San Andrés Larráinzar, Chis; 22 de octubre.- El obispo emérito de Saltillo, Raúl Vera López describió el trabajo que el sacerdote Marcelo Pérez Pérez, realizó durante 22 años en comunidades pobres de la diócesis de San Cristóbal de las Casas.
“El padre Marcelo cuidaba especialmente de los más pobres, de los más débiles, de los más desprotegidos y los cuidaba de la gente abusiva, de la gente poderosa, de la gente que se siente dueña de la sociedad y de la tierra y que no le importa dañar a su prójimo (…) Eso es la consecuencia que él pago”.
Por la mañana del martes, los padres, hermanos y conocidos del sacerdote trasladaron el féretro frente al templo de San Andrés, donde se oficiaría la misa de cuerpo presente. Antes de las 10:00 horas, unas dos mil 500 personas se encontraban reunidas alrededor del parque central en espera del arribo del obispo Vera López, de 79 años de edad, que como obispo coadjutor, estuvo en la diócesis de San Cristóbal de las Casas, hasta 1999, cuando fue trasladado hacia Saltillo.
Para esa hora, agentes de la Fiscalía de Justicia de Chiapas habían implementado un operativo para capturar al asesino del sacerdote Marcelo Pérez Pérez, Edgar “N”, alias Scrapy, en el Mercadito 2, ubicado sobre la calle General Utrilla, a unos 700 metros del centro histórico de San Cristóbal de las Casas.
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Cuando los agentes detuvieron a Edgar, le encontraron varias dosis de cristal. Después fue trasladado ante el Ministerio Público.
El gobernador Rutilio Escandón Cadenas, en su cuenta de X, anunció la captura del presunto homicida. “Mi reconocimiento a las autoridades de procuración de justicia, quienes me han informado que ha sido detenido el autor material de la muerte del padre Marcelo”.
En el centro de San Andrés Larráinzar, ante gritos de “¡Viva el padre Marcelo!” y demandas de justicia, el obispo Vera López, presidía la misa de cuerpo presente donde resaltó el trabajo pastoral de Marcelo Pérez Pérez. “No solamente escuchaba. No solamente veía esas injusticias que se cometían contra los pobres, con los pobres con los que él trabaja, con los que él convivía. Lo denunciaba. Esto es lo más importante que él hizo”.
En su trabajo en las comunidades, el párroco encabezó una lucha por la justicia “y el bien de todos los hijos y las hijas de Dios”. “Denunciar las injusticias. Denunciar los desórdenes sociales. Denunciar los abusos que causan daño, especialmente de los más desprotegidos”.
"Al sacerdote lo mataron por su trabajo de denuncia": Obispo
Por su trabajo de denuncia de los abusos de los grupos de poder, es que fue asesinado el sacerdote. “Esta es la razón por la que él murió. Por su palabra de profeta, que es Palabra de Dios”.
“¿Qué es lo que no les gustó a quienes lo mandaron a matar?, preguntó el obispo. “Porque la persona que lo mató, solamente lo mató por paga, pero los verdaderos asesinos son los que se molestaban porque había un profeta en medio de ellos que los derrumbaba, los descobijaba y les bloqueaba sus abusos”, dijo.
“Ahora Dios nuestro Señor que lo tiene cerca de él, va a través de la memoria, a trabajar todavía más, para que trabajemos contra los abusos de los que están en los poderes políticos y económicos, con los que no tienen vergüenza, con los que pagan asesinos para acallar voces como la del padre Marcelo”, expuso el obispo.
Y ahora que el crimen que será atraído por la Fiscalía General de la República (FGR), representa un hecho “muy significativo”. “Esto es una intervención del cielo y el amor que tuvo el padre Marcelo con los pobres”. “Y que se cuiden los poderosos de querer jugar con este crimen, porque vamos a estar muy al pendiente de lo que le hicieron al padre Marcelo. Estos malvados que lo mandaron a matar”.
Minutos después de las 12:00 horas, el féretro descendía en la tumba, ante el llanto de todos sus hermanos, sobrinos y conocidos.
Ana, una mujer tzotzil de 35 años de edad, con dos de sus hijos, llegó procedente de Bachén, en el municipio de Chenalhó, municipio donde el sacerdote trabajó durante dos años, para despedirse de su líder con el que trabajó en las comunidades por la defensa de los derechos humanos. “Yo trabajé con él en las comunidades”, musitó la mujer mientras lloraba y en la entrada a la casa parroquial, una banda de música entonaba: Más allá del sol, el himno que promete una mejor vida “Se que allá en la gloria/Tengo una mansión…”.
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