Jóvenes que desaparecieron en el rancho Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco, llegaron hasta ahí con atractivas promesas de trabajo, que eran un engaño.

De acuerdo con información obtenida por el colectivo Madres Buscadoras de Jalisco, una persona que fue reclutada en agosto de 2024 y estuvo retenida en el rancho, les facilitó información sobre el lugar.
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Les dijo que el grupo criminal los enganchaba con engaños; les ofrecía trabajo a través de empresas ficticias. A veces los citaban en casas que rentaban como “oficinas” y otras los captaban cuando llegaban a la central de autobuses, desde donde los llevaban al rancho.

Según la versión del sobreviviente, en el rancho había personas de varios países, pero la mayoría eran mexicanos, de Sinaloa y Nayarit.

Denuncias desde 2017
“Me llevaron a un pueblito, y en un punto me bajaron de la camioneta y me dijeron que me subiera a otra que venía atrás, color gris de cuatro puertas, de las nuevas. En ese momento me di cuenta que no era el trabajo que se estaba ofertando y que era todo muy extraño. Después de haber cruzado varios pueblitos me llevaron al cerro, donde había un campamento compuesto de ramas con naylon, y al llegar me pusieron una putiza y me dijeron ‘ya valiste ver... y vas a hacer lo que nosotros digamos’”, narró.
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Esta declaración forma parte de la investigación que en 2017 realizó la Fiscalía de Jalisco para desmantelar los campamentos de reclutamiento forzado y exterminio en Tala; desde entonces estaba documentada la forma en la que los grupos delictivos enganchan a personas a través de falsas ofertas de trabajo.

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La estrategia sigue siendo efectiva para el crimen organizado, que utiliza principalmente las redes sociales para publicar falsos empleos, y las autoridades no han logrado diseñar mecanismos para contrarrestarla.

La publicación de anuncios para el reclutamiento forzado ni siquiera es considerada delito, y aunque hay denuncias, no se investigan.
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