Todos los días, durante el rodaje de la película El inocente en el puerto de Acapulco, Silvia Pinal recibía una caja con tamalitos que se comía con mucho gusto.
Pero en una ocasión a la actriz no le dio tiempo de comérselos y pidió que se los guardaran.
Era el año 1955 y la gente se arremolinaba en la playa buscando obtener algún recuerdo de ella y de su coprotagonista, Pedro Infante, el actor y cantante.
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Cuando regresó, no había nada de tamalitos.
Sí. Su compañero estelar, El Ídolo de Guamúchil, se los había comido todos por completo.
“¡Pedro era un auténtico sinvegüenza y tragón!”, recordó Pinal durante 2013, en entrevista con EL UNIVERSAL, con motivo de un homenaje que le rendiría el festival del puerto del estado de Guerrero, al año siguiente.
“Estábamos en una casa con vista al mar y teníamos que salir de ella en lancha; la casa tenía su muelle y no había oportunidad de que la gente se acercara”, narró entonces la actriz.
Para la actriz protagónica de El ángel exterminador y también productora de la serie Mujer, casos de la vida real, el puerto guerrerense significaba mucho en su carrera y a nivel personal, pues en ese lugar había pasado su luna de miel.
“Logré tener una casa pero cuando murió Viridiana (su hija, a principios de los 80) me entró una nostalgia terrible y la dejé.
Con el tiempo pude reponerme y comprar un departamento, ahora tengo uno muy hermoso”, detalló en esa ocasión.
Su paso en España
También España le era de gratos recuerdos. Logró trabajar con la leyenda española Luis Buñuel, realizador de filmes como Los olvidados, en los largometrajes Viridiana (1961), El ángel exterminador (1962) y Simón del desierto (1965).
“Es una vanidad la que voy a decir”, expresó cuando se reconoció su trayectoria durante el año 2008 en la primera Muestra de Cine Español en México.
“Yo escogí a Buñuel, no él a mí. Cuando conocí su obra me encantó, me enamoré de su cine, de su humor negro, de su manera de ser y supe que no descansaría hasta ser dirigida por él y lo logré.
Don Luis era un hombre estricto, exacto, maravilloso.
Trabajar con él fue una experiencia que jamás volví a vivir, jamás me sentí tan gran actriz como él me hizo sentir”, indicó.
¿Cuál fue el mayor consejo que recibió de él en set?
¡Ninguno! Él no daba consejos, ni siquiera ordenaba, era un hombre inteligente. Hablaba, charlaba con uno y entre los dos se llegaba a una conclusión, siendo lo mejor.
“Si él te pedía que enseñaras los senos, era porque así lo requería la escena que se estaba trabajando.
Yo nunca lo vi como algo pesado y menos obsceno, era una cosa que estaba dentro de una película y a mí me encantaba trabajar con él.
¿Qué le gritaban los hombres en España al verla?
Muchas cosas simpáticas, era entonces un tiempo en el que yo estaba muy delgada y sí me decían muchas cosas (risas).
Hay una película y obra de teatro llamada Nadando con tiburones, donde se dice que para hacer película siempre hay gente aprovechada. ¿Su caso fue el mismo?
(Risas) no me ha tocado la mala suerte de una cosa así, siempre me he sentido a gusto, apapachada, aunque igual hay gente que le ha pasado algo diferente en esto.
Dicen que para trabajar en Tercera llamada (su última película) usted no fue la primera invitada para actuar.
(Risas) ni siquiera sabía que iba yo a trabajar; el director (Francisco Franco) empezó por convencer a mi perrita, me dijo:
préstamela para que salga en algunas escenas y yo llegué a prestársela y en una de escenas empezó a llover con truenos y relámpagos y la perrita estaba muy asustada yo la abracé y me dijo (Franco):
no pues vamos a hacer la escena contigo… Y así fue cómo entré a la película.
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¿Dirigir la Asociación Nacional de Actores fue difícil?
Difícil, pero pienso que todos los sindicatos tienen sus procesos, (la Anda, por sus siglas) es el único de actores en el mundo que existe, creo; en un tiempo fue glorioso, muy envidiado, pero los tiempos han cambiado y pienso que ya no tenemos el glamour de antes.
El cine mexicano tuvo una época muy hermosa, fascinante, el único que tenía premios (con respecto a Iberoamerica).
¿Qué le pareció tener un premio Ariel de Oro, entregado a las grandes trayectorias en el cine mexicano?
Soy cautelosa ante la felicidad, porque este Ariel me hace feliz; es un gran reconocimiento a mi trabajo.
El cine, estar en él, es la gran joya de la corona.
¿Ha pensado en el retiro?
¡Ay no, qué aburrición! Yo amo mi trabajo y estaré siempre haciendo algo, lo se que sea.