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Tijuana, 19 de agosto.- Desde temprano varias familias salieron a comprar comida, otros intentan -como pueden- resguardar sus cosas, también cargan garrafones de agua hacia el albergue Embajadores de Jesús, un refugio ubicado en el Cañón de los Alacranes, considerado uno de los focos rojos para autoridades tras el pronóstico de una tormenta que llegaría a Tijuana con el paso del huracán Hilary.
Afuera del templo es común ver las decenas y, en ocasiones, hasta cientos de migrantes que viven ahí mientras esperan ser aceptados por autoridades estadounidenses para iniciar su proceso de asilo. Es un andar de “ires y venires” diarios de hombres y mujeres que salen a trabajar, otros que salen a ver el sol y a platicar, los niños a jugar entre ellos y en diferentes idiomas, pero a unos días de la advertencia el paisaje fuera del refugio es otro.
Mujeres corriendo de la mano de sus hijos para adentrarse en el albergue, algunas de ellas llevan sus bolsas de plástico con algo de mandado para usarlos en caso de no poder salir, pues no sería la primera vez que con la furia de la corriente que dejan las lluvias, el lugar queda incomunicado sin luz y sin posibilidad de entrar y salir, en medio de una corriente que arrecia y arrastra todo a su paso.
En estos momentos viven alrededor de 1 mil 500 personas, principalmente mujeres con sus hijos.
“Como estamos en el cañón que nos llegue una corriente fuerte, eso sí nos puede afectar… estamos tratando de proteger las zonas más vulnerables del albergue”, alertó el encargado del refugio Bartolomeo Gómez.
Emiten recomendaciones a la población ante Hilary
La gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila Olmeda, pidió a las familias que tienen la posibilidad de resguardarse dentro de sus casas, pero en caso de alguna emergencia llamar al número 911 que estará operando durante más 24 horas para atender la contingencia. Desde el viernes la mandataria advirtió que el Consejo Estatal de Protección Civil se mantiene en sesión permanente y en constante monitoreo de las zonas más vulnerables, entre ellas las construcciones dentro de cañones y cauces.
Las personas consideradas con mayor vulnerabilidad, dijo, son aquellas que se encuentran en zonas de riesgo como laderas, cañones y zonas costeras bajas. Como medidas preventivas recomendó reforzar ventanas, asegurar los techos y cortar ramas de árboles que tengan el potencial de caer.
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Ana María es una migrante michoacana que llegó al albergue hace un mes, dijo no tener miedo pero también que si su destino es morir en la frontera así lo aceptará, “Dios es grande, me siento como si estuviera en mi casa y si ya me tocaba quedar aquí bueno y si no pues también”.
Jorge, un migrante de Honduras piensa diferente, para él es una injusticia que después de tanto esperar exista la posibilidad de perderlo todo con la llegada de un huracán. Nunca antes había visto uno ni vivido un fenómeno natural, le han advertido que las lluvias vendrán fuertes y que el cañón podría desbordarse por lo que guardó las pertenencias de su familia y las puso bajo plástico para evitar que se mojen, también compraron agua y un poco de comida por si quedan encerrados por el agua.
Algunos de los voluntarios se plantan afuera del refugio a la espera de recibir bolsas con arena o material que puedan colocar alrededor del albergue en las zonas más vulnerables, como la reciente construcción que alzaron a un costado del templo. En ella viven cientos de familias, la construyeron porque la demanda y familias sin un techo se convirtieron en prioridad.
“Yo no sé cómo nos vaya a ir, pero nos estamos protegiendo con lo que podemos, es lo único que podemos hacer, eso y rezar a Dios”, dijo uno de los migrantes que viven en la reciente construcción.