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En la ciudad de París un hombre emprende un viaje en busca de su padre biológico. El recorrido lo lleva no sólo a enfrentarse con su pasado, sino también a redescubrirse a sí mismo, lo que incluye aprender que puede permitirse ser vulnerabile.
Esa es la premisa de Dammi, cortometraje escrito por Yann Demange y Rosa Attab, y protagonizado por Riz Ahmed (Sound of metal), que ofrece una exploración de la identidad humana y la reconciliación familiar en sólo 16 minutos.
“Muchas personas tienen miedo a la intimidad, al amor y al fracaso, a mostrar su verdadero yo y ser rechazados por ello, por lo que mantienen una parte de sí mismas en la sombra y en una especie de suspensión emocional”, reflexiona Yann Demange en entrevista para EL UNIVERSAL.
“Es difícil reconciliar todas estas facetas diferentes de uno mismo, ya que podemos ser diferentes personas en diferentes momentos”.
La trama de Dammi se centra en el personaje interpretado por Ahmed, quien convierte la búsqueda de su padre en una minuciosa exploración de su identidad.
Enfrentando recuerdos del pasado y fragmentos surrealistas del presente, su travesía le abre puertas para entender quién es realmente y aceptar de dónde viene.
“Tienes que ser vulnerable, porque si no lo eres las personas pueden percibir cuando hay un muro, una barrera entre ustedes. Esta protección que levantas es precisamente lo que impide la conexión. Es crucial derribar ese muro para establecer conexiones interpersonales profundas con ciertas personas”, expresa el creador de este cortometraje.
El realizador destaca que con este audiovisual, que ya está disponible en la plataforma Mubi, quiere invitar al espectador a derribar sus propias barreras y encontrar conexiones auténticas, algo que, considera el autor, el ser humano busca cada vez más conforme va envejeciendo y acercándose a la última etapa de su vida.
“Espero que incluso las personas que no han experimentado la dualidad de pertenecer a dos lugares diferentes puedan encontrar una universalidad, algo con lo que puedan conectar de alguna manera”, comparte Demange.
“Las cosas que nos impiden sentirnos completos, las barreras que construimos en ciertas partes de nuestras vidas para protegernos terminan convirtiéndose en nuestra propia prisión”, apunta.