemia y hace unas tres décadas cuando un sacerdote llegó al pueblo y la prohibió: La gente se vio obligada a aceptar esa determinación, pero se dieron cuenta de que La Judea no podía desaparecer, era la esencia del pueblo y la revivieron”.

El cuerno y la tambora suenan para iniciar los festejos religiosos. (14/04/2025) Foto: Kris Flores
El cuerno y la tambora suenan para iniciar los festejos religiosos. (14/04/2025) Foto: Kris Flores

El cuerno y el control del pueblo

Explica que la primera vez que se hace sonar el cuerno y la tambora es semanas antes del Domingo de Ramos para que los habitantes que deseen participar comiencen a preparar sus atuendos: los judíos usan calzón y camisa de manta, servilletas bordadas que se amarran en la cintura, así como un bonete multicolor. Asaf Guevara siempre elaboraba por lo menos dos bonetes, porque se rompían en el ajetreo de varios días.

El Domingo de Ramos nuevamente se hace sonar el cuerno para iniciar La Judea con la Procesión de Ramos, “cuando los asistentes caminan al ritmo de la vaca y la tambora, cargan ramos hechos con palmas y laurel que recogen en la sierra”.

Relata que hace años, los organizadores de la festividad solicitaban un permiso especial al ayuntamiento para que se les otorgara el poder y control de San Andrés, durante los días santos y administrar la justicia con los jueces de La Judea, quienes usan vestimentas negras y el rostro cubierto: “Eran los que ponían orden y encarcelaban a quienes no respetaran la solemnidad de la celebración o cometían actos impuros”.

Los jueces de La Judea, quienes usan vestimentas negras y el rostro cubierto, son los encargados de poner orden. Antes encarcelaban a quienes no respetaban la solemnidad de la celebración. (14/04/2025) Foto: Kris Flores
Los jueces de La Judea, quienes usan vestimentas negras y el rostro cubierto, son los encargados de poner orden. Antes encarcelaban a quienes no respetaban la solemnidad de la celebración. (14/04/2025) Foto: Kris Flores

De niño aún le tocó ver eso: “No debíamos escuchar música en Semana Santa, los adultos no debían tomar ni andar en la calle tan noche, ni tampoco las parejitas debían abrazarse en la vía pública, desde el jueves ya no debíamos bañarnos, hasta el Sábado de Gloria”.

Antes, dice, la gente respetaba mucho la festividad y obedecía todas estas normas impuestas en Semana Santa. Incluso recuerda que hace 15 años, cuando por primera vez documentó la celebración, batalló para que se le permitiera tomar fotografías, pese a ser originario del pueblo: “Antes era una celebración muy exclusiva del pueblo, había muchas restricciones, actualmente ya todo mundo usa su celular para grabar”.

El lunes y martes se hacen llamados con el cuerno para que los judíos afinen detalles y tengan preparadas las cadenas que suenan en sus recorridos por las calles, así como la pintura negra, blanca y roja con la que cubren sus rostros que simboliza el pecado.

El miércoles hacen su aparición los judíos en el atrio de la iglesia para representar la aprehensión: una imagen de Jesucristo preso es colocada en el centro de la iglesia y el sacerdote forma parte de la escenificación al preguntar a los judíos: “¿A quién buscan?” y éstos responden; “¡A Jesús el nazareno!”.

Todos se arrodillan y comienzan a sonar las cadenas cuando Judas Iscariote, que porta una túnica negra y un bonete (gorro eclesiástico) negro, se acerca a la imagen, le cubre los ojos con una venda y le besa la mejilla, en ese momento “llora” el cuerno y suena la tambora.

Los judíos apresan la imagen del Cristo y es colocada afuera del templo, donde antes era velada toda la noche, aunque ante la situación de inseguridad en la entidad se dejó de hacer. El Jueves Santo los judíos corren por el pueblo toda la mañana y por la tarde se realiza el lavatorio de pies de los discípulos.

El Viernes Santo es el más concurrido. Llegan creyentes de las comunidades para ver el Viacrucis. Este día aparecen todos los personajes: los carpinteros, las Verónicas, por la mañana son tres niñas vestidas de blanco que cargan la corona y clavos; por la tarde, luego de la muerte de Cristo, ya son tres señoritas vestidas de negro.

Las mujeres piadosas, los jueces que representan a Pilatos, Caifás y Herodes; Cirineo es representado por un niño y los centinelas montan a caballo. Las calles son recorridas por las muertes, personajes que portan hachas, simbolizan los decesos que ocurrirán y suenan unas matracas.

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Varias familias colocan altares afuera de los domicilios para representar las estaciones del Viacrucis y una vez que termina el recorrido, en la explanada del templo se realiza la crucifixión, la escena más dramática, en la que los judíos forman un círculo y agitan sus cadenas, el cuerno de vaca y la tambora suenan sin parar. Después la representación de la muerte de Jesús y su descenso en la cruz son las más tranquilas de la festividad. Más tarde los habitantes se reúnen en familia a comer los platillos típicos de cuaresma.

Llega el luto, las calles permanecen en silencio, los judíos dejan de correr. Después es la hora de dar el pésame a la virgen María y la hora del santo entierro. Por la noche los feligreses hacen la Procesión del Silencio.

El Sábado de Gloria todo vuelve a la calma —antes era cuando los jueces devolvían el control del pueblo al ayuntamiento—, y los judíos desaparecen. El pueblo se apacigua en espera del próximo año en que vuelva a sonar el cuerno para resucitar la algarabía de La Judea.

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