En el vertiginoso mundo actual donde todos parecen ser influencers o creadores de contenido, Yolanda Andrade ha sacado a relucir un punto interesante: tanto ella, como Montserrat Oliver ya eran pioneras en este ámbito mucho antes que las redes sociales fueran parte de nuestras vidas, pues explica que en tiempos en que el internet era un concepto futurista, ambas ya estaban a la vanguardia capturando cada momento significativo con sus cámaras: “Estamos viviendo una época muy rápida, empezamos en una época donde no había internet, ni redes sociales, éramos futuristas, grabábamos viajes, cosas de la casa, artistas, deportistas, íbamos a los conciertos, palenques con nuestra camarita, y nos grabamos mutuamente”, comenta.
El cine le da premios, pero el teatro es el hogar de Marina de Tavira
Marina de Tavira terminó una primera temporada de la obra “Un tranvía llamado deseo”, la cual estuvo con funciones agotadas y muy buenos comentarios tanto del público como de la prensa especializada, y aunque se habla de una segunda temporada antes de que termine 2024, la nominada al Oscar comenzará a ensayar otra puesta en escena, se trata de la obra “La niña sobre un altar”, de la autora irlandesa Marina Carr, donde compartirá escenario con Salvador Sánchez y Alberto Estrella, según reveló Enrique Singer, quien dirigirá este montaje a estrenarse en enero de 2025. Antes, estrenará la película “El aroma del pasto cortada”. Lo cierto es que si bien el cine le ha dado el mayor reconocimiento de su carrera (una nominación al Oscar), es el teatro su hogar y donde se ha forjado.
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Los animales influencian los personajes de Adriana Llabrés
Cada que Adriana Llabrés, reciente ganadora del premio Ariel a Mejor Actriz por su trabajo en el drama “Todo el silencio”, acepta un personaje, lo prepara dándole las características de un animal. Y esto para tener cierta corporalidad propia de lo nuevo que enfrentará en el set. Justo para la cinta que le mereció el premio decidió relacionarlo con una serpiente, un ser que no se guía con el oído sino que siente con vibraciones, como lo que debía hacer su personaje, una mujer que va perdiendo el sentido auditivo. En la obra “El zoológico de cristal”, Adriana optó por basarse en un caballo.
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