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Chilpancingo.— Fernando José Ventura Hermenegildo, de 22 años de edad, se perdió en la sierra que comparten Tierra Caliente y la Costa Grande. Formaba parte del comando de La Familia Michoacana que lanzó explosivos desde drones contra varios pueblos.
Fernando se quedó atrás, se separó del grupo delictivo. Cinco días estuvo perdido, caminó hasta que llegó a un pueblo y ahí se escondió, pero el 21 de marzo el hambre lo obligó a salir. “Salí porque ya llevaba cinco días sin comer, le salí a un señor que iba en una cuatrimoto, le entregué mi arma y me entregue”, contó Fernando la mañana del lunes en la escuela primaria de la comunidad de Santa Rosa de Lima, en Tecpan, en la Costa Grande.
El hombre lo alimentó y luego lo entregó al resto del pueblo.
La semana pasada, La Familia Michoacana atacó con drones artillados a las comunidades de El Porvenir y El Camarón, ubicadas en el corredor que va de Santa Rosa de Lima al poblado de El Durazno, en Coyuca de Catalán, en la Tierra Caliente.
Fernando dijo ser originario de Mahuixtlán, en el municipio de Ixtapan del Oro, Estado de México. Contó que hace dos años fue reclutado de manera forzada.
Relató que ser miembro del brazo armado de La Familia Michoacana no significa poder, significa comer lo suficiente para quitar la sensación de hambre.
“Nos mandaban un taco dorado, pero la droga esa sí no faltaba, porque los drones nos mandaban la cocaína”, contó.
Por mantenerse en la tropa, Fernando recibía 14 mil pesos mensuales, aun muchas veces con retraso. No podía ver a su familia ni tomar descanso.
Insistió en que su reclutamiento fue forzado y como él hay muchos, incluso adolescentes de 14 años.
Las autoridades locales advirtieron que a Fernando sólo lo entregarán al gobierno federal y pidieron la presencia de la secretaria de Seguridad Pública, Rosa Icela Rodríguez.