La próxima visita de Ted Sarandos, co-CEO de Netflix, a México para reunirse con la presidenta Claudia debería ser un motivo de celebración para la industria audiovisual del país, que se ha convertido en uno de los principales bastiones de producción de la plataforma. Con 26 series originales, dos especiales, 12 películas originales, siete películas documentales, seis series documentales y cuatro programas producidos en territorio nacional, Netflix se ha posicionado como uno de los mayores inversores en el sector, impulsando la economía y la cultura mexicana de manera notable.
Además, la compañía ha anunciado iniciativas de gran alcance para fomentar la diversidad y la inclusión. Entre ellas destacan el programa “Nuevas Fronteras de la Producción Audiovisual en México” —en colaboración con la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), Pimienta Films y Netflix—, el proyecto con el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) para capacitación y charlas magistrales, y el II Laboratorio de Desarrollo de Proyectos Cinematográficos para Cineastas Indígenas y Afrodescendientes de América Latina. Estas iniciativas buscan empoderar a nuevas generaciones de creadores y darles acceso a capacitación y herramientas para integrarse con éxito en la industria.
Lamentablemente, la visita de Sarandos se ve enrarecida por la controversia legal que envuelve a Netflix y a la producción de "Luis Miguel, la serie". Issabela Camil y Sergio Mayer han interpuesto una demanda cuestionable, argumentando violaciones a la intimidad y exigiendo la censura de escenas. Detractores señalan que este proceso, impulsado por la influencia política de Mayer, raya en el influyentismo y en la absurda intención de “castigar” a una plataforma extranjera por un contenido cuyo dueño reside en Estados Unidos. Incluso se especula que el verdadero propósito es presionar a Netflix para obtener un beneficio económico y solventar deudas personales.
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Resulta preocupante ver cómo la Fiscalía Especializada parece respaldar criterios judiciales dudosos para complacer a figuras con poder político. Se ha intentado instruir a Netflix México para realizar cambios que, materialmente, ni siquiera le competen —ya que la propiedad intelectual de la serie se encuentra en otro país—. Los rumores van más allá, al sugerir que el objetivo final es una suerte de extorsión legal, intentando forzar una negociación económica. Esto abre la inquietante posibilidad de que Luis Miguel, el ícono más importante del pop mexicano, llegue a enfrentar repercusiones penales simplemente por contar su propia historia.
México tiene una oportunidad invaluable de consolidarse como un referente creativo y económico en la producción de contenidos audiovisuales. Sin embargo, este panorama se ve empañado por un juicio que, de acuerdo con expertos en derecho, carece de fundamento sólido y evidencia un uso cuestionable de recursos judiciales. En lugar de celebrar el crecimiento de la industria y la llegada de más inversiones al país, nos encontramos ante un espectáculo mediático que amenaza tanto la libertad creativa como la credibilidad del sistema legal.
La próxima visita de Ted Sarandos representa una oportunidad para que la Presidenta Claudia Sheinbaum y la Secretaria de Cultura, Claudia Curiel de Icaza, reafirmen el compromiso de México con el arte, la cultura y el Estado de derecho.