Villahermosa.— El Mercado Público Florentino Hernández Bautista luce imponente desde el aire, pero esconde una serie de problemas en su interior.

La Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) retrasó la entrega 21 meses y presentó una obra plagada de defectos como locales reducidos, asignaciones cuestionables, filtraciones y falta de agua y gas que indigna a 150 locatarios.

El proyecto, ubicado en la colonia Gaviotas, hogar de 50 mil habitantes a orillas del río Grijalva, costó 177 millones de pesos, más 9 mil 765 millones adicionales. Prometía revitalizar el comercio local, pero naufraga en fallos estructurales y administrativos. Los comerciantes denuncian despojos y espacios inadecuados.

El Mercado Público de Gaviotas Florentino Hernández Bautista prometía revitalizar el comercio local, pero naufraga entre fallos estructurales y administrativos. Fotos: de Luma López
El Mercado Público de Gaviotas Florentino Hernández Bautista prometía revitalizar el comercio local, pero naufraga entre fallos estructurales y administrativos. Fotos: de Luma López

Rubén, sastre de 57 años con tres décadas en el mercado, perdió uno de los cuatro locales asignados a su familia. Los puestos, antes de 20 metros cuadrados, se redujeron a 10.

“El viejo mercado funcionaba bien. Nos prometieron espacios más grandes para sacarnos, pero nos engañaron”, reclama el locatario.

Señala que el ayuntamiento de Centro prohibió instalar aires acondicionados, agravando el calor sofocante. “Si vienen cinco niños por uniformes, ¿dónde los meto? El lugar es un horno”, menciona.

La falta de agua y lavabos frustra a los vendedores. Doña Lorena, de 74 años, vende jugos y carga cubetas de agua desde una toma a 100 metros. “Es agotador para mí, traigo los botes poco a poco”, se queja.

El Mercado Público de Gaviotas Florentino Hernández Bautista prometía revitalizar el comercio local, pero naufraga entre fallos estructurales y administrativos. Fotos: de Luma López
El Mercado Público de Gaviotas Florentino Hernández Bautista prometía revitalizar el comercio local, pero naufraga entre fallos estructurales y administrativos. Fotos: de Luma López

Alfredo Flores, peluquero con 17 años en el mercado, enfrenta un dilema: trabajar sin aire acondicionado. “En este calor, ¿quién viene a cortarse el cabello?”, expone.

Recibió dos locales para compensar el tamaño reducido, pero ahora enfrenta doble gasto en luz y remodelación. “La presidenta municipal Yolanda Osuna dice que estamos contentos. Es una mentira”, afirma.

La obra, que prometía 150 locales, terminó con 165, de los cuales 12 son más grandes, estos locales carecen de dueños, alimentando las sospechas de favoritismo. “El lema es ‘honestidad y resultado’, pero aquí no hay ni una cosa ni la otra. Esos locales irán a amigos o familiares de la alcaldesa”, denuncia Flores.

A las quejas de los locatarios se suma el reclamo de 350 volqueteros que mantienen un plantón a las afueras del mercado público. La constructora COINSA, encargada también del Museo del Cacao, adeuda 200 mil pesos por servicios de construcción.

Valentín Robles, líder de la Unión de Volteos del Centro, acusa: “COINSA dice que espera pago de Sedatu, y Sedatu dice que ya pagó. ¿A qué jugamos? Son cínicos”.

El contrato, firmado el 6 de julio de 2023 con un plazo de 187 días, estipulaba la entrega para diciembre de 2023; sin embargo, la obra se prolongó hasta abril de 2025, sin fiesta inaugural ni explicaciones claras. Los locatarios —tras casi dos años en un mercado provisional— ven sus esperanzas frustradas por una obra que ridiculiza sus expectativas.

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